Capítulo treinta y cuatro

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—Ha sido divertido ¿verdad chicos? —pregunta Griffin ya en el taxi.

Esta vez es Dani quien va delante y yo voy detrás con el señor Griffin.

—Si ha sido divertido —contesto mirando por la ventanilla. Quiero evitar cualquier contacto visual con cualquier persona

—¿Cuál ha sido vuestro momento favorito? —pregunta el profesor.

—Anoche —contesto Dani al finalizar la pregunta el señor Griffin mientras hace como yo, mirar por su ventanilla, a diferencia de que su respuesta me hice mirarle pero él no me mira de vuelta.

—De todas las cosas educativas que hemos hecho tu favorita fue una fiesta... —reprocha Griffin —Sin embargo, yo como adulto maduro, elegiré como mi momento favorito el de la caída de la señorita Millán —Reímos los tres, menos mal que está el señor Griffin para quitarle hierro al asunto y hacer menos tensa la situación.

No paro de pensar en las palabras de Maila "tenéis que hablar de ello tranquilamente cuando estéis solos" y en lo de anoche. Como me encantaba revivir lo de anoche en mi cabeza, se me alteraban las hormonas, y más después de saber lo que Dani le dijo a Meg.

Llegamos más bien justos de tiempo el aeropuerto por lo que en cuanto facturamos las maletas tuvimos que subir al avión. El vuelo transcurre con normalidad, el señor Griffin se sentó entre Dani y yo por lo que mucha privacidad no tunemos. Aterrizamos poco después de las cinco de la tarde, y para nuestra sorpresa, al salir de coger las maletas está todo el mundo, mis padres, los de Dani, su hermana, Bea, Alexis Mire, Alejandro... todos han venido a recibirnos lo que hice todo mucho más incómodo. Lo cierto es que aunque voy a echar de menos Washington he echado de menos a mi familia y a mis amigos, y me hace mucha ilusión que todos hayan venido, aunque no fuese el mejor momento. Pero la cosa no termina allí si no que en casa de los padres de Dani han preparado una pequeña fiesta de bienvenida para nosotros así que apenas tengo tiempo de ducharme y cambiarme tras contestar a las mil preguntas que mis padres me hicieron en el coche.

Aunque no éramos mucha gente y fue un gesto muy bonito, lo cierto es que hubiera preferido pasar la tarde tranquila en mi casa, y por las caras que ponía Dani se ve que él también.

—Si que te lo has pasado bien eh Clara —dice Alejandro —Tienes una cara de cansancio... —añade gracioso.

—Gracias Alejandro —digo sarcástica —Yo también me alegro de verte.

—Tienes que contarnos todo —vuelve a decir Yoli.

—Pero si ya os he contado todo —insisto yo —Ya no se que más contaros

—Seguro que te dejas algo —vuelve a repetir mi amiga.

—Bueno mira, voy al baño y a ver si con la vejiga vacía me acuerdo de más cosas —tenía que escabullirme como fuese.

Así que voy al baño. No necesitaba ir pero si que necesitaba alejarme de la gente un momento, así que me siento en la taza del inodoro, lo que me recuerda a esta mañana cuando estaba haciendo lo mismo, con menos ropa y en otro Estado. Y mientras estoy absorta en mis pensamientos, alguien llama a la puerta y me saca de ellos.

—Está ocupado —contesto. Pero siguen llamando, así que abro la puerta y me empujan hacia el interior del baño.

Dani

Ahora tengo la oportunidad perfecta. Tengo que hablar con Clara antes de que le contase lo nuestro a Alexis o él le contaría lo de la apuesta y entonces la perdería para siempre.

Llamo a la puerta del baño.

—Está ocupado —contesta ella desde dentro, y yo vuelvo a llamar. Entonces me abre la puerta, compruebo que no hay nadie que pueda vernos y entro en el baño llevándola conmigo.

—Tenemos que hablar —digo —Y no me cortes, quiero decir esto del tirón —ella asiente.

—Mira lo de ayer estuvo muy bien pero necesito pedirte que no se lo cuentes a nadie.

Clara

¿Se avergonzaba de haber follado conmigo? ¿Se avergonzaba de mí?.

Seré idiota, yo que pensaba que había cambiado, que de verdad le gustaba y que podíamos arreglar lo nuestro.

—¿Qué? —pregunto empezando a mosquearme —¿De qué vas?

—No quería que sonase así —se excusó —Solo quiero que pienses en como voy a quedar yo si la gente se entera —la está cagando por momentos.

—¿Se puede saber de qué me estás hablando? —no puedo creer lo que estoy oyendo —¿Cómo que piense en cómo vas a quedar tú? Tú quedarías como un héroe en todo caso, yo sin embargo quedaré como una idiota delante de nuestros amigos ¿Pero tú te preocupas por cómo vas a quedar tú?

—Mira... que yo lo hago por tu bien —cambia su tono por uno más chulesco.

—No te preocupes, no diré nada si es lo que quieres —se hace el silencio y me dispongo a marcharme y con el pomo en la puerta en mi mano le dirijo mis últimas palabras —Ayer creí que de verdad eras el chico del que me había enamorado, que eras la buena persona que siempre fuiste conmigo y que no me la jugarías, otra vez, pero veo que estaba muy equivocada —abro la puerta y me voy.

Durante el resto de la fiesta mi malestar es bastante obvio pero aguanto el tipo, la gente que está aquí no tiene la culpa de nada y no tiene que sufrir mi enfado. Mientras tanto él se porta como si nada hubiera pasado.

Cuando llego a casa y me aseguré de que nadie me oye y me echo a llorar, lloro tanto que me duele la garganta y los ojos me escuecen, definitivamente, si me quedaban lágrimas que gastar por Daniel Thomas, las he gastado todas esta noche.



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