Capítulo 22. Inocencia y virginidad

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Rubén 

La deposite delicadamente sobre la cama y rápidamente deslice mis manos por debajo de su blusa, provocando que cerrara los ojos ante mi roce y yo ya me encontraba duro como una piedra con solo mirar sus pezones endurecidos. Quería borrar esta noche de su mente y el hecho de que mi vida y la suya eran demasiados distintas, Genave y yo encajamos a la perfección, una muestra de eso era como nuestros cuerpos reaccionan al encontrarse.

—Quiero que te dejes llevar —dije sobre sus labios, mientras le quitaba aquellos pantalones cortos que la cubrían.

No tenía ropa interior y aquello encendió más la llama que comenzaba a crecer dentro de mí, había sido atrevido y excitante, sabía que estaba lista para recibirme, pero primero deseaba jugar un poco con su cuerpo. Le había pedido a Jotrov que trajera mi maleta. Aunque mi intención principal al venir aquí era protegerla, no había podido resistir la tentación de traer algunos juguetes sexuales, siempre me imaginé usándolos con ella, dándole un placer que nunca imaginó.

Tome aquellas cuerdas en color negro, mis favoritas y un estimulador de clítoris que nunca antes había utilizado. Me observó caminar hacia ella mientras se quitaba aquella blusa de franela quedando ahora sí, completamente desnuda. Tenía unas pinzas para esos rosados pezones, pero no quería asustarla y mucho menos causarle dolor, todo lo que deseaba era poner a volar su mente.

— ¿Vas amarrarme? —preguntó y pude sentir cierto temor en sus palabras.

—Confía en mí y déjate llevar —dije dejando un beso en su bajo vientre mientras me colocaba encima de ella.

Le pedí que pusiera las manos juntas al frente y no dudo en hacerlo. Me encantaba ver la expectación en su mirada y como su pecho subía y bajaba con la respiración acelerada. Su pulso se había disparado, pude sentirlo cuando comencé amarrar sus muñecas y ella se removió un poco inquieta, inmovilice sus piernas usando las mías y la observe fruncir el ceño, Genave no estaba acostumbrada a la sumisión, pero hoy quería hacerle ver que no tenía por qué tenerle miedo a lo desconocido.

Deje un trozo de cuerda y lo sujete firmemente al respaldo de la cama. Fui de nuevo a la maleta y saque aquellas correas de cuero para sujetar sus piernas y la observe abrir los ojos con sorpresa, pero no quería vendar sus ojos , quería que viera cómo jugaba con cada parte de ella y hacerla desearme mucho más. Sus piernas se encontraban flexionadas y las coloque de manera firme para amarrarlas. La escuche gemir cuando las apreté y trato de moverlas, pero fue en vano, ahora mismo Genave Stevens estaba completamente a mi merced.

Tengo miedo —susurro, al tiempo que yo me deshacía de aquellos pantalones liberando mi erección de aquella prisión y la mire morderse los labios, trate de mantener la furia que corría por mis venas a raya, porque Genave aún no estaba lista para ver aquella parte de mí.

Le mostré de manera burlona el estimulador y el sonido vibrante de aquel pequeño aparato llenó la habitación. Me encantaba el color negro, era mi favorito a decir verdad y siempre llegue a pensar que ese pequeño detalle reflejaba siempre como me sentía por dentro, como la oscuridad reinaba dentro de mi convirtiendo todo lo que soy en su ser oscuro y despiadado, alguien a quien le habían arrancado el corazón. Y desde el preciso momento en que pose mis ojos en la mujer que se encontraba atada sobre aquel lecho, había comenzado a cuestionar todo aquello.

Deslice el aparato por sus muslos desnudos, provocando que un gemido escapara de su garganta y luego pase uno de mis dedos sobre su coño para corroborar lo preparada que se encontraba, lamí mis dedos saboreando lo salado de su secreción y aquello solo alimento mucho más mis ganas por estar dentro de ella. Use mis dedos para separar los labios de su coño y coloque despacio aquel aparato sobre su clítoris, soltó un grito placentero y tuve que sostenerme a los barrotes de la cama por el deseo desenfrenado que sentí en aquel momento de penetrarla duro y sin piedad.

—Quiero que lo hagas —dijo mientras yo hacía círculos sobre su coño haciéndola soltar un grito detrás de otro.

— ¿Qué quieres que haga? —pregunte tentando el terreno , mientras el líquido se derramaba sobre la punta de mi pene y no pude resistir la tentación, me coloque en su entrada.

—Jodeme Rubén —dijo con vulgaridad y vi algo distinto en sus ojos, un oscuro deseo que nunca antes había visto —Cógeme ya —sentenció y pase aquel estimulador por la punta de mi pene ante su intensa mirada.

—Ya no podrás deshacerte de mí —afirme empujando suavemente en su interior, su coño estaba demasiado apretado y pude ver como cerraba los ojos ante aquella sensación de dolor, Salí despacio aunque no quería hacerlo, solo para dejar que se acostumbrara aquella nueva sensación. Una mancha roja bañaba mi miembro.

—No quiero hacerlo —pronunció y solté rápidamente sus piernas para que pudiese enredarlas en mi cintura, mientras volvía a llenarla con mi longitud clavando mis dedos en sus muslos, para no correrme en aquel mismo instante, porque me encontraba perdido, con la inocencia y virginidad de aquella mujer.

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