Capítulo 5.

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Cuando Loki cerró la puerta de su habitación se apresuró en desvestirse y abrir la llave de la ducha. El agua fría creó una nube de vapor al chocar contra su piel caliente y Loki suspiró de alivio.

El aroma de Steve todavía le cosquillaba en la nariz, mandando una fuerte correntada por todo su cuerpo que lo hizo estremecer, estaba completamente duro, y los líquidos que escurrían de su entrada se mezclaban con el agua, ahora tibia. Sabía que tenía que darse algo de alivio si quería poder dormir un poco esa noche, así que apoyo su cabeza contra los mosaicos de la pared y empezó a acariciarse, primero su miembro endurecido, y luego deslizó dos dedos de su otra mano en su palpitante entrada, moviéndolos con ganas y sintiendo como estos le abrían con tanta lujuria, gimió bajo cuando introdujo un tercer dedo y aumentó la velocidad con la que acariciaba su falo, su cuerpo se estremeció deliciosamente cuando llegó al orgasmo, y la imagen mental de una cabellera rubia enterrada en su cuello y acariciándole sin premura se hizo presente en el momento en que su simiente manchó los azulejos frente a él. Tuvo que apoyar su espalda en la pared contraria para no caer, y suspiró dejando que el agua se lleve los restos de semen en su cuerpo.

Ya con la mente más despejada pudo reprocharse por haber pensado en Steve y haber sentido su aroma mientras se masturbaba, hace solo un par de horas que había tomado un supresor y no entendía porque de pronto los calores le asaltaban tan de improviso.

Terminó de asearse y salió del baño envuelto en una toalla, con el cabello goteando, y se recostó en la cama aún medio húmedo pero sintiéndose bastante fresco. Ya no quería seguir pensando, y menos en el rubio, ya que su cabeza podía crear las teorías más descabelladas acerca de la reacción de sus hormonas cuando él se encontraba cerca y... Sí, prefería ya no pensar. Al menos su pequeño ejercicio en el baño y el agua helada lo había relajado, y pronto el sueño lo envolvió por completo.

A unas cuantas paredes de distancia, Steve no se encontraba en un mejor estado.

Había pensado en irse a su habitación con la clara intención de dormir, y dormir no era exactamente lo que hacía en ese momento sobre su cama. Su mano se movía frenética sobre su endurecido pene, mientras con la otra sujetaba la pequeña servilleta muy cerca de su nariz, ese trozo de tela estaba impregnado del sudor y el delicioso aroma de Loki, y simplemente no había podido resistirse a la tentación de tomarlo de la cocina. Se sentía un maldito enfermo por mastubarse con el olor del pelinegro, pero todo su pudor se fue al diablo cuando las inmensas ganas de ir a la habitación de Loki para atender sus necesidades se hizo presa de él, y si no se daba un pronto alivio podría haber hecho algo indebido. Olfateó con ganas la tela, embriagándose con ese aroma dulzón e imaginando poder enterrar su nariz en el pálido cuello de Loki, acariciar su piel, sentirlo gemir bajo su cuerpo mientras le follaba sin piedad... Su mano se aceleró con movimientos marcados y tuvo que morderse los labios para acallar un gemido cuando eyaculó, bañando sus dedos y parte de sus muslos con aquel líquido espeso y blanco.

Respiró profundo, sintiendo sus mejillas arder de placer, vergüenza y alivio. Estaba muy consciente de lo que había hecho, cualquiera que lo supiera podría pensar que era un acosador o enfermo sexual, pero no se arrepentía, fue algo que necesitaba para liberar el estrés acumulado durante el día. Una punzada de culpa le atravesó el pecho cuando se dio cuenta que, después de su encuentro con Loki, estaba tan excitado que había deseado que Tony estuviese en la Torre, pero desechó esa idea al instante de pensarla, había preferido robarse la servilleta del tacho de basura que buscar a cualquier otro omega para calmar sus instintos.

Varias preguntas asaltaron su mente mientras se levantaba para dirigirse al baño y poder asearse, ¿por qué de repente la necesidad por estar solo con Loki era tan fuerte? ¿Por qué su mente no daba cabida a otro omega cuando sentía ese aroma a menta y miel? Un pensamiento en específico le hizo quedarse inmovil frente al lavabo, sus ojos se movieron despacio hacia sus muñecas, analizando la superficie con sumo cuidado. Pero no había nada, su piel lucía tan blanca como siempre y no había señales de oscurecimiento por ningún lado.

¿Destino o Amor? | StokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora