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Capítulo 9.

Es un poco extraño, ¿sabes? Muchas veces quise ser incluida, pero la verdad es que me gusta la tranquilidad que me brinda el estar sola de vez en cuando. De vez en cuando. Por eso entiendo a Jason, en serio que lo hago. Nada como ser tu mismo en tu espacio.

Mis pensamientos pueden llegar a ser muy contradictorios. A veces quiero ser como los otros, pero otras veces es lo último que desearía. Supongo que es una de las consecuencias de pensar demasiado: ver las cosas de distintos  puntos de vista al mismo tiempo.

¿Cuál era el tema inicial? ¡Ah, sí! Estar solo. Verás, no me acostumbré a tener compañía ―salvo una vez, pero no hablaré de eso―. Y esto tiene sus altos, y bajos. ¿A qué quiero llegar con todo esto? Simple: no quiero ir a ese campamento. Me niego. Me niego a estar casi una semana alejada con todas esas personas. Y sí, Jason y Adriel estarán allí, pero no tendré privacidad. Corro el riesgo de que alguien realmente me vea, me refiero a mí, mis heridas. Y la única verdad es que las personas sólo quieren juzgar, sólo quieren criticar. Confiar para mí es muy difícil, y las personas sólo te dan razones para no hacerlo.

Acostada en mi cama, me doy la vuelta al lado contrario. No puedo dormir. El insomnio está de vuelta. Me desespero, realmente quiero dormir y dejar de pensar, pero no pasa. Me obligo a cerrar los ojos como vía para dormir más rápido, pero nada. Comienzo a llorar, y ni siquiera sé por qué. Me tapo el rostro con las manos ahogando mis sollozos, ya esto no me pasaba, ¿qué está mal? Todo. No recuerdo mucho después de esto. Sólo sé que pude dormir al menos una hora, y cuando desperté me dolían mucho las muñecas.

Aquí vamos de nuevo.

×××

No hubo manera de evitarlo, para no ir al campamento tendría que hablar con mis padres para que ellos dieran una justificación a mi falta en el colegio. ¿Qué iba a decirles? No tenía un excusa creíble, decir la verdad para mí no era una opción. Así que sólo les informé lo que sucedería, mamá fue al colegio, firmó el permiso, y luego se fue a trabajar. Me dije a mí misma que no sería tan malo, sólo son cinco días. Puedo con esto.

Papá fue quien me dejó en el colegio para ayudarme con mis cosas, solo llevaba un bolso con ropa y mis cosas necesarias.

―Déjame ayudarte con tu equipaje.― me dijo papá mientras se bajaba del auto. Yo hice lo mismo.

―Si dices equipaje suena muy grande, es sólo un pequeño bolso.― dije detrás de él.

―Tienes razón.― me dio el bolso y me lo colgué al hombro.― Oye, Hayley, hay cosas que debería antes de que tengas este viaje, ¿entiendes que serás responsable por tí misma, cierto?

Por desgracia, sí.

―Lo sé.

―Escucha, esta no es una excursión sólo de chicas, aquí habrán chicos. Sólo quiero que tengas cuidado, ¿bien?

No puede ser, está intentando darme la charla, no es incómodo.

―Papá, no te preocupes, en serio.

―Espero que me hayas entendido, porque si debo ser más claro no tengo problema, es sólo que tú eres mi hija y no quiero incomodarte.

Lindo gesto, gracias.

―Lo entiendo.

Me da un pequeño abrazo y se separa de mí antes de dejarme ir, pero no se va. Lo que me parece extraño, está mirando detrás de mí.

―¿Esos jóvenes esperan por ti?― me doy la vuelta. Todo para encontrar a Jason y Adriel a unos pasos de nosotros. Los veo alternamente, ambos me miran. Jason un poco neutral y Adriel con una sonrisa estampada en la cara.― ¿Ese no es tu amigo del otro día?

SWEATER © [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora