Capítulo 12.
Día 3 de campamento.
Pasé una noche de mierda. Horrible expresión, lo sé, pero real. Anoche cuando llegué tuve la suerte que las chicas no estaban aquí. A la hora llegó Anna, y me preguntó si estaba bien, a lo cual sólo asentí y me di la vuelta. Sé que intuye que algo no anda bien, pero no quiero contárselo aún, y ella no me presionó para hablar. Así que está bien.
Un poco más tarde llegaron Jossie y Jennie, quienes nos ignoraron monumentalmente y se enfrascaron en una charla sobre cuál sería el proyecto ganador. Al poco rato me quedé dormida. Y al día siguiente, de nuevo fui la primera en despertar. A diferencia de ayer, hoy me siento fatal, física y mentalmente. Cuando salí, lo primero que quise hacer fue buscar a Adriel, sabía que él no iba a preguntar nada, y que sólo me dejaría estar ahí. Es un poco loco como antes luchaba por estar sola y ahora quiero obtener la compañía de aquellos que siento que realmente estan conmigo y me apoyan.
Agradecí no ver a Jason. No por el beso, sino porque realmente no sabría con qué cara iba a verlo ahora que él sabía algo que nunca nadie supo de mí. Es estúpido, pero me siento avergonzada de lo que pueda pensar de mí. Nunca me importó demasiado lo que los otros opinaran, porque sé que por alguna razón nunca le agradé al resto, pero me dolería saber que Jason está decepcionado de mí. También está esa parte de mí que se retuerce de alegría al saber que le gusto a Jason, que ayer hizo el gesto más hermoso que alguien alguna vez hizo por mí, porque yo me siento igual. Y sé que en algún momento tendré que hablar con él, sólo espero que ese momento no sea ahora. Antes quiero pensar, ¿de qué? No lo sé. Pero quiero pensar.
Pero pensar siempre va a ser difícil cuando tienes a Adriel a un lado. Claro, no puedo quejarme, yo lo llamé.
―Insisto, bonita. Tú tienes algo.
Bonita. Jason. Beso. Mis brazos. Duelen, por cierto.
Dejé mis brazos sobre la mesa y dejé caer mi rostro sobre ellos. Con cuidado, claro.
―No me llames bonita, Adriel. Te lo ruego.― lloriqueé.
―¡Pero si lo eres!
Oh por Dios, quería llorar. En serio.
―Usa cualquier término, menos ese. Te lo suplico.
Adriel resopla.
―Nunca voy a entender a las mujeres. Ahora también se molestan si las llamas "bonita", ¡Insólito!
―Adriel, cállate.
―¡Ah! De paso.― se queja.― Te recuerdo que tú me llamaste. Lo mínimo que deberías hacer por mí es dejarme ser.
Levanté la vista, y no sé qué tan mal me veo, pero Adriel cambió el gesto por una expresión más suave.
―Hayley, estaba bromeando. Joder, no llores. Si lloras no sabría qué hacer. ¿Que tienes? Vamos, cuéntaselo al tío Adriel.― ¿Yo había dicho que él no preguntaría nada? ¿En qué estaba pensando?― Mira, tú me cuentas qué tienes, y yo te digo lo espectacular persona que soy, ¿ves? Todos ganamos.
Suspiré y volví a bajar la vista, decaída.
―Donde vuelvas a intentar subirme el autoestima alagándote a tí mismo, te juro que que no vuelvo a hablarte, Adriel.
Abrió los ojos y levantó las cejas, sorprendido.
―Woah, qué carácter.― se mantuvo en silencio unos minutos, hasta que volvió a hablar.― ¿Sabes? Ahora que lo pienso, estás toda extraña desde ayer. Y ayer te pasaste todo el día con Jason, ¿pasó lago?
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SWEATER © [En edición]
Teen FictionDías tristes, opacos, lluviosos, nublados y solitarios. Dramático, sí, pero real. Así eran la mayoría de los días para Hayley, ¿qué otra manera de ver el mundo era posible para ella cuando así se sentía? ¿cómo superar los sentimientos confusos y pro...