Heather?

14

POV TYLOR
Estos estaban siendo sin duda los mejores días de mi vida.

Pasar tiempo junto a Conan era todo lo que deseaba.

Ayer cuando terminamos la película, y consideramos que quizás ya era demasiado tarde para seguir acurrucados, acompañé al menor a casa.

Me había costado dormir porque en todo lo que podía pensar era en él.

Al despertarme lo primero que hice fue ir a darme una ducha.

Puse la playlist especial, su playlist.

Terminé de ducharme y vestirme.

Opté por unos pantalones sencillos acompañados de una gran y calentita sudadera, hoy hacía mucho frio.

Además, siempre que me ponía sudaderas grandes Conan perdía sus manos entre ellas, y eso era motivo suficiente para ponérmelas.

Salí muy feliz del baño teniendo en mente el recuerdo del rizado.

Cogí mi mochila asegurándome de que tuviera todo en ella.

-¿Donde crees que vas?- Me interrumpió mi madre.

No parecía enfadada, su tono era amable pero sus palabras me preocupaban, no recordaba haber hecho nada malo para que estuviera enfadada.

-¿Que pasa mamá?- Pregunté extrañado.

-¿No miras por la ventana al despertarte?- Dijo en tono sarcástico.
-Hay una fuerte nevada, las clases están suspendidas.-

Mi rostro se iluminó totalmente.

No había nada que me gustase más que los días de nieve, excepto un tal chico de pelo rizado del que ya he hablado mucho.

Dejé mi mochila de nuevo en la mesa.

-¿Puedo ir a casa de un amigo?- Pregunté con ojos de suplica.

-¿Que amigo?-

-Conan, es un buen chico, me enseña a tocar la guitarra y vemos pelis.- Dije intentando convencerla.

-Está bien pero a las 5 debes venir a casa para cuidar de tu hermana.-

-¡Gracias mamá!- dije abrazándola.

Acto seguido subí a mi habitación para llamar a Conan.

Mientras subía las escaleras escuche las voces de mi madre y hermana alejándose, seguido de un golpe que me indico que estaban cerrando la puerta.

Ya no quedaba nadie así que llame.

-Buenos días cariño.- dije en cuanto contesto al teléfono.

-Buenos días.- Dijo un poco adormilado.

-Las clases han sido canceladas.-

-¡Lo se!- Pude notar su entusiasmo.

-¿Quieres que venga a tu casa y pasamos el día juntos?- Pregunté sin más rodeos.

-¡Eso sería estupendo!- El menor casi grito.

Después de una despedida un tanto cursi me dispuse a coger las llaves y todo lo que necesitaba y dirigirme a casa de mi novio.

Al llegar llamé al timbre.

POV CONAN
Llamaron al timbre y supuse que era Tylor.

Me dirigí con pequeños saltitos hasta la puerta.

Al abrirla comprobé que mis sospechas eran ciertas y que era el mayor el que me esteraba al otro lado.

Lo deje pasar encantado.

-Hola.- Dije mientras el ojiazul se acercaba para responderme con un beso.

Creo que nunca podría cansarme de esto, de que me llamase cariño, de que me diera los buenos días con tiernos besos, de que colocara sus manos en mis caderas.

Pasamos una mañana tranquila.

Tylor me contó el loco sueño que había tenido esa noche.

Vimos alrededor de dos películas, la primera la vimos más que la segunda, ya que era constantemente interrumpida por inesperadas muestras de afecto.

Llevábamos un rato sin despegarnos el uno del otro.

No queríamos separarnos.

Estábamos tumbados en el sofá, y no nos encontrábamos en la posición más cómoda del mundo, pero era un momento tan dulce que no me atrevía a pararlo para decirle que me dolía la espalda.

En lugar de pararlo decidí hacer algo mejor, me senté a horcajadas suyas, mientras enterraba mi nariz en su cuello, justo en el espació que quedaba entre su clavícula y su mandíbula.

El me abrazó colocando cuidadosamente sus manos en mis caderas, yo me deje caer totalmente abrazándolo también.

Nos quedamos ahí por más de una hora, hablando, riendo, compartiendo algún que otro beso o simplemente disfrutando de la compañía del otro.

POV TYLOR
El acto imprevisto del menor me sorprendió, pero lo disfruté como nunca había disfrutado nada más.

Si lo tenía en mis brazos sentía que podía cuidarlo, protegerle de que nada malo ocurriese.

La mañana fue transcurriendo con normalidad.

El tiempo a su lado transcurría muy deprisa.

-Mis padres no van a venir.- Dijo sin salir de la pose que habíamos adoptado.
-¿Quieres quedarte a comer?- propuso

-Okey.- accedí enterrando aún más mis manos en sus caderas para que no se separase.

Se hizo la hora de comer y tuvimos que separarnos, por mucho que insistí en que una comida no era tan importante como tenerlo cerca, Conan no cedió y terminó por levantarse.

Me quejé y el menor me consoló diciendo que cuando termináramos podríamos volver a donde habíamos estado toda la mañana.

Me conformé con eso.

Preparamos unos espaguetis, con carne y tomate.

Nos divertimos preparándolos.

Conan manchó a propósito mi nariz con tomate para luego quitármelo con un dulce beso.

Comimos manteniendo una interesante charla.

No podía quitar mis ojos de encima de los suyos, eran perfectos, y adoraba ver como se achinaban sus preciosas perlas negras al sonreír o hablar de algo que le hacía verdadera ilusión.

Cuando terminamos de comer recogimos todo juntos, y mientras yo acababa de cerrar el grifo, Conan estaba empezado a reproducir música en la radio.

Cuando acabé me gire para contemplarlo y lo descubrí bailando.

Me acerqué hasta donde estaba y me uní a él.

Bailamos como si fuera la única cosa que importaba.

Cuando la canción terminó, tenía la mano de conan sujetada, la cual levante por encima de su cabeza haciéndolo rodar sobre si mismo.

Cuando terminó de dar la vuelta lo acerqué a mi abrazándole por la cintura.

El enroscó sus brazos en mi cuello.

La siguiente canción empezó a reproducirse.

Estábamos tan perdidos en la melodía y el compas de nuestros besos, que ni tan solo nos dimos cuenta de cuando la puerta de entrada se abrió.

Del otro lado de la puerta se encontraba la madre de Conan.

Con el ceño fruncido y la boca muy abierta nos observaba con sorpresa.

-¿Conan?- Balbuceó la mujer.