5. Noche De Luna Llena

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Cruzamos el portal gracias a mi llave pasando las dos por la puerta para seguidamente abrir la que daba al recibidor y dejar las llaves en la pequeña mesita y encaminarnos al comedor.

Aquello era realmente repentino (y algo extraño ya que nos conocíamos de hace relativamente MUY poco), pero fue como un impulso involuntario invitarla a casa. Yo era demasiado tímida como para hacer eso, pero me sorprendí a mí misma... También estaba esperando que Mike y Lily no se enfadasen o algo parecido por traer gente a casa.

-Hola Dana,- Dijo Mike viniendo a saludarme. Se encontró con Mía y me miró algo sorprendido para luego pasar a sonreirle gratamente.- ¿Quién es tu amiga?

-Es Mía, se ha dejado las llaves y sus padres no vienen hasta las once.

-Anda, vaya faena.- Miró a su esposa, a lo que ésta le miró con aprobación. Afortunadamente no se molestaron.- Si quiere puede quedarse a dormir.

Las dos nos miramos sorprendidas. Era verdad que si sus padres llegaban tan tarde podría quedarse a pasar la noche, pero escucharlo salir de la boca de Mike me dejó algo traspuesta (y a Mía también viendo su expresión). La Luna llena no se iría hasta dentro de unas noches, pero hoy estaba extrañamente tranquila, además me apetecía que alguien se quedase en casa.

-Bueno, si no es mucha molestia...-Dijo con algo de vergüenza.

-Que va mujer. Nos alegramos mucho de que Dana traiga a alguien a casa, que menos que ser amables. Además, un día es un día.- Se fue a sentar a la mesa.

Las dos abandonamos el comedor para pasar por mí habitación a dejar las cosas y también aprovechar para enseñarle un poco la casa.

En general todo está bastante humilde. Desde que vivía con ellos no me había movido de ahí. Lily me contó que mi habitación era antes un lugar donde guardar trastos, así que aquella casa en realidad era para un matrimonio y no para una familia.

También le enseñé dónde estaba el baño por si necesitaba usarlo y algunas cosas más sin importancia.

-Tengo que advertirte de algo, porque creo que no es muy normal...- Dije rascándome la cabeza algo apurada.

-¿Que pasa?

-Ellos dos son algo... Religiosos. Así que te tengo que avisar de que ellos bendicen la mesa y esas cosas.- Me reí de forma nerviosa.

-Ah, no te preocupes, nunca lo he hecho pero no voy a negarme si me estáis ofreciendo comida.- Ese comentario hizo que me sacase una sonrisa.

Dicho eso volvimos al comedor donde nos sentamos para comer, no sin antes dar gracias por los alimentos. No pude evitar quedarme con los ojos entreabiertos para ver la expresión de Mía; estaba serena, con los ojos totalmente cerrados pero relajados, su respiración tranquila y parecía estar escuchando con atención, como si estuviera en una terapia de relajación. De algún modo eso me hizo sentir ternura.


Una vez acabada la ensalada de nuestro plato nos fuimos a mí habitación, que no pude enseñar antes adecuadamente debido a que solo vinimos a dejar las cosas y ojear un poco por encima (sin darme cuenta del tremendo desorden que tenía.

-Así que ésta es tu cueva.

-Sí, está algo desordenada, pero perdona es que no esperaba visita, es lo que tienen las cuevas.- Me excusé ordenando un poco la estantería llena de trastos.

Querida Alfa [COMPLETO] {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora