Querida Omega

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¡Hola! Aquí un pequeño anuncio de la autora, pero antes que nada daros a todos las gracias por los comentarios y los corazones que le habéis dado a la historia, los aprecio mucho💖.

Es por eso que os voy a dar este pequeño regalo que espero que alegre vuestra Navidad y que empecéis el fin de año con todo.

He de avisar que desgraciadamente el próximo libro no se publicará pronto, pero también quiero que sea mejor que este, y como sé que habréis crecido cuando lo publique, ellos también jaja.

¡Sin más, os dejo el Prólogo del siguiente libro, buena lectura!


Al escapar de la cocina junto a mi hermana no pude percatarme que un enorme pie se dirigía a toda velocidad en mi trayectoria, dándome un grabe golpe, tanto contra él como contra la pared que estaba a mi espalda.

Simplemente me quedé ahí, ahogando mis aullidos esperando a que mi hora llegase.

Abrí un ojo; vi a Dana escapar, había atacado en el brazo al cazador.

Como buen hermano pequeño quería ir junto a ella, aún podía distinguir su olor mientras se alejaba a pesar de todos los demás que pululaban en el aire.

Con un gran dolor en mi cuerpo me arrastré lentamente mientras aquellos hombres atendían a su compañero herido.

Pero no todo podía salir bien.

-¡Agh, el hermano, coño!- Gritó el malherido señalandome con su brazo bueno.

Una extraña sensación subió por todo mi cuerpo, como cuando alguien te persigue y empiezas a correr sin notar el cansancio. Me olvidé de mi dolor y simplemente arranqué a correr buscando con desesperación algún olor familiar.

Al salir de la casa pude escuchar como uno le decía a otro que me había perdido de vista en la oscuridad.

Los minutos pasaban y ese sentimiento desaparecía sustituyendolo de nuevo por el dolor. De pronto, escuché un agudo aullido a pocos kilómetros de donde me encontraba; era ella, era Dana.

El dolor había vuelto, pero no me importaba en absoluto, quería estar junto a ella, hacerla saber que no había muerto.

Que no estaba sola.

Mi nariz captó otro olor, algo que nunca olí, era... Contaminante. Pero faltaba poco, unos pocos metros, y entonces...

Se fue.

Su voz y su olor desapareció por la carretera al mismo tiempo que aquella cosa de metal blanca. Todo aquello sucedió demasiado rápido, pero no tanto como el llanto que afloró en mí.

Simplemente me quedé ahí observando.

Solo.

Querida Alfa [COMPLETO] {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora