Genave
Arsher se había ofrecido amablemente a escoltarme a casa aquella noche, yo había insistido en que no era necesario, puesto que no había tomado un solo sorbo de cerveza, pero al final aquel hombre siempre lograba convencerme por eso era tan bueno en su trabajo. Las luces de la sala de descanso estaban encendidas y sabía que mis padres las habían dejado así para que no tuviese inconveniente al buscar las llaves en mi cartera. Arsher se bajó detrás de mí y me acompañó hasta la puerta, era demasiada extraña aquella situación y el hombre frente a mí era todo un enigma.
—Sana y salva—dijo con voz profunda y no sé porque me sentí tan avergonzada frente a él.
Busque las llave con prontitud, pero sus manos se posaron sobre las mías deteniendo mi búsqueda. Si tenía alguna duda, ahora mismo había quedado del todo clara, no le era para nada indiferente al hombre frente a mí, pero yo, a pesar de sentirme atraída no podía pensar en él más allá, lo veía solo como mi jefe, un patrón a seguir, pero no podía permitir que aquello rebasara los límites. Aparte mis manos de las suya y saque las llave de mi bolso, su rostro cambió de manera radical, pero realmente no quería que malinterpretara las cosas.
—Es tarde Arsher, es mejor que te vayas a tu casa—me apresure abrir la puerta y este hizo un nuevo movimiento y me cubrió con su cuerpo. Podía sentir su respiración sobre mi cuello y el calor que emanaba su cuerpo, pero nada se comparaba y sabía que en algún momento de mi vida tendría que olvidar a Rubén, pero por ahora no podía, ni quería hacerlo.
Abrí la puerta y puse distancia entre nosotros, podía ver la confusión en su rostro, pero no estaba lista para contarle el porqué de mi rechazo, eran cosas que guardaba en lo profundo de mi corazón y que por ahora era mejor dejarlas donde estaban, solo esperaba que mañana las cosas no estuvieran raras entre él y yo, aunque también sabía que Arsher no se rendiría, no era de los que lo hacían a la primera. Había escuchado algo en los pasillos sobre su tenacidad, no sólo en los tribunales, sino también en su vida diaria.
—Descansa—dijo mientras me daba la espalda, yo cerré la puerta detrás de mí y respire aliviada.
Apague la luz y lleve mis pasos a la habitación. Estaba agotada y no solo por la audiencia de aquel día, aquella presencia me había robado todas las energías, era como si él estuviera reprochándome el hecho de que estuviera siguiendo adelante con mi vida, aunque aquello era algo ridículo, fueron sus palabras aquel día, él fue quien me dejó ir y tampoco tenía que claro si todavía vivía. Y creo que aquel era el motivo por el cual no podía darle un cierre a toda aquella historia. Saque el móvil y pensé marcar el número de Gina, ahora mismo era de día en Italia así que no habría ningún inconveniente con aquella llamada, pero en vez de su número marque otro muy diferente.
El primer timbrazo me dejo confundida. La última vez que había marcado aquel número decía no estar disponible, pero ahora sonaba como si se encontrara de nuevo y no tuve las fuerzas para esperar que lo tomaran, si es que lo hacían, estaba aterrada tan solo con la idea. Me quité los zapatos y me metí con todo y ropa bajo las sabanas, solo pensaba en la cercanía de Arsher y en aquel hombre oculto bajo la oscuridad de aquella noche, entonces el teléfono comenzó a vibrar en mis manos
—No puede ser—dije en voz alta, me lleve las manos a la boca y sentí las lágrimas aproximarse a mis ojos ¿era él? ¿Podría ser aquello posible? Y tan solo imaginarme escuchar su voz de nuevo hizo que mi corazón palpitara de manera precipitada y allí lo confirme. Nunca nadie me haría sentir tanto, nunca nadie podrá adueñarse de mi piel como lo hizo Rubén.
—Sí—dije con voz temblorosa.
—Ese hombre—lo escuche decir con su inconfundible voz, con aquel tono brusco y amenazante—Es mejor que mantenga sus manos alejadas de ti—no podía creer que lo estaba escuchando y que era el mismo celoso de siempre, pero algo me puso alerta ¿cómo demonios sabia de Arsher?
— ¿Me estas asechando? —pregunte y por primera vez preguntar aquello no me hizo sentir asustada, estaba eufórica ante el hecho de poder verlo de nuevo.
—Nunca he dejado de hacerlo Genave ¿te estas olvidando de quién soy?—y él parecía no entenderlo, no comprendía que lo único que no podía hacer en la vida era olvidarlo.
— ¿Dónde estás? —pregunte sin poder evitarlo, pero no sé porque presentía que estabas más cerca de lo que me podía imaginar.
Escuche unos pasos frente a mi puerta y aparté las sábanas que me cubrían. Estaba teniendo un Deja Vu o esto era algo que había soñado, solo esperaba que al abrir la puerta no fuese solo una absurda fantasía y que todo aquello solo estuviera en mi cabeza. La puerta comenzó abrirse despacio y aunque todo estaba envuelto en una profunda oscuridad no se me hizo para nada difícil reconocer la figura que tenía frente a mí, la misma que había visto en la calle aquella noche.
—Solo llegas así, sin más, luego de que pensé...—dije con reproche, pero no pude seguir hablando. Él entró en la habitación cerrando la puerta detrás suyo, sus ojos eran como dos cuencos profundo que brillaban en aquella oscuridad y yo sentí mis pulsaciones acelerarse, era demasiado intenso lo que me hacía sentir aquel hombre, mi cuerpo simplemente no era dueño de sí mismo cuando él estaba cerca.
—Ahora déjame demostrarte cuanto te he extrañado— Soltó mi cabello y los acarició suavemente con sus manos, mientras se hacía camino hacia mis labios y justo en aquel instante sentí que podía respirar de nuevo.
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El lado oscuro del placer (Libro #2 serie Oscura +18 ) Disponible en Amazon
RomanceGenave Stevens había comenzado con buen pie su carrera como abogada y las cosas entre Darla y ella habían comenzado a mejorar, pero nunca imagino que aquel viaje a Italia para cuidar de su hermana le haría perder la cabeza por un hombre prohibido. S...