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Capítulo 6.

La clase terminó y todos salieron disparados del aula, yo decidí esperar un poco más para salir. Los lugares muy recurridos no son mis favoritos, pero eso supongo que ya tú lo sabes. Lentamente volteo a mi lado, Adriel sigue aquí. Se percata de mi mirada y sonríe.

―La clase pasó más rápido de lo que pensé.― comienza. Se ve con mucha energía y no para de sonreír. ― Historia me gusta, pero no soy tan bueno en esta como en las demás materias. Por cierto, preciosa, ¿no vas a enseñarme la cafetería? Muero de hambre. La mierda esa que sirve para despertar a la gente no funcionó, por eso llegué a segunda hora.

―¿Te refieres a la alarma?― enarco una ceja.

Chasquea la lengua y hace una ademán con la mano para restarle importancia.

―Eso mismo.― asiento porque no sé que responder.― ¿Tú no hablas mucho, cierto?― repone con cara de fastidio.

―No, ¿tú siempre hablas mucho?

Se estira para desperezarse y luego se levanta, es un poquito más alto que Jason, fijándome bien.

―Está en mí, lindura. Una vez que comienzo hablar ya no hay vuelta atrás, acostúmbrate.

Salgo del salón hasta el pasillo y él me sigue. Me siento un poco incómoda porque no acostumbro a estar acompañada, pero tampoco está tan mal.

―¿Dónde está la cancha?

―¿Te gustan los deportes?

Resopla.

―Es tan obvio que ni siquiera diré obvio. En fin, ¿dónde está?

―Cruzas a la izquierda en el pasillo de allá,― señalo al frente.― Es la puerta del final. Es la que te lleva a la parte trasera del colegio así que no tendrás pérdida.

―Perfecto. ¿La cafetería?

―Lo mismo de la cancha, sólo que del lado contrario.

―Gracias, preciosa. Eres un sol, nunca te apagues.― me guiña un ojo.

¿Es posible que una persona sea tan enérgetica? Adriel desprende seguridad a donde va, eso se nota de lejos. También es muy coqueto. No le respondo, no por ser grosera, sólo no encontré una respuesta. Adriel sigue a mi lado. A lo lejos diviso a Jason caminando hacia mí, noto que trae su típica cara de pocos amigos, normal, es lo que él siempre hace a menos que no haya gente alrededor. Trae un suéter rojo, lo que es extraño si tomas en cuenta que siempre viste con colores opacos o oscuros. Cuando se planta frente a mí le doy una pequeña sonrisa, él me la devuelve, pero no con total confianza. Supongo que es porque no estamos solos.

―Te estaba buscando.

―Ah, lo siento. Estaba enseñándole el colegio.― señalo a mi acompañante.― Es nuevo.

Adriel le da una amplia sonrisa, no puedo decir lo mismo de Jason.

―¿Qué hay, amigo?― Jason sólo levanta un poco su cabeza como saludo. De nuevo, es el Jason que yo solía ver muy de vez en cuando. Adriel de nuevo voltea a mí.― Él tampoco habla mucho, ya veo. ¿Qué le pasa a la gente de aquí? Uno quiere hablar y socializar pero ellos no colaboran, que fastidio.― de pronto se ve irritado. Jason le da una mirada extraña.― ¿Me dijiste que el comedor queda a la derecha, no? Mierda, ya lo olvidé.

―Hayley, vamos al salón. Hay algo que quiero mostrarte.― me dice Jason por lo bajo.

Asiento.

―Hayley, así te llamas.― repite Adriel.― No sé por qué te vi cara de Sophía.― dice pensativo.― Bueno, vayan, los veo después.― luego de eso se aleja despreocupadamente. Me doy la vuelta para caminar de nuevo al salón con Jason a mi lado.

SWEATER © [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora