Parte 17-

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Un pequeño castillo se dibujo a lo lejos, el brujo paró su caballo y Bellatrix cambio de forma. 

-¿Por qué paras?-Bellatrix alzó la mirada al brujo que estaba concentrado en el horizonte. Bellatrix siguió la mirada de Marcus y se centró en el castillo que tenían en frente.Un pequeño castillo, de ladrillo.

-Hasta aquí llego yo.-el brujo indicó a su caballo que diera la vuelta-¡Buena suerte Bellatrix!-y dicho eso desapareció entre los arboles. Bellatrix lo vio desparecer y esperó a que anocheciera para continuar su camino. 

¿Por qué me ha dejado sola?-se preguntaba una y otra vez. 

Cuando llegó a la puerta seguía siendo de noche, así que decidió trepar al árbol más alto y se quedó apoyada en la rama más gruesa. Con la daga que meses atrás sus padres le habían regalado empezó a dibujar pequeños dibujos en el tronco del árbol y le vino a la mente aquellos días de instituto en su anterior vida cuando pintaba las hojas de los libros. Cuando acabó de poner la última letra de una palabra se quedo fijamente mirando, había escrito un nombre, su nombre, pero no Bellatrix, sino Beatriz. Con la misma daga lo tachó varias veces. 

El amanecer estaba casi sobre ella. ¿Como voy a quitarle la sangre?-pensó, y recordó que Alexander le había dicho que la sangre tenía que ser del hombre más joven del castillo. Cuando el sol salió Bellatrix estaba dormida apoyada en el tronco del árbol. El ruido del metal contra metal la despertó. Miró hacia el lugar de donde procedía aquel ruido. Se fijó en el patio del castillo, donde se concentraba un gran grupo de hombres, de niños más bien, niños con diferentes rasgos. Se fijó mejor. Mestizos.-pensóEstaban peleando entre parejas, unos contra otros. Oyó además voces de hombres más adultos gritando ordenes y corrigiendo a los luchadores. Aquello no era un castillo, aquello era un instituto de caballeros. 

Se fijó en la figura más menuda, había un niño de apenas siete años peleando contra un tronco, tenía rasgos humanos y pero también rasgos que a Bellatrix le recordaban a los elfos. Aquel era el niño más joven, era a él a quien tenía que quitarle la sangre. La cara se le puso blanca, era apenas un niño, no podía hacer eso. El niño estaba sudando y lleno de moratones, entonces miró hacia ella. Bellatrix se escondió entre las ramas del árbol, el niño ignoró que la había visto y siguió con su entrenamiento. Y yo me quejaba de tener que estudiar.-bajó de un salto del árbol y como una sombra se escabulló entre los arboles, dejando atrás el castillo y a aquel pequeño caballero.  

Cuando paró a descansar se apoyó en el tronco de una árbol y agradeció que fuera tan grande para taparla con su sombra. No es que el sol la dañase, pero llevaba horas corriendo debajo de su brillo, y notaba su piel ardiendo. Se acordó que llevaba una botella en un bolsillo del pantalón, era de un material parecido al plástico. Era en esa botella donde debería haber guardado la sangre. -¿Como me ha podido pedir algo así?- pensó arrogando la botella. Descanso un poco más y continuó su camino, no sin antes recoger la botella. -La llenaré de agua en el siguiente pueblo.-y siguió caminando.

Una vida después de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora