Capítulo dieciocho

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No es que me guste aparentar ser algo que no soy, pero se me da muy bien aparentar que soy una mujer fuerte, y digo esto porque no lo soy, un comentario un poco fuera de lugar sobre mi me hace derrumbarme por dentro como si de un edificio hecho de papel se tratase. Sin embargo es como si ese edificio de papel tuviera un muro tan fuerte como el diamante, no dejo que la gente vea que me ofenden sus comentarios, ya que a lo largo de mi vida he recibido unos cuantos en los dos años que viví en Austin, "bulling psicológico". Yo simplemente hacía caso omiso a los comentarios de la gente y al llegar a mi casa despotricaba sola en mi habitación contra los autores de dicho comentarios y burlas, pero nunca, bajo ningún concepto, me echaba a llorar, eso me lo tenía prohibido.

Por eso cuando de nuevo en Berwyn alguna vez me llamaban cerebrito a causa de alguna que otra buena nota, me causaba risa que pensaran que eso podía ofenderme, es como si a un luchador profesional de boxeo le pega un niño de 10 años, no se sentirá amenazado, aunque le duela lo más mínimo, le hará gracia.

Así era yo, todo fachada y eso era lo que le decía a Alexis esa mañana, él me conoce demasiado bien como para creerse mi "otra cara".

—He conocido a un chico —dice sonrojado cambiando de tema.

—¿Si? ¿Quién? —pregunto atónita.

—No lo he visto nunca, lo he conocido por internet —explica cauteloso porque sabe cual va a se mi reacción.

A mí eso de conocer gente por internet nunca me ha dado mucha confianza, hay muchos perfiles falsos de gente que sólo quiere reírse de los demás, o locos, o vete a saber quien, pero a Alexis eso le fascina, él dice que le añade romanticismo y misterio, además siempre me dice que al no ser abiertamente gay más que conmigo no podía ir ligando por ahí como si nada.

—Alexis... —digo un tanto preocupada.

—No, deja que me explique antes —me corta —Llevamos dos meses hablando y le he dado mi número.

—¡Dos meses! —me exalto —¿Y cuándo pensabas decírmelo? —no podía creerme que mi mejor amigo me hubiese ocultado algo así.

—Bueno, la cosa es que ya te lo he dicho, no te alteres mujer —dice más tranquilo pero aun sonriente —¿Te enseño una foto?

—No, no quiero tomar parte en esto —digo melodramática.

—Es de por aquí ¿sabes? —sigue hablándome de él.

—¿Quién es de aquí?— pregunta Bea.

Ni siquiera la hemos visto llegar. Y yo no sabía qué contestar pero Alexis estuvo más rápido que yo.

—Hablábamos de la escapadita de ayer de David y Clara.

Aunque su rapidez no me benefició.

—¿Que escapadita es esa? —pregunta Bea fingiendo enfado por no haberle contado nada antes.

—Gracias Alexis, sólo te lo había contado a ti —digo avergonzada.

—¿El que le has contado solo a Alexis? —pregunta Mire que acaba de aparecer.

Hoy estaba con los reflejos dormidos, no veía llegar a nadie.

—La cita que tuvo con David —explica Bea

—¿Enserio has tenido una cita con David? —pregunta sorprendida Mire.

—No era una...

—¿Has tenido una cita con David?— la voz de Dani a mis espaldas me interrumpe.

Si solo se lo había contado a Alexis era porque los demás lo mal interpretarían, había sido una cita de estudios, no romántica ni nada por el estilo. Al oírse las palabras de Dani se hizo un silencio total, mis tres amigos se volvieron para mirarlo pero yo no me moví del sitio.

—¿Por qué no contestas?— insistió Dani.

No he tenido ninguna cita con David y si la hubiera tenido a ti sería a la última persona a la que tendría que darle explicaciones.

—No... No fue una...cita... —la voz me falla, estoy segura de mis palabras pero estas salen confusas de mi. Me molesta que nadie diga nada siendo que han sido ellos los que me han metido en esto.

—Ya claro —dijo vacilante —En fin... Lo cierto es que me la suda —se le ve incómodo por lo que el resto del camino él fue más adelante con Mire y Bea mientras que Alexis y yo quedamos más atrás.

—Lo siento Clara de verdad yo...— respira profundamente —Lo siento —se disculpa.

—Podrías haber dicho algo, bueno, mejor podrías haberte callado desde el principio.

Estoy cabreada, no puedo creerme lo que acaba de suceder. Pero lo que menos podía creerme era que ahora me siento intimidada por Dani, como si con solo soplar pudiera destrozarme, y ese poder sobre mí se lo he dado yo. Además no ayuda que estas últimas semanas para prepararse para el final de la temporada de fútbol hubiese estado yendo mucho al gimnasio, lo que le hacía tener una figura más definida e imponente.

Dani

Paso, la verdad es que paso, fue un error, me he disculpado cientos de veces pero si no me quiere perdonar pues mira, que no lo haga. Se que lo de Roma estuvo mal pero no creo que sea para tanto. En ningún momento nadie dijo que lo nuestro fuera exclusivo, además solo nos liamos un par de días y ya está. Se que es amiga mía de siempre, ¿y qué? tengo amigos de sobra y respecto a las chicas puedo estar con la que quiera y bajo ningún concepto voy a ir detrás de ella arrastrándome, soy joven, me queda mucha vida por delante y en el mar hay mucho peces.

Iba a gimnasio desde antes de ir a Roma, si quiero conseguir la beca deportiva que da el instituto tengo que esforzarme, y puesto que la imagen de tío duro ya la tenía solo me faltaba una actitud acorde y las únicas personas a las que trataba con más cariño habían sido Alexis Clara y los demás, pero esto se ha acabado.

—Hay que darse prisa, Shaw y Drew van muy adelantados en el trabajo, más que nosotros y podrían ganarnos —le dije a Clara sin molestarme en mirarla.

Que fuera a pasar de ella no significaba que no quisiera ir a Washington y a las clases preuniversitarias que no me vendrían nada mal, quedarían de lujo en las solicitudes para las universidades.

—Si, ya lo sabía —contesta distante —Podemos hacer intensivo esta tarde y terminarlo —añade.

—Que pasa, ¿Qué hoy no tienes cita con David?— pregunto vacilante.

—Que te den Daniel Thomas— me dice cabreada mientras se levanta del sitio contiguo al mío cogiendo sus libros para cambiarse de mesa.

Clara

—Miércoles queridos alumnos, un miércoles de finales abril y aun no tengo ningún trabajo en mis manos, el tiempo vuela —dice el señor Griffin.

Oigo miércoles y me desvío a mis pensamientos, tengo que darle una respuesta a Adrián sobre lo de la fiesta, y es raro que no me estuviera acribillando a mensajes como estos dos últimos días.

Suena el timbre.

—Los trabajos queridos pupilos, los trabajos —vuelve a recordar el señor Griffin.

He estado toda la clase pensando que voy a aceptar la invitación de Adrián, que si Dani se pensaba que había tenido alguna cita con David podría venirme bien, Dani irá a la fiesta y si me ve con Adrian, que lo hará, podrá darse cuenta de que paso de él y de sus estúpidos cambios de humor. Pero no aceptaré la invitación hasta mañana, me está gustando hacerme la dura.

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