La reunión con los socios de mi padre sería esa noche.
Era una cena más bien informal pero por los nervios que tenía parecía que me iban a presentar a la Reina de Inglaterra y más de una vez me encontré gritándole a mi hermana para que terminara de arreglarse. Era frecuente que mi padre nos incluyera, más a Alejandro y a mí, a las reuniones con sus ejecutivos. Quería que llegásemos a comprender cómo él se sentía cada vez que debían valorar datos y tomar decisiones aunque no nos metiera presión. Y es esa presión la que hacía que yo contase ahora mismo con que estuviera Christina presente tal como había hecho mi padre con nosotros.
Era algo que él tenía asumido, como si no hubiese otra opción, que alguno de sus hijos heredase la compañía y disfrutáramos llevándola a lo más alto.
-No entiendo por qué debo estar yo presente –Christina me miró desde un lateral del sofá. Estábamos sentadas en el salón con un silencio espeluznante hasta que se había decidido a hablar.- Yo sólo fui a una reunión y ni siquiera me gustó, eso no es lo mío.
-¿Y se puede saber qué es lo tuyo?- Suspiré. Miré el reloj, ya casi estarían aquí todos los socios.
-Me gusta el futbol –se limitó a decir.
La miré por unos momentos hasta que me entró la risa, sus ojos mientras echando chispas. Que supiera, nuestros padres nunca la habían apuntado a deporte alguno en el colegio. El colegio que habían escogido para todos nosotros era bastante bueno, y caro, y en sus programas para chicas el fútbol no constaba. Era un colegio bueno, pero machista, tenía que admitir. De los que las chicas solo están en clase con chicas y los chicos con los demás chicos.
-Christina no empieces con tus tonterías.-Lo que me faltaba para redondear la noche, que mi hermana cometa alguna locura delante de cinco personas, los cuales tenían mi futuro en sus manos.
-Tú hiciste arte en el instituto, eras realmente buena, no entiendo porque no estás viviendo de eso.- me tenía que sentir agradecida, los cumplidos en mi hermana sólo estaban destinados para todas las persona menos para la familia. –De verdad, me gusta ese deporte. Es más voy a participar en un campeonato benéfico para niños sin recursos, es mañana y necesito prepararme no estar en una maldita reunión de viejos.
Sonó en ese momento la campana de la puerta. ¿Qué? Ni me es estaba enterando de lo que estaba pretendiendo decirme mi hermana.
-Tú mañana no vas a ir a ningún lado, tienes clase y por favor...por favor, siéntate y deja de dar la lata-la veo haciendo un mohín raro mientras escucho como nuestra ama de llaves deja pasar a uno de nuestros primeros invitados.
-He de decir, Carla, que ésta sopa está deliciosa- me susurró en confianza Margaret, la esposa de Gino Stuart, uno de los invitados a la cena. Habíamos pasado todos al salón comedor y nos habían puesto el primer plato. No había parado de temblar desde que entraron y necesitaba saber que habían decidido. Margaret había sido la única de sus esposas que se había atrevido a venir, y me miraba de una manera tan maternal que ya estaba sospechando que no la hubieran traído para que recogiera mis lágrimas tras decirme cuatro cosas bien dichas.
La miré de manera agradecida y por el rabillo del ojo vi a Christina soltar lentamente la cuchara y agarrar el móvil. Para ser ella, estaba inusualmente callada, cosa que agradecía.
-Carla debemos hablar de negocios- Carl Stuart, hermano y socio de Gino, me miró de forma especulativa. Era el más directo, tenía que concedérselo.- Te conocemos desde que eras un renacuajo pero que Alejandro no conteste a los correos y más cuando tenemos una pequeña crisis no podemos consentirlo.
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Sé mi pecado
RomancePara Carla Blanchini la educacion lo es todo . Educada como una verdadera señorita nunca se ha permitido caer bajo el hechizo del amor . Por eso cuando Lucas Brown llega a su vida,atormentándola como solo un pícaro puede hacer ,Carla siente que aho...