Nuestro Secreto, Solo Nuestro

Capítulo veinte

—Ya puedes irte de mi casa —digo seria por fuera y contenta por dentro tras haber terminado el trabajo.

Son las once de la noche y acabamos de terminar, mañana le entregaré el trabajo al señor Griffin y no tendremos que volver a quedar más. Qué alivio.

—Adiós señores Millán —se despide Dani como si nada hubiera pasado cuando atraviesa la puerta con una sonrisa.

Eso es, vete y no vuelvas.

—Bea siempre llegas tarde —me quejo a mi pelirroja amiga que llega diez minutos más tarde de la hora a la que habíamos quedado.

—No te quejes que te vas andando a clase —refunfuña —¿Qué tal ayer? ¿Terminasteis el trabajo? —pregunta mientras arranca.

—Sí, por eso tenemos que llegar rápido, quiero entregar el trabajo cuanto antes.

—¿Y con Dani que tal? —pregunta.

—Es gilipollas —contesto malhumorada mientras giro mi cabeza a la ventanilla.

Mi amiga no aparta los ojos de la carretera, pero se que está decepcionada, ella siempre había pensado que Dani y yo terminaríamos juntos, y cuando ocurrió lo de Roma pensó que lo solucionaríamos y saldríamos juntos, como si estuviéramos predestinados a estar juntos. Bea cree mucho en esas cosas del destino "sois almas destinadas a estar juntas" me solía decir, porque ahora no era ningún secreto que lo odiaba con todas mis fuerzas. Desde el primer momento ella siempre creyó que debería perdonarle.

Llegamos al instituto y aún faltan unos minutos para que empiecen las clase, así que salgo corriendo del coche y me dirijo al despacho del señor Griffin a toda prisa. Vamos a conseguirlo, no tengo noticias de que otro grupo haya terminado el trabajo pero aún así hay algo en mí, una vocecilla que me decía que corriese.

"Corre Clara corre"

No veo a ningún otro compañero cerca del despacho, así que ya estoy segura, vamos a ser los primeros, vamos pensé mientras dejaba de correr e iba por el pasillo caminando, vamos a ser los primeros, esa idea ronda mi cabeza. Dani ya no es como antes, desde que volvimos del viaje su comportamiento hacia mí había cambiado,. Antes do todo esto nunca me había levantado la voz, y mucho menos me había hablado como ayer. Yo lo había llegado a querer, a pesar de no haber sido nunca nada más que amigos hasta aquella noche en esa azotea de Roma, y no me es nada fácil olvidarlo, pero lo estoy consiguiendo y gran parte de ello era gracias al Dani que es ahora conmigo. Pero la idea de que fuésemos nosotros los que fuéramos a Washington y tener que pasar una semana con él me daba nauseas. Hubiera matado hacía tiempo por una oportunidad así pero ya no.

—Adelante —contesta Griffin desde el interior del despacho cuando llamo a su puerta.

Abro esta y cuando estoy dentro le extiendo el trabajo –Toma, aquí tienes —sonrío y termino de recuperar la respiración después de la carrera.

—Perfecto señorita Millán —Sí. Lo habíamos conseguido, y ese 'perfecto' era la prueba de ello.

—Déjalo allí, debajo el trabajo de Shaw y Drew —dice mirándome apenado –Lo siento.

No puedo creérmelo. Salí del despacho del señor Griffin cerrando la puerta azul tras de mí, el timbre que daba comienzo a las clases acaba de sonar y dió paso al ruido que causan los adolescentes que han inundado los pasillos, pero yo solo oía las palabras de señor Griffin una y otra vez resonar en mi cabeza "Debajo del trabajo de Shaw y Drew" Tantas horas, tantas tardes al lado Dani durante tanto tiempo, aguantando la postura, la tarde de ayer... No puedo creerme que no fuera a ir a Washington, Es cierto que así no tendré que pasar una semana en compañía de Dani, lo cual agradezco, pero quería ir a ese viaje.

Entro al aula de biología y me siento mirando al infinito por la ventana, aún decepcionada, nos han ganado...

—¿Y bien? —pregunta Dani que aparece por mi derecha sin yo darme cuenta.

—Shaw y Drew —contesto sin quitar la vista de la ventana –Se nos han adelantado.

Él da un golpe en la mesa soltando una maldición, da media vuelta y se marcha. Yo saco mi libro y fue entonces cuando me doy cuenta de que nuestras vidas se han separado del todo, él seguirá su camino y yo el mío. Por una parte me da igual, él era el que ha elegido portarse como un capullo conmigo y yo he elegido no relacionarme con superficiales como él, pero por otra parte pena, pena por nosotros, por lo que habíamos sido, lo que podríamos ser y que nunca llegaría a suceder.

Aquella tarde de jueves, rechazo la invitación de Alexis de ir a tomar algo al centro, no tengo ganas, la verdad es que lo de Washington me ha dejado un poco chafada. Todo esto significa que a las cinco de la tarde tengo a mi peculiar amigo en la puerta de mi casa, y en sus manos, una botella de vodka o "jarabe para los males" como él y yo lo llamamos.

La última vez que se repitió esta situación fue cuando le conté a Alexis lo de Roma, bebí tanto que acabé riéndome de mi misma por tonta, esta vez quería beber tanto como para acabar yendo a casa de Dani a tirar huevos a su coche.

—Capullos hay en todas partes amor, no tienes que darte mal porque Dani, es un cabrón más. Tú nunca te has dado cuenta por que estabas cegada de amor, ni querías creerme a mi cuando te lo decía, pero él siempre ha sido así —dice tras el primer sorbo de vodka.

—¿Qué? —me sorprendí –Esto no es por Dani —me explico –Es por Washington, nos quedamos sin viaje.

—Vaya lo siento —se disculpa Alexis –sorbo —bebimos.

Al terminarlo mi amigo puso cara de amargura, como si acabase de chupar un limón y sigue hablando – Pero los dos sabemos perfectamente que es por Dani.

No lo era, para nada.

—Más vodka —pido. Y seguimos bebiendo.

—No es por eso —digo ya ebria después de una hora de alcohol –Él me da igual, yo le doy igual, nos damos igual mutuamente —y río, como una niña a quien no paran de hacerle cosquillas.

—Clara —dice el dejando de reír y poniéndose mucho más serio de lo que cualquier persona con esa cantidad de vodka en el cuerpo puede –Eso que dices no puede ser cierto.