Capítulo 44. Desenmascarar

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Genave 

Arsher camino hacia la puerta y cerró la misma despacio detrás de él. Su mirada había evidenciado una verdad que no me atrevía a pronunciar, porque aquel hombre era el ejemplo a seguir de tantos jóvenes que soñaban con llegar algún día donde él se encontraba y yo estaba conociendo lo amargo de este camino. Nunca pensé que ser abogada iba a ser tan peligroso. Se detuvo frente a mí y me recorrió con la mirada, di un paso atrás y marque mi distancia.

—Me dirás la verdad—dije y sabía que podía notar mi molestia.

— ¿Qué verdad?—preguntó haciéndose el estúpido.

—La de porque me contrataste—camino hacia su silla y se sentó de manera paciente sobre ella. Arsher podía ser desesperante y me había dado cuenta que era su forma de decir que él tenía el control.

—Siéntate Genave—dijo con aquella amabilidad suya y al fin comprendí que era una falsa.

—Solo dime de una maldita vez ¿qué hago aquí?—me crucé de brazos y esperé impaciente su respuesta.

—No te creas demasiado importante Genave Stevens. El señor Fiorella y yo tenemos un trato, él me ayuda y yo lo ayudo, tu único trabajo es facilitarnos información—No podía creer su descaro, pero debía admitir que ya nada me sorprendía. Me di la vuelta y camine hacia la puerta, porque de chantajes y ser utilizada me encontraba cansada.

—Puedes irte, no estas obligada a nada, pero si sales por esa puerta, ahora sí, te puedes ir olvidando de tu corta carrera como abogada—me detuve dándole la espalda y por primera vez sentí que ahora si estaba acabada. Era una sensación indescriptible, como cuando te caes al suelo y la gente en vez de ayudarte se burla de ti y te pisotea, así me sentía. Como una burla, como el número principal de un circo barato.

—Tú y Noah Corts son de la misma calaña ¿lo sabías?—una risa sarcástica lleno aquel pequeño espacio y a mí se me pusieron los pelos de punta.

—Noah era solo un peón señorita Stevens, yo controlo todo—Este era uno de esos momentos en los que me preguntaba ¿Por qué no había estudiado negocios como sugirió mi padre?

—No obtendrás nada de mí, Arsher William—mucho menos si aquello podría perjudicar a Rubén

—Tú no entiendes nada o crees que no estoy al tanto de tu relación con ese mafioso Ruso—mi mano resbaló del pomo de la puerta y me giré hacia él para enfrentarlo nueva vez.

Una lagrima rodo por mi mejilla y recordé cada palabra que Rubén me había escrito en aquel mensaje "Estoy muerto y así se debe quedar" así que era posible que Arsher no estuviese al tanto de aquel pequeño detalle y aquello era ventaja, pero lo que no podría ocultar o desmentir era la relación que yo tenía con Rubén, de todas maneras el maldito sabía demasiado. Me acerque un poco más, sin apartar mis ojos de los suyos y fue tan perturbador ver aquella frialdad, percibir tanta indiferencia de su parte.

—Está muerto—dije sin más—Rubén Patrovick está muerto—cambió el semblante de su rostro y me miró con sospecha—Yo estaba ahí y lo vi morir—y recordé sin poder evitarlo aquel oscuro momento.

Su mirada recelosa me causó escalofríos, pero no demostré lo aterrada que me encontraba. Ya había dicho aquella mentira y debía mantenerla, no solo para proteger a Rubén, sino a todos los involucrados, porque no solo él corría peligro. Si aquello llegaba a descubrirse, era una cadena que después de iniciada nadie podría detener y por eso no podía permitir que Arsher llegara a él o que el señor Fiorella se saliera con la suya y pudiese conseguir como sacar a Deyna de la cárcel.

—Acaso ¿lo estás protegiendo?—aquello sonó como una acusación, aunque sabía que me estaba preguntando.

—Es la única verdad—continúe mintiendo—Y sobre mi carrera, puedes hacer lo que quieras con ella—Sabía que al final no solo Rubén debía sacrificarse, también yo tenía que hacerlo y había tomado una decisión, una que me alejaría para siempre de los tribunales.

Y ahora si tenía que salir de aquella oficina, no podía seguir viendo un minuto más el rostro de Arsher William. Saber que todo el mundo se encontraba engañado con su persona, que toda aquella pulcritud y mano dura con la corrupción era solo una actuación barata me daba rabia y mucha pena a la vez. Era penoso ver como el trabajo de tantos hombres y mujeres honrados se veía empañado por la suciedad de unos cuantos, era triste saber que me encontraba de brazos cruzados ante todo esta situación, aquí ganaba el más poderoso, el que se encontraba sentado en el trono. Yo era una simple plebeya.

En un rápido movimiento se colocó frente a la puerta impidiendo que saliera, saco el móvil de su bolsillo y lo observe darle a remarcado, no sabía cuáles eran sus pretensiones, pero le había dado luz verde para que me aplastara de la manera que le diera la gana, que revelara mi relación con uno de los mafiosos más buscados en todo el mundo. En fin que pusiera en evidencia el hecho de que no servía para ser abogada.

— ¿Qué demonios haces? —pregunte con los dientes apretados, necesitaba terminar con aquel juego de una vez por todas.

—Señor—dijo ignorando por completo mi pregunta y puso toda su atención en aquella llamada.

Trate de hacerlo a un lado aunque sabía que sería en vano. No tenía las fuerzas y mucho menos las agallas para un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con aquel hombre, aunque podría patearlo en las bolas, eso lo apartaría de la puerta y me haría sentir menos mierda de lo que me siento ahora, así que sin pensarlo mucho levante la rodilla y la clave en medio de sus piernas. Cayó al suelo retorciéndose de dolor y yo me apresure abrir la puerta, me sostuvo por la pierna y casi caigo de bruces al suelo del pasillo, pero logre estar nuevamente en equilibrio y fui corriendo a mi oficina por mis cosas. Lo que nunca imaginé fue encontrarme de nuevo con la persona que me esperaba dentro de ella.

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