Supongo que esa mañana desperté aún más tarde que cualquier otra.
Probablemente debió ser porque ahora no tenía que ir al colegio y no tenía que despertar tan temprano para ir.
Me estiré un poco y salí de las sabanas para darme una ducha. Tomé mis cosas —las que consideraba necesarias— las introduje en mi bolso y salí de mi morada para dirigirme a la cafetería. Esa mañana había más clientela de lo usual, la mayoría parecían ser estudiantes festejando de las merecidas vacaciones de fin de curso.
Caminé hacia mi mesa, en la que solía sentarme cada mañana y vaya sorpresa la que me llevé; un chico estaba sentado en ella.
Dudé unos segundos en si ir y recriminarle ya que su aspecto no parecía muy amigable del todo.
Tenía un cabello finamente rubio peinado hacia arriba, unos ojos brillantemente azules, usaba una camiseta a cuadros rojos y negros y llevaba un piercing en su labio.
Lo más seguro es que era uno de esos tipos rebeldes y egocéntricos, pero, vamos, no se gana si no lo intentas.
"Disculpa.." Carraspeé, aclarando mi garganta un poco "Ésta es mi mesa."
Llevó su vista de su teléfono hacia mí, y comenzó a examinarme por unos segundos para después hablar.
"Oh, lo siento, ¿Tu nombre está grabado en ella? ¿Acaso hay algún documento en el que diga que solo tú puedes sentarte aquí?"
Esa respuesta no era algo que yo esperaba. No tenía humor para discutir con un desconocido, así que, sin más preámbulos di media vuelta dispuesta a salir de ahí, pero el agarre de su rápida mano en mi muñeca me detuvo.
"Sólo bromeaba." El chico soltó mi brazo y caminó hacia donde yo estaba.
"No suelo bromear con extraños." Respondí, tratando de sonar fría. No quería que el creyera que por el simple hecho de ser una chica y algo más bajita que él, me sentía vulnerable.
"Tendrás que acostumbrarte." Su voz sonaba algo irónica. Dio unos cuantos pasos más al frente quedando a unos escasos centímetros de mí. Decidí no responder nada y simplemente me quedé mirando cada parte de su rostro detalladamente. "Tranquila, puedes sentarte." Seguí mirándole por unos segundos más, para terminar sonriendo satisfecha mientras pronunciaba un ''bien'' e iba a sentarme a mi mesa.
Tomé la carpetilla del menú y comencé a hojearla aunque sabía que terminaría ordenando lo mismo de siempre.
El sonido de un carraspeo me obligó a mirar hacia aquel ruido; y era aquel chico, otra vez.
"¿Y ahora qué?" Pregunté extenuada de que él siguiera ahí. Él simplemente comenzó a jugar con el servilletero deslizándolo por la mesa de una de sus manos hacia la otra.
"Esperaba a que me invitaras a quedarme aquí, porque, por si no lo notaste, todas las demás mesas están llenas y yo llegué primero, y bueno, creo que tengo algo de prioridad." Negué con la cabeza mientras soltaba un leve suspiro. Este chico quería volverme loca.
"Tendrás que acostumbrarte a mi intolerancia." Alejé la cartilla de mi vista y comencé a golpear la mesa con la yema de mis dedos. "Bien, puedes sentarte."
Él finalmente sonrió y dejó caer su trasero en el asiento que se encontraba frente a mí.
"Así que.." Pronunció lentamente; probablemente esperando a que yo completara su frase.
"¿Así que?" Cuestioné, porque, sinceramente no tenía idea de a que se refería con su inexplicable “Así que”.
"Así que, ¿cuál es tu nombre? Háblame de ti." El chico arrastró su silla hacia atrás, permitiéndole estirarse un poco mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.
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cold coffee » lrh
FanfictionLuke, siempre golpeando su hombro impacientemente esperando a que ella llegara a desesperarse. Shay, pidiéndole constantemente que parara, pues, odiaba que le molestaran de esa forma. Pero ella sabía que, cuando se trataba de Luke Hemmings, no era t...