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Capítulo 2.

Recuerdo que cuando era niña solía ver un rostro distinto cada día, luego eso se acortó a ser por semana, finalmente dejé de ver a personas que no conocía y que nunca se quedaban. Halle Stone, una mujer muy ocupada, hacía que distintos días fueran otras personas las que se encargaran de la limpieza de la casa.

Cuando tuve una edad apropiada le dije que yo podía hacerme cargo, que no era necesario que contratara a personas por día, que simplemente fuera a trabajar sin tener que preocuparse de que otros se quedaran con su hija. Ella aceptó y ese fue el mejor alivio que pude tener.

Por fin podía estar sola y disfrutar de la tranquilidad de ser yo misma, a pesar de que otros no lo vieran. Me bastaba con saber que siempre y cuando pudiera tener mi espacio, sería feliz. Por un tiempo eso estuvo de lo mejor. Sin embargo; para cuando se cumplió un año, extrañaba ver cada uno de esos rostros que hacían compañía a lo que hoy sólo era una construcción donde vivía una familia, pero que no se sentía como una.

Me acostumbré. Digo, es lo mejor que pude hacer. Al menos sé que siendo independiente no me moriría de hambre. Tal vez si de soledad, pero no de hambre.

Cuando ya había cenado decidí que era hora de volver a mi habitación, pero el sonido de unas llaves en la cerradura de la puerta me hicieron detenerme en el camino. Mamá había llegado.

―¡Hayley! Ya llegué― anuncia mientras cierra la puerta detrás de ella. Me da una sonrisa honesta.― Cariño, quería hablarte de algo súper importante.

Esa es mamá. Una mujer espontánea y alegre, pero con muchas responsabilidades como para que su rostro se vea cansado la mayoría de las veces. Su cabello es naturalmente castaño, pero lleva reflejos rubios que combinan con sus ojos color miel.

―Hola mamá― me acerco hacia ella y le doy un abrazo.― ¿Qué pasa?

―Escucha mi niña― caminamos hasta sentarnos en el sofá.― Mañana es fin de semana, y yo te había dicho que podríamos pasar un lindo día y al final no lo cumplimos. Organicé mis horarios pasar todo el día contigo.

Abro mis ojos con ilusión.

―¿De verdad?

―Sí. Te lo debo después de todo. Además yo quiero pasar ese tiempo con mi hija.― me ve con amor.

Sé que mamá es una muy buena persona. El que esté muy ocupada y enfrascada en su trabajo no es su culpa. Después de un rato sube a su habitación y yo a la mía. Me hubiese gustado que papá estuviera aquí.

×××

A mi alrededor la naturaleza es hermosa. Mamá y yo estamos en un parque enorme que simula ser un bosque, por lo que los arboles abundan mientras pequeñas ardillas corren por las gruesas ramas. Amo esto. El respirar libremente y sentir la brisa golpear mi rostro es una sensación que amaría sentir por siempre. No pensé que a mamá le gustara esto, creí que iríamos a un centro comercial, a un teatro, o algo muy lo que parece ser su estilo. Estoy sorprendida de que estemos aquí.

―Hayley, no haz dicho nada en un rato, ¿qué pasa?

La miro y le doy una sonrisa.

―Me gusta mucho este lugar― asiente y observa a su alrededor.

―Supuse que te gustaría. Cuando tenía tu edad viví parte de mi adolescencia en un pueblo, luego tuve que estudiar la universidad y me mudé. Conocí a tu papá y luego nos quedamos aquí― sus ojos me enfocan.― Sé que tú y yo nunca hablamos, cariño. Y sé que no tenemos la mejor relación madre e hija, pero quiero mejorar eso.

Escucho con atención todo lo que me dice. Es la primera vez que mamá se abre a mí y me cuenta cosas de su pasado. Además no tenía ni idea de como conoció a papá, sabía que había sido en la universidad, pero nunca habían detalles.

―¿No extrañas ese pueblo?

―Tal vez lo haga, pero salí de ahí para luchar por una mejor vida para mí y quienes serían mi familia― toma mi mano y nos sentamos en una banca que se encuentra a un lado.― Escucha, Hayley, la mayoría de las veces puedo parecer una persona fría, pero no lo soy. Te traje aquí porque quiero que sepas que por muy ocupada que esté, si me necesitas yo tendré tiempo para tí, porque eres mi hija y eres lo más valioso que tengo.

―Yo no pienso que seas una persona fría. Y estoy feliz de estar aquí contigo, te quiero mamá.

―Yo te amo mi vida.

Permanecemos en silencio por unos minutos, y es muy lejos de ser incómodo. Esto me hacía falta. Confienso que siempre quise que fuéramos así, unidas, más que madre e hija seamos amigas. Nunca tuve de esas, supongo que debe ser lindo.

Luego de un rato, es mamá quien rompe el silencio:

―¿Tienes frío?― señala mi suéter. Mierda. Trato de esquivar los ojos de mamá. Ella no lo sabe, ni siquiera lo sospecha. Comienzo a sentirme mal de nuevo. No quiero mentirle, pero igual termino haciéndolo.

―Sí― me abrazo a mi misma.― Últimamente siento más frío, no lo sé, las temperaturas están bajando, supongo.

―Claro que no, las temperaturas están igual― me ve con sospecha, mi pulso se acelera un poco.― Bueno, no todas las personas tienen el mismo sistema.

Ahí damos por muerta la conversación.

Seguimos charlando un poco hasta que una ardilla llega hasta nosotras, no la tocamos por precaución, algunas no son amables. Mamá decide ir a comprarles comida en unos de los puestos que hay un poco más lejos. Yo decido quedarme. Me quedo observando la espalda de mamá mientras se aleja, hasta que un sonido me hace dar un respingo. Es mi teléfono. Es un mensaje de un número desconocido:

«Debo admitir que te pareces mucho a tu madre. Bueno, yo sólo estoy suponiendo que es tu madre pero en realidad no lo sé. Linda ardilla, por cierto.»

Mi pulso comienza a acelerarse y me asusto. Me asusto mucho. Instintivamente miro a mi alrededor buscando a alguien que pueda estar observándome, pero no encuentro a nadie. Otro mensaje.

«¿Qué? ¿Te asusté? Admito que no era mi intención, pero fue divertido.»

«¿Quién eres?»

«Tranquila, ¿quieres? Estoy detrás de tí.»

Volteo.

―¡Mierda!

×××

Bueeeno, no sé qué poner aquí.

Gracias por leer, recuerden dejar sus votos si les gustó el capítulo. Los tkm:)

Instagram: annevibesh

❤.

SWEATER © [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora