Un mes antes
La primera mañana y ya estoy cansada, no he dormido mucho y tampoco muy bien, echo de menos mi cama, con mi almohada gordita, las almohadas de los hoteles siempre son ridículamente finas.
Bajo a desayunar y cuando entro a la zona del comedor me doy cuenta de que soy la única chica que ha bajado a desayunar de momento, las otras supongo que estarán arreglándose, igual que lo están haciendo Sara, Lucia y Martha, mis compañeras de habitación. Mientras los chicos y yo comenzamos a desayunar. No es que no me guste arreglarme, que no es mucho lo mío, me gusta estar guapa como a cualquier chica solo que yo con una vaquero, una camiseta negra de tirantes con unos botines negros con un poco de tacón y un poco de rímel ya me siento arreglada así que para mi arreglarme un poco más de lo habitual es ponerme una blusa más mona de lo normal y soltarme el pelo, no soy de llevar ropa muy vistosa al contrario que la gran mayoría de chicas, mis colores definitivamente son el blanco y negro.
—Buenos días —digo enérgicamente al grupo de chicos que están sentados en la mesa donde me dispongo a sentarme, a lo que recibo un "buenos días" muy minoritario.
Me siento al lado de Dani en la esquina de la mesa, así tengo la diversión del desayuno asegurada y es que nos estuvimos riendo de todo lo que decíamos. Cuando los chicos y yo terminamos de desayunar las chicas apenas acaban de empezar así que subimos a prepararnos la mochila con las cosas que nos vamos a llevar para ver Roma en nuestro primer día.
Ya en mi habitación mientras termino de hacerme una coleta alta veo que se deslizaba un papel por debajo de la puerta de mi cuarto a través del espejo. Abro la puerta trás terminar de ponerme el coletero en el pelo pero no veo a nadie en el pasillo.
"Esta noche a las dos te espero en nuestro lugar, no digas nada, es nuestro secreto, solo nuestro."
Intuyo fácilmente que la nota es de Dani y me hizo mucha ilusión, será una manera 10 de acabar el primer día en Roma, así que me paso el día entero esperando impaciente a que llegue la noche. No hablamos de la nota durante todo el día para hacerlo más emocionante, por eso y porque estuvimos muy ocupados viendo ruinas y museos. Cuando llega la noche, a pesar de estar cansada de haber pateado Roma todo el día, duermo hasta las dos menos cuarto y me doy un cuarto de hora para cepillarme el pelo, lavarme los dientes y ponerme un poco de rímel para que no se note mi cara de cansancio. Cuando llego a la azotea él ya está allí.
—Vaya, parece que te has acordado—dice mientras se gira para verme.
Nos pasamos el rato mirando Roma y charlando de todo lo que hemos hecho hoy y cuando terminamos de repasar todo el día se hace largo silencio lo que era muy raro entre nosotros, entonces él lo rompe.
—Te sienta muy bien las luces de la noche de Roma, estás muy guapa Clara —dice mientras yo miro a Roma y él a mí.
Yo no se que decir, no soy buena con los piropos y él lo sabe por eso no se incomoda cuando no se lo devuelvo, pero sí sonrío y noto como mis mejillas se sonrojan un poco.
—Clara —dice mientras me gira hacia él por la cintura suavemente y yo me dejo guiar. Me estoy empezando a poner nerviosa, no sé qué hacer.
Nos miramos fijamente el uno al otro varios segundos, y poco a poco la distancia entre ambos se hace más pequeña hasta que apoyamos nuestra frente en la del otro mientras seguimos mirándonos fijamente, yo me pongo más nerviosa aún. Se cómo va a acabar eso, yo solo he besado a un chico y de eso hacía dos años. Él tiene las manos sobre mis mejillas y las va bajando lentamente por mis brazos hasta mis caderas, yo rodeo su cuello con mis brazos como acto reflejo y nos acercamos lentamente, muy despacio, lo que me dio tiempo para pensar en que no podíamos besarnos en que todo esto, lo nuestro, si llegaba a ocurrir no iba a funciona, yo no sabía llevar una relación y él era un chico guapo, estaba en el equipo de fútbol y las chicas se lo rifaban aunque funcionase aparecería otra, y cuando nuestros labios van a juntarse me echo despacio hacia atrás, él que aún rodea mi cintura y la suelta. Yo ahora tengo las manos sobre su pecho y nuestras caras están más alejadas.
—No puedo, no podemos, ahora... —titubeo con una lágrima queriendo salir.
No entiendo lo que acababa de suceder, es lo que siempre he querido pero algo dentro de mi me decía que no, que él me haría daño igual que me lo hizo Alejandro, que sería igual que todos los tíos del equipo, que cuando ya no pudiera presumir de mi o apareciese una tía más buena que yo o más dispuesta me dejaría. Dani era un buen amigo mío pero eso no quiere decir que pudiéramos ser buenos novios, ya había visto como era con las mujeres cuando estaba en relaciones, la que más le duró fue Lucía, ella sí que parecía gustarle de verdad, pero con las demás chicas tenía relaciones de no más de una semana, se cansaba rápido de todas, en cuanto se las había tirado y había presumido de ello, la relación se acababa.
—Tranquila —me interrumpe él dándome un beso en la frente que hice que un escalofrío recorra mi cuerpo —Lo mejor de un beso es buscarlo, la recompensa llega más tarde y no tiene que ser a la primera—.
Me acompaña a mi habitación, me da las buenas noches y un beso en la mejilla, entro a mi cuarto y me tumbo en la cama. Tengo sentimientos encontrados, una parte de mí me dice que soy estúpida, que he tenido una oportunidad de oro y que igual no se me vuelve a presentar, mientras la otra me dice que había hecho lo correcto, que si acababa teniendo algo con él las cosas iban a acabar mal.
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Nuestro Secreto, Solo Nuestro
Teen FictionCuando un viaje de estudios a Roma lo cambia todo, Clara, nuestra protagonista, se enfrenta a tener que perder a uno de sus mejores amigo. Además a la vuelta del viaje sin ella saberlo pasará a formar parte de una cruel apuesta que acabará por dest...