Capítulo 31. El verdadero poder

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Genave 

Abrí los ojos despacio y me encontré arropada por una terrible oscuridad, sentí el corazón saltar en mi pecho y traté de acostumbrarme aquella penumbra, pero era prácticamente imposible, entonces a mi mente llegaron los perturbadores recuerdos que solo proyectaban mi mente sangre y muerte, fue algo aterrador. Trate de moverme, pero una mano se posó sobre mi vientre y en unos segundos aquella habitación se iluminó con una luz tenue, el hombre a mi lado me miraba preocupado.

— ¿Dónde estoy? —pregunte, porque sabía que me encontraba en cualquier lugar menos en Nueva York. Toque cada parte de mi por puro instinto, pero no recuerdo que aquel hombre me hubiese lastimado y aquello era mucho más aterrador, porque eso solo evidenciaba que lo que estaba por venir podría ser mucho peor.

—Estamos en casa de mi madre en Italia—trate de bajar de aquella cama, pero lo impidió tomándome del brazo—Sé que te lastime Genave, pero en ese momento estaba asustado—No podía creer lo que me decía ¿Por qué a qué podía temer Rubén Patrovick?

—Esto es demasiado confuso, tengo tantas cosas, imágenes horribles dando vueltas en mi cabeza, tu diciéndome que era solo un juego para ti y Tiffany—cerré los ojos y vi el cuerpo de la chica ensangrentado en el piso del ascensor, luego solo recuerdo la oscuridad— ¿Qué hacemos en Italia?—pregunte ahora sí alejándome de él, sabía que todos sus negocios los tenía en Rusia, entonces ¿Por qué estábamos aquí?

—Tengo que solucionar lo de Marco—lo mire aterrorizada, porque a pesar de todo no quería que el hombre frente a mi saliera lastimado— ¿Puedes confiar en mí esta vez? —se sentó sobre la cama y me llevó hacia él, sus manos acariciaron mi cintura y se deslizaron por debajo de aquella fina bata. En las últimas horas habían pasado demasiadas cosas y quizás estaba vulnerable, pero su tacto era tan cálido y tranquilizador que no le impedí que me tocara.

Sus labios besaron mi vientre y sentir su respiración allí causó un ligero cosquilleo. Sentí mis pezones ponerse duros y una sensación arrolladora se apoderó de mi entrepierna. Rubén me miraba con mucha atención con sus ojos oscuros y sabía que estaba tentando mi ánimo, pero si decía que no lo deseaba aquí y ahora, estaría diciendo una de las mentiras más grandes de mi vida.

—Se mía, solo mía—pidió y sentí aquella petición tan pesada, era como una súplica, como si presintiera que esta era la última vez que estaría en sus brazos, pero no podía ser así, ya no había vuelta de página en nuestra historia y ahora le estaba dando mi voto de confianza.

Tomó los tirantes de aquella bata y esta se deslizó sobre mi piel cayendo a mis pies. Ya no me daba vergüenza mi desnudez delante de él, al contrario me sentía hermosa y deseada, era algo que nunca antes había sentido con ningún otro hombre. Abrió mis piernas y se arrodillo frente a mí, sus dedos acariciaron mi coño y luego vi como los lamia saboreando y provocando con aquello que me sintiera mucho más excitada, metió la cabeza entre mis piernas y con su lengua comenzó a lamer sin piedad, chupo tan fuerte que tuve que meterme el puño en la boca para ahogar mis gritos, Rubén sabía cómo dominarme, esta era su erótica y loca forma de controlarme.

Nos dejamos caer sobre la alfombra y lo escuche susurrar algo entre dientes, bajo aquellos pantalones hasta su cintura dejando escapar su pene y mostrándome cuan duro estaba, su virilidad era un deleite ante los ojos y sentí celos por un instante de aquellas mujeres que pudieron disfrutarlo primero y supe que mi rostro se había ensombrecido cuando él se acercó a mí y dejo un beso sobre mi frente.

—Eres a quien deseo con locura Genave, nunca antes había deseado tanto a una mujer en mi vida, tanto que pareciera que no puedo saciarme de ti—lo tome por el cuello y besé sus labios, los besé con desesperación, quería arrancar toda esta mierda que nos perseguía, porque nuestros cuerpos encajaban a la perfección y era lo único que necesitaba.

Entró en mí con rudeza y contuve la respiración, aún era una sensación a la que debía acostumbrarme, pero no pasó mucho tiempo para que pudiera adaptarme. Sus movimientos me llenaron y enloquecieron, su pene se movía de manera experta dentro de mí y me obligo a mirar como entraba y salía de mí coño, aquello realmente fue una locura, sentir como me llenaba, mirar como lo hacía puso mi cabeza a volar. Gemí de placer mientras este me tomaba por las caderas y me sentaba encima de él, nos dejamos envolver por aquella candente pasión que encendía nuestra piel y moví mis caderas provocando que sus dedos se clavaron en mi piel, chupo y lamio mis pezones y sentí como todo mi cuerpo se estremecía anticipando mi orgasmo.

—Tú eres donde quiero estar Genave—dijo y pude ver un brillo en su mirada que iba más allá de la excitación y el placer que pudiese estar sintiendo. Era sinceridad.

—Y tú eres todo lo que necesito, malo o bueno eres el único que quiero y deseo—su lengua se encontró con la mía y seguimos moviéndonos al mismo ritmo, sin perder el compás, siendo uno solo sobre aquel suelo alfombrado.

Y por primera vez lo entendí. Amaba ser abogada había sido siempre mi pasión y si existiese un equilibrio entre su mundo y el mio no dudaría en hacerlo funcionar, pero si eso no era posible estaba dispuesta arriesgarme a dejar todo atrás y seguir a este hombre quien me había robado, quien se había apoderado de mi piel y lo seguía haciendo con cada toque suyo, cada beso, cada mirada, era imposible no estar total y rotundamente enamorada de Rubén. Solté un grito y me deje abrazar por aquel orgasmo, uno de los más deliciosos y placenteros después de haber vivido todos aquellos momentos terribles.

Nos quedamos abrazados y sabía que aquel abrazo tenía un gran significado, si Rubén iba detrás de Marco eso significaba que uno de los dos tenía que morir, porque las dos mafias nunca más estarían en paz y una de las dos debía demostrar cuál era la más poderosa, al final esta era la que iba a comandar. Y quizás lo que iba a decir iba en contra de todos mis principios y la moral que siempre me empeñe en cuidar, pero esperaba que el hombre en mis brazos pudiera salir victorioso y demostrara quien tenía el verdadero poder.

El lado oscuro del placer (Libro #2  serie Oscura +18 ) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora