Genave
Aún no podía creer que me encontraba en un vuelo camino a Rusia. Mi padre no estuvo del todo de acuerdo con ese viaje y cuando se lo comenté a Gina la verdad es que se veía realmente preocupada, pero aquello era parte de mi trabajo, era por lo que tanto había luchado y esperaba que Rubén se limitará a dejarme hacerlo. Tenía miedo debía admitirlo, porque no sabía de lo que podía ser capaz aquel hombre.
Busque a mí alrededor una pancarta que pusiera mi nombre en cuando salí del chequeo del aeropuerto y la visualice en la lejanía. El nombre estaba mal escrito ponía Génova Stevens, pero cuantas Stevens podrían arribar en aquel aeropuerto aquella noche, así que deduje que se trataba de mí y me aproxime aquella persona. Lo mire con sospecha y este se apresuró a tomar mis maletas, sabía que trabajaba para él, todo en aquel hombre emanaba aquella frialdad que envolvía a Rubén, así que lo supe en aquel mismo instante.
—Me quedaré en el hotel del centro de la ciudad —dije sin saber si iba a entenderme, entonces me sorprendió con una aterradora sonrisa de medio lado.
—Suba —demandó con aquel acento tan marcado, seguí sus órdenes y otro tipo me recibió dentro del vehículo.
—De aquí en adelante tiene que tener los ojos vendados —dijo mostrándome la venda en color negro que tenía en las manos, el corazón se me fue a los pies.
—Pero, solo voy al hotel —los dos se miraron con complicidad y entendí que mi destino era otro lugar.
—Por órdenes del señor usted debe ser llevaba a su mansión, todo lo que necesite para trabajar se le será suministrado allí —apreté los dientes con fuerza y deje que me colocara la venda en los ojos. Ya estaba hasta el cuello con esta situación, me encontraba absolutamente jodida.
El vehículo se puso en marcha y trate de mantener la serenidad. No podía ponerme histérica, nadie me había obligado a venir, así que no podíamos alegar un secuestro, había pruebas suficientes para darse cuenta de que había venido por mi cuenta, simplemente suplique que aquel viaje terminará pronto. Me sentía un poco agotada y al no poder ver nada decidí que era mejor perderme en la oscuridad que cubría mis ojos y descansar hasta nuestra llegada aquella casa, sabía que los planes de aquel hombre eran macabros, pero el camino no le sería tan fácil, yo realmente no se lo pondría en bandeja de plata.
***
Abrí los ojos despacio solo para darme cuenta de que me encontraba recostada plácidamente sobre una cama con sábanas de seda. Mire a mi alrededor y vi mis maletas en un rincón, sobre ella descansaba la chaqueta que llevaba puesta y mire mi cuerpo asustada, pero me encontraba completamente vestida y eso me alivió, aunque eso no quitaba lo nerviosa que me encontraba. Me senté sobre la cama y observe detenidamente aquella habitación, era más grande que la sala de descanso en casa, así que ya me hacía una idea más o menos de la inmensidad de aquel lugar.
Camine hacia donde se encontraban mis maletas y busqué el teléfono en mi bolso, tenía tres llamadas perdidas de Darla y una de mi padre, aquel cambio en mi relación con ella la había convertido en una mujer sobreprotectora, aunque no de manera intencional siempre lo había sido. Cuando era pequeña casi no me dejaba jugar afuera para que no saliera lastimada, si bien lo hacía para que mi padre no tuviese que quejarse, muy en el fondo sabía que también sentía cierto afecto por mí.
—Veo que has despertado —me lleve las manos al pecho por el susto que me había provocado aquella presencia.
—Existen pasadizos secretos o algo por el estilo, porque juro que hace un momento usted no estaba aquí señor Patrovick—Sabía que tratarlo de manera formal lo molestaba, pero él era un cliente y yo una empleada, era mejor mantener aquella distancia.
Sus ojos grises me recorrieron de arriba abajo y pude ver el deseo candente en su mirada. La temperatura parecía haber subido en aquella habitación y cuando se mostró en todo su esplendor ante mí no podía creer lo que veía. Se encontraba completamente desnudo, nada cubría su cuerpo y aquello disparó mis pulsaciones, dándome a entender cuanto me afectaba. Unos pequeños tatuajes cubrían su pecho y uno en particular se encontraba en la parte baje de su abdomen, tentadoramente en esa parte que lleva el camino justo a su miembro.
—Sé que te gusta lo que ves —le di la espalda y trate de salir de aquella habitación, pero me envolvió rápido y fuerte con sus brazos por la cintura y pude sentir como su erección rozaba mi espalda.
—No voy a obligarte a nada —susurro sobre mi nuca y odie haber recogido mi cabello porque cada parte de mi cuerpo se estremeció —Solo no colmes mi paciencia y me hagas cambiar de opinión —Pude sentir la amenaza en sus palabras y sus brazos me liberaron en aquel momento, escuche como se perdían sus pasos en lo más recóndito de aquella habitación. Había ido a parar a la boca del lobo y sabía que sería devorada por él.
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El lado oscuro del placer (Libro #2 serie Oscura +18 ) Disponible en Amazon
RomanceGenave Stevens había comenzado con buen pie su carrera como abogada y las cosas entre Darla y ella habían comenzado a mejorar, pero nunca imagino que aquel viaje a Italia para cuidar de su hermana le haría perder la cabeza por un hombre prohibido. S...