Capítulo 13- Pirotecnia

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El siguiente día ambos chicos pasaron la mañana limpiando todo lo que dejaron los festejos de navidad, cuando terminaron el castaño quería quedarse en el sillón jugando videojuegos el resto del día, pero Missael sugirió que fueran a una panadería a unos minutos de su casa, el lugar estaba un poco lleno, por lo que tuvieron que estacionar su carro hasta el final de la calle.

-Te gustara, venden, brownies, donas, galletas- comentaba entusiasmado el pelinegro mientras entraban al local

Fueron recibidos con olores dulces, de pan recién horneado y café, tomaron charolas para llenarlas de todo tipo de postres, galletas de chispas de chocolate, donas decoradas, pasteles con diferentes sabores y demás. Cuando llegaron a la caja empaquetaron su compra y el mexicano noto que ahora tambien vendían café así que pidió uno, tomaron las bolsas y salieron del lugar.

-Oh, olvide mi café- dijo el mayor deteniéndose a pocos pasos de la entrada- iré por él, puedes esperarme en el carro si quieres

Phillip continuó caminando por la acera cuando se topó con un vagabundo, el hombre parecía tener muy poco dinero recolectado, y el chileno no pudo evitar sentirse un poco mal por no traer cambio, pero quizás podría ayudarlo con algo de alimento.

-Disculpe, no tengo dinero en este momento, pero si lo que buscaba comprar era comida podría entregarle esto- dijo tendiéndole las dos bolsas que llevaba consigo- es algo de pan dulce

-Gracias muchacho, esto días la gente va tan rápido que es difícil conseguir algo de ayuda- hablo aquel señor sonriéndole- la he tenido difícil últimamente, así que esto me ayuda a preocuparme un poco menos

Cuando Missa salió de la panadería vio como Felipe conversaba animadamente con un hombre de aspecto algo descuidado, le gustaba la compasión que el chico mostraba por los demás, siempre veía la forma de alegrar a quien tuviera cerca; se acercó y al notar las intenciones que tuvo el castaño no dudo en darle su café y cooperar con un poco de dinero al vagabundo, se retiraron poco después para ahora conversar entre ambos al estar de regreso en el carro.

-Te pagare todo el pan que le di al señor cuando regresemos a la casa- habló el chileno

-No tienes que, me agrada que hayas querido ayudar

-Lo hare de todas formas

-Está bien, aún tenemos una bolsa que comer así que volvamos a casa

Al regresar hicieron lo que el menor quería más temprano, pasaron la tarde comiendo galletas, jugando videojuegos y riendo. Cuando comenzaba a anochecer la chilena regreso, su cabello ahora era de un rojo brillante, parecido al de las cerezas que hay en los pasteles; se dirigió a la sala para sentarse junto a ambos chicos quienes ahora se encontraban viendo una película.

-Amber, regresaste, tu cabello se ve genial por cierto- dijo alegre el castaño

-Gracias, me gusto bastante el resultado, ¿ustedes que estuvieron haciendo?

-No mucho, solo concretando nuestros planes para dominar el mundo a partir de hablar con los peces- contesto bromeando el mexicano, consiguiendo una risita del otro chico- de que te ríes, tomando en cuenta que la mayoría de la tierra es agua los peces serían nuestra mejor opción

Ahora los tres se encontraban carcajeando, y podría decirse que sus interacciones durante los siguientes días fueron algo parecidas, alejándose de las presiones que el futuro pudiera tener, conociéndose un poco más, incluso Mafer paso varias veces para salir con ellos; en algún momento Felipe sintió la necesidad de proteger aquella felicidad que estaba presente en él, inseguro si provenía del momento, lugar o personas, sabía que significaba algo, pero tampoco estaba seguro del cuánto.

Mi rosa blanca (Mr phissa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora