Capítulo ocho

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Tengo los ojos cerrados y por mucho que intento abrirlos no soy capaz

¿Qué está pasando? ¿Qué ocurre?

Oigo a la gente hablar como si estuvieran en un extremo de un largo pasillo y yo en el otro, con mucho eco y no puedo entender lo que dicen. Entonces lo oigo otra vez, pi pi pi, el un aparato que pita .

¿Dónde estoy?

Oigo llantos.

¿Mamá? ¿eres tú? ¿Por qué lloras?

Daniel

Estoy sentado en un sillón de la habitación y no puedo dejar de pensar que todo es culpa mía. Si hubiera llegado puntual esto no habría ocurrido, o si hubiera cruzado por donde debía... ya llegaba tarde qué más daba llegar dos minutos más tarde por ir hasta el paso de peatones, pero no lo hice, y tendría que ser yo el que estuviera tendido en esa cama de hospital y no ella. Ella... me salvó la vida

Ya han pasado dos días desde el accidente y Clara no despierta, los médicos dicen que no está en coma, que está dormida pero no pueden despertarla, porque a pesar de que solo tiene una fractura en la pierna, puede tener alguna conmoción cerebral, y por lo que los médicos nos han dicho despertará uno o dos días si no le había pasado nada al cerebro ya que sus constantes vitales son estables.

Si no despierta no me lo perdonaré nunca.

Clara

Sentí como un impulso, algo dentro de mi me decía "ahora, ahora puedes, abre los ojos" lentamente los fui abriendo pero no entendía nada.

¿Dónde estoy? ¿Estoy en un hospital?

Estoy en lo que me parece la cama de un hospital por las barras de la estructura de esta que puedo ver a mis pies, me giro a mi izquierda y veo un gotero y oigo el pitido de una máquina que me resultaba familiar ¿Donde la había oído antes? No lo recuerdo. No puedo mover el cuello mucho, me duele pero por lo que llego ver estaba sola en la habitación.

—Soy Clara Millán, tengo dieciséis años, vivo en Berwyn, Illinois, vivo con mi madre y mi padre, soy Clara Millán, tengo dieciséis años, vivo en Berwyn, Illinois con mi madre y mi padre, soy Clara Millán, tengo dieciséis años... —Repetía todo el rato en voz baja.

Cuando tenía ocho años, volviendo de unas vacaciones en la montaña con mis padres tuvimos un accidente de coche, no nos pasó nada grave pero yo tuve una pequeña pérdida de memoria temporal y estuve en tratamiento unos meses que me ayudaron a recobrar la memoria por completo. El médico que me atendió me dijo que siempre que me sintiera despistada o desorientada, tenía que decir mi nombre y apellido, mis años, donde vivía y con quien muchas veces y eso me ayudaría a tranquilizarme, así que eso hice hasta que oigo un ruido en la habilitación el cual me asusta.

¿Hay alguien aquí conmigo?

—¿Clara? —pregunta una voz que me sonaba lejana, familiar y adormilada.

—¿Si? —contesto tímida —¿Qué ha pasado?

—Te atropellaron hace dos días, pero tranquila estás bien, voy a avisar a tus padres y a los médicos —la voz que me habla, la reconozco, es la de Dani.

Dani sale de la habitación y pronto se inunda de médicos, enfermeras y mis padres.


Me quedo dos días más en el hospital haciéndome pruebas hasta que están todos los resultados que aparte de la evidente rotura de pierna que ya me habían tratado, no reflejan nada nuevo, y con la pierna escayolada me mandan a casa.

Durante esos dos días en el hospital Dani viene a verme y así avanzamos con el trabajo de matemáticas. El día que me mandaron a casa también viene a verme una vez que todos mis familiares hubieron marchado, yo estoy tumbada en mi cama cuando él entra.

—¿Se puede? —pregunta serio cruzando la puerta sin esperar respuesta.

—Si claro —contesto sarcásticamente.

—Oye —empieza a decir cuando ya ha dejado sus cosas en el escritorio —Gracias —para de hablar. Estoy segura de que no sabe que decirme —Ahora mismo te debo la vida... Gracias —cuando me lo dice suena nervioso y tranquilo la vez. Se me hacía raro oírle hablar de algo que no fueran matemáticas la verdad.

—No tienes que darme las gracias —lo interrumpo seria —Lo habría hecho por cualquiera —replico intentando restarle importancia.

Lo cierto es que no recuerdo muy bien qué pasó, se lo que me ha contado la gente que lo presenció y lo que me han contado mis padres que Dani les había dicho, porque lo cierto es que excepto para disculparse, no hemos hablado del tema antes y no lo volveremos a hacerlo más.

Pasadas unas horas él se va a su casa y me quedo yo que me traslado de la silla de ruedas a la cama con ayuda de mi padre e intento con todas mis fuerzas recordar las imágenes de aquella tarde.


"Lo veo en la otra acera, me hice un gesto con la cabeza para hacerme notar que me ha visto y que ahora viene, llega tarde. Mira hacia ambos lados demasiado rápido como para darse cuenta de que vienen coches, entonces tengo muy claro lo que va a pasar, lo van a atropellar. Grito, pero hay mucho ruido en la calle, el conductor debe de haberse percatado de la presencia de Dani porque parece ir más despacio, pero va a darle de todas formas. Tengo que quitarlo de en medio, pero en vez de tirar de él hacia mí con la confusión lo empujo, quedado yo delante del automóvil."


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