Capítulo 13. El cazador y la presa

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Genave

Miraba el reloj que colgaba en aquella pared y parecía haberse detenido. Esperaba con ansias el amanecer para tomar aquel vuelo de regreso a casa, pero también tenía el incomprendido deseo de verlo una última vez, sabía que esto había sido lo mejor, no había forma de que no lo fuera, poner distancia ahora antes de que mi corazón sufriera era lo mejor para mí. Un golpe seco en la puerta me hizo apartar los ojos de aquel reloj, pero me quedé allí tirada sobre la cama, eran pasadas la una de la madrugada y nadie más que Rubén sabía que me encontraba en aquella habitación de hotel, así que decidí que era mejor no abrir.

—Genave —Escuche llamar aquella voz del otro lado de la puerta, una que no era la de Rubén.

Me puse de pie y camine hacia ella la abrí despacio y me encontré de frente con la mirada de Marco, una que no se parecía a alguna que yo allá visto antes. Termine de salir y cerré la puerta detrás de mí, no tenía tanta confianza en él como para invitarle a pasar y saber que su familia tenía que ver con los Patrovick me hacía tener aún más resistencia.

— ¿cómo supiste que estaba aquí? —le pregunté mientras llevaba mi mirada a ambos lados del pasillo.

—Te vi llegar más temprano, mi familia y yo nos estamos hospedando en este hotel —Se quedó en silencio por un momento, pero al mirar sus ojos sabía que no estaba aquí para decirme que se hospedaba aquí con su familia —No lo entiendo Genave —dijo y el tono de su voz cambió de manera rotunda.

— ¿Qué no entiendes Marco? —Pregunte un poco ansiosa — ¿A qué has venido realmente? —continúe con notable incomodidad.

—Me dejaste porque mi familia tiene algunos asuntos fraudulentos y ahora resulta que te revuelcas con el mafioso más peligroso de toda Rusia, eso es lo que no entiendo —no sabía con qué derecho se atrevía a cuestionarme y encima de eso ofenderme, pero estaba algo agotada de todo esto, me encontraba hasta el cuello de toda esta situación, estaba harta de tener que dar tantas explicaciones.

Trate de entrar nuevamente en la habitación pero coloco su mano sobre la puerta reteniendola y al estar tan cerca pude tener una pista del estado en que se encontraba, olía alcohol y a perfume barato, allí me di cuenta de que no se encontraba en sus cincos sentidos, trate de empujarlo, pero pego más su cuerpo al mío impidiendo que me moviera y rogué porque alguien pasara por aquel pasillo, pero al parecer mis ruegos no serían escuchados.

—Rubén Patrovick nunca había hecho una escena por una mujer, nunca antes lo había visto tan molesto al muy maldito, entonces lo vi en sus ojos eres más que la puta del momento para él, tú le has robado la tranquilidad —sus manos acariciaron mi cabello y luego sentí algo metálico clavarse en mi espalda. Y sentí miedo, mucho miedo, no solo por mí, sin poder evitarlo también sentí miedo por Rubén.

—No tenemos nada, puedo jurarte que no pasa nada entre nosotros, por Dios soy abogada y él solo un cliente —clavó aún más la pistola en mi espalda y trate de no provocarlo, no sabía de lo que podía ser capaz.

Se escucharon pasos aproximarse, seguido de unas cuantas voces, él se separó rápidamente de mí y yo aproveche para ponerme a salvo en el interior de aquella habitación. Todo fue silencio por un largo momento y solo podía escuchar mis latidos retumbar con fuerza en los oídos, pero otra vez tumbaron la puerta y me quedé allí con las manos en el pecho, esperando que aquel hombre al final se marchara.

—Estás condenada, me escuchaste Genave y es mejor que sea yo, porque los otros no serán tan indulgentes —golpeó la puerta de manera estrepitosa y me estremecí. Sentí el extraño deseo por un momento de correr detrás de él y preguntarle que quería dejar dicho con aquellas palabras, pero preferí quedarme con la duda, esperando con ansias que el sol saliera por el horizonte.

***

Deje instrucciones para que todo le fuese debidamente entregado al señor Patrovick y salí del hotel a primera hora de la mañana procurando evitar encuentros indeseados. El frío me había quemado las mejillas y contaba las horas que faltaban para al fin estar segura en casa, aunque después de lo pasado esta madrugada sabía que quizás ningún lugar al final fuese seguro.

Había enviado un mensaje a Noah con la noticia de mi regreso el cual contestó con un "Te estas poniendo loca" y lo deje en visto, no sabía a qué estaba jugando aquel hombre y le agradecía el haberme dado la oportunidad de ser parte de su firma, la mejor de todo Nueva York, pero no estaba dispuesta arriesgar mi reputación por quedarme allí, no podía dormir siquiera sabiendo que estaba trabajando para un delincuente y uno que se estaba metiendo bajo mi piel.

Pasajeros con destino a Nueva York favor abordar por la puerta 4 —Escuche decir por los altoparlantes y el mensaje se repetía en diferentes idiomas. Me apresure a entrar en aquel avión, sentía que si pasaba un minuto más allí algo malo podía pasar.

Respire aliviada y me acomode en aquel asiento mirando como comenzaban a caer los primeros copos de nieve de ese día. El viaje seria largo, pero valía la pena toda aquella travesía porque al final estaría de regreso en mi hogar, la experiencia en Rusia había sido intensa y perturbadora, esperada realmente que Rubén se quedara quieto donde estaba, porque cuando entendí el significado de las palabras de Marco, supe que no solo yo podría estar en peligro si continuaba con aquella locura, mi familia también podría verse afectada y eso sí que nunca me lo perdonaría.

—Podría por favor ponerse el cinturón —dijo amablemente una de las asistentes de vuelo —Se esperan turbulencias —le agradecí con una sonrisa y tome rápidamente el móvil para apagarlo, pero tenía una notificación en la bandeja de mensajes.

"Recuerda que para el cazador, la presa es su único objetivo donde quiera que esta se esconda" —Y allí lo comprendí, podía escapar de Rubén, pero nunca esconderme.

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