XIV

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Ambos miembros de Akatsuki llevaban caminando una hora por el bosque; luego de que Kisame le contara al pequeño Itachi lo que descubrió en la taberna, decidieron que no perderían tiempo, así que se adentraron en el bosque y esperaban que pronto llegaran al "castillo" del Señor Feudal.

Y así fue, sin embargo...

—No hay nadie. —declaró el ex-ninja de la Niebla, Itachi volteó a ver a su compañero.

—¿Estás seguro que era aquí? —no lo regañaba, pero no era la primera vez que se perdían de camino a una misión por culpa del hombre tiburón.

—Estoy completamente seguro, dijeron que estaba al otro lado de ese bosque.

El pequeño Uchiha suspiró.

Observó detenidamente el "castillo" frente a ellos. Era grande, de eso no le cabía duda, pero ya se veía bastante viejo; además, había varias pisadas de caballos y personas. Se habían ido hace poco, tal vez tres horas como mucho.

Kisame también se dio cuenta de eso.

—Debimos cruzarnos con ellos, saben esconderse. —dijo finalmente Itachi, regresando su mirada a las profundidades del bosque.

—¿Vamos tras ellos?

—Por supuesto.

Durante los siguientes diez minutos, el dúo de Akatsuki se adentró en el bosque y estuvieron buscando por pistas sobre la dirección que tomó el Señor Feudal; pero no encontraron nada.

—Pareciera que hubieran dejado esas pistas apropósito. —se quejó Kisame. Le echó una mirada a su compañero para cerciorarse que todavía estuviera en condiciones de seguir con la búsqueda y, como temía, Itachi ya se veía bastante cansado.

Sin siquiera preguntarle, lo levantó del suelo y lo subió a sus hombros.

—¡¿Qué estás haciendo Kisame-san?! —Itachi se asustó cuando sintió que su cuerpo era levantado por los fuertes brazos de su compañero, pero no se esperaba que fuera para hacer eso. En un intento por mantener el equilibrio, el Uchiha rodeó la cabeza de Kisame con sus pequeños brazos.

—Así iremos más rápido. —respondió con una sonrisa, volteando su cabeza hacia arriba lo más que pudo para ver a su compañero, quien miró a otro lado para ocultar el calor que sentía en sus mejillas.

—No estoy tan casado.

—Entonces no te casarás más.

Al no encontrar nada para seguir replicando, Itachi optó por guardar silencio y dejar que su compañero lo llevase sobre sus hombros. No estaba tan mal, así podría reservar sus energías para cuando encontraran al Señor Feudal.

Mientras Kisame recorría el bosque brincando de árbol en árbol, Itachi usaba su aguda vista para guiarlo por donde parecía haber pasado. Sin embargo, no se podía sacar de la cabeza la razón por la que ese Señor Feudal estaba tan interesado en su compañero; tal vez sea simplemente como dijo Kisame y solo quería a Samehada, pero ¿y si quería algo más?

No sabía tan bien como Kisame cómo funcionaban las cosas en la Aldea Oculta de la Niebla, pero después de ver morir a su primer compañero... sabía lo despiadados que podían ser esos ninjas con tal de no dejar que se escapase alguien con información sobre la Aldea.

Entendía ese sentimiento, de querer proteger a toda costa el lugar donde uno vive, ir más allá de lo que otros pueden ver o comprender solo para proteger el lugar que amas. Aunque esos eran sentimientos y secretos que se llevaría a la tumba.

Pequeño UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora