XII

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La mañana siguiente despertaron y se fueron en seguida de la posada. Dejando a aquellas dos hermanas atrás y que, con suerte, jamás volverían a ver.

Antes de irse, Itachi le dejó en claro a Jin que no volverían a ese lugar. La chica se vio decepcionada pero también confundida. No había entendido a qué venía aquella declaración, incluso Kisame pareció algo confundido por el comportamiento de su compañero pero se rio al comprender la situación y estuvo de acuerdo en que no regresarían.

Luego de aquello, estuvieron caminando por unos días más, hasta que finalmente llegaron a un puerto, en donde un barco los llevaría a la Aldea Oculta de la Niebla.

Ya podían sentir que se acercaba el final de este problema.

Itachi estaba sentado en una de las bancas, esperando a que Kisame regresara de pagar los boletos. Notaba como la gente lo miraba y murmuraba cosas, en especial una señora que estaba con un hombre y una niña, su familia, suponía. Los ignoró y siguió observando el camino que llevaba al puerto, esperando ver a su compañero.

—¿Estás perdido?

Itachi volteó, encontrándose con la niña que vio hace un momento, sus padres también se acercaron y esperaron por su respuesta.

—No. —respondió fríamente y volvió de nuevo su vista al camino.

—¿Estás esperando a tus padres, pequeño? —escuchó preguntar a la señora. Entendía que eran muy amables al preocuparse por un niño que se encontraba solo, pero él no era un niño, por eso se molestaba.

Suspiró internamente. Tenía que responderles sí o sí.

—Solo a mi papi. —contestó al final, intentado sonar más amable e infantil. El pronunciar eso le trajo algunos recuerdos de su infancia, pero más que nada le dio algo de vergüenza por referirse a Kisame como su "papi".

—¿Quieres que te acompañemos hasta que regrese? —preguntó la señora. Su marido por otro lado parecía algo fastidiado.

—No, gracias, estoy bien. —respondió Itachi, esperando poder librarse de ellos.

—Ya oíste amor, deja al niño y vayámonos. —pidió el señor.

—Pero no se puede dejar a un niño solo, en especial en este lugar. Alguien tiene que decirle al padre que esté más pendiente de su hijo. —replicó la mujer, el esposo rodó los ojos y bufó, mientras que la niña se sentó a un lado de Itachi y lo observaba.

Al Uchiha ya le estaba incomodando la presencia de esas personas, la niña no dejaba de mirarlo, el señor parecía estar en las mismas que él y la mujer se sentó al otro lado suyo mientas inspeccionaba los alrededores.

"Si no me alejo de estas personas, armarán un escándalo cuando vean a Kisame-san" pensó Itachi, fue en ese momento que se dio cuenta de un detalle muy importante, ¡era un niño! Bueno, se veía como uno, podía simplemente irse.

—Iré a buscar a mi papi. —dijo poniéndose de pie y comenzando a correr en dirección opuesta al puerto.

—¡Espera! —escuchó gritar a la señora, quien se paró para intentar seguirlo, pero su esposo se interpuso, permitiéndole escapar, cuando ya no los vio, regresó al puerto por un camino distinto. No tardó en divisar a Kisame, que estaba por llegar al camino que daba a la banca en la que había estado.

—¡Kisame-san! —lo llamó y lo detuvo antes de que cruzara la esquina, debía evitar a toda costa que se toparan de nuevo con esas personas.

—Itachi-san —dijo sorprendido—, creí que estarías en la banca.

Pequeño UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora