IV

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Itachi se moría de hambre.

Kisame le había comentado lo que le costó la ropa y la mochila, así que se habían quedado sin dinero para la comida, pero para situaciones como esa tenían un plan, era el momento de hacer un pequeño trabajo extra.

Consistía, como su nombre lo dice, en buscar algo que hacer para conseguir dinero para ellos, no para Akatsuki, claro que estos trabajos debían quedar anónimos para evitar problemas con el líder o peor aún, con el tesorero.

Llegaron al pueblo en el que Kisame había comprado la ropa para Itachi, así que solo necesitaban encontrar un pequeño trabajo para que les pagaran y así poder comprar comida y tal vez la próxima vez quedarse en una posada en lugar de acampar en el bosque.

—Deberíamos hablar con el alcalde, de seguro él necesita algo. —propuso Itachi, Kisame asintió y se dirigieron a la casa más grande que también era la que estaba en el centro del lugar.

Kisame notó que algunas personas los estaban mirando y murmuraban cosas. Pensó que tal vez lo reconocieron a pesar de que se quitó la bata de Akatsuki y su protector los cuales guardó en la mochila que llevaba Itachi o tal vez fuera por Samehada, pero después de mirar más atentamente se dio cuenta de que los veían con ternura. Kisame no fue el único que notó aquellas miradas, también Itachi, quien a pesar de lucir como un niño, seguía siendo un ninja de élite.

“Deben de creer que es mi hijo” pensó Kisame, sonriendo ante aquel pensamiento. Le parecía una situación muy divertida.

“Deben de creer que es mi padre” pensó Itachi, suspirando. Esa situación no le parecía para nada divertida.

Ignorando a las personas, ambos ninjas siguieron su camino a la casa del alcalde, pero antes de que se pudieran acercar más, divisaron a una muchedumbre frente a la casa, la cual les impedía el paso.

Kisame se acercó a una de las personas y le tocó el hombro para llamar su atención.

—Disculpe, ¿qué sucede aquí? —preguntó en cuando la señora se volteó, al principió simplemente lo miró con algo disgusto, pero al final respondió.

—Es el estúpido alcalde, un grupo de bandidos ha estado viniendo a nuestro pueblo y robándonos lo que puedan, estamos casi en la ruina y ese inútil ¡no quiere contratar un grupo de ninjas que les haga frente! —gritó lo último regresando su mirada a la casa y uniéndose nuevamente al griterío.

—Parece que encontramos nuestro trabajo. —dijo Kisame.

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No les costó nada entrar a la casa del alcalde, no había ni un poco de seguridad, explicando porque era tan fácil para los ladrones entrar y robar en el pueblo.

Dentro estaba más sucio y desordenado de lo que esperarían de la casa de un alcalde, aún así avanzaron por el lugar.

—No tienen dinero. —comentó Itachi tan neutro como siempre.

—Lo sé, pero los bandidos que les robaron, si. —llegaron frente a dos puertas muy bien decoradas y Kisame las empujó, dejando ver una sala circular con un escritorio en el medio y estantes llenos de libros que tapizaban la pared, aunque había muchos libros en el suelo, entre otras cosas.

Al lado del escritorio, se encontraba una figura, era bajo, solo unas pulgadas más alto que Itachi, estaba un poco gordo y tenía un traje azul celeste.

—Señor alcalde —lo llamó Itachi. Al no recibir respuesta, se acercó y colocó sus dedos en su cuello—. Sigue con vida, parece que solo se desmayó.

—Entonces solo habrá que despertarlo. —Kisame se acercó y sin pensarlo dos veces lo pateó en el estómago.

—¡Auuch! cof cof —el alcalde abrió los ojos y se incorporó hasta estar sentado, con ambas manos cubriendo su estómago—, eso me dolió —dijo sobándose. Al voltear a su alrededor fijó su vista en Kisame, lo miró unos segundos y después gritó tan fuerte que los abucheos de la muchedumbre de fuera ya no se escuchaban—. ¡Bandidos, no, por favor, déjenme, solo llévense todo y no me hagan daño, se los ruego! —suplicaba desesperado, poniéndose de rodillas.

—No somo bandidos —habló Itachi desde detrás de Kisame, al oír esa voz infantil, el alcalde alzó la vista, solo para toparse con el pequeño quien caminó hasta quedar frente a él—, pero queremos saber sobre ellos.

—Oh, eh, si —el alcalde se puso de pie y se sacudió el polvo del traje —. Claro, eh, pero, ¿quiénes son ustedes? —preguntó con tono autoritario.

—Eso no importa, solo habla sobre los bandidos. —exigió Kisame colocando su mano en la empuñadura de Samehada, el alcalde se acobardó frente al aura amenazante que desprendía aquel ninja.

—S-Si, por supuesto —dijo temeroso—. Bueno veamos, vienen cada cuarta noche y se roban el dinero de la gente y algunas cosas, como pan, alcohol y frutas, bueno, comida, solo eso, dinero y comida, eso desde hace seis meses, pero se llevaron tanto dinero que no puedo pagarle a alguien para que nos ayude y siempre que los vecinos intentan hacerles frente, usan sus jutsus para salirse con la suya. —explicó con desgana.

—¿Y? ¿No saben dónde están o cuántos son? —lo interrogaba Kisame. El alcalde negó moviendo su cabeza con frenesí—. Vaya información más inútil.

—No del todo, dice que atacan cada cuarta noche, ¿de casualidad viene hoy? —preguntó tranquilamente Itachi, el alcalde asintió.

—Bien, entonces los seguiremos. 

————————

Al caer la noche, ambos ninjas se prepararon para el momento en que fueran a atacar el pueblo. Estaban sobre el techo de una de las casa, esperando a que aparecieran los bandidos.

—Es muy tranquilo de noche. —comentó Kisame. Itachi asintió.

—Si no estuvieran siendo acosados por bandidos sería el lugar perfecto para vivir. —contestó en tono neutral mientras observaba los alrededores.

Kisame rió.

—No me digas que te gustaría una vida pacífica como esta, Itachi-san. —le cuestionó el ex-ninja de la niebla.

El Uchiha bajó inconsciente la mirada.

—Jamás podría tener algo así aunque quisiera. —respondió luego de unos segundos de silencio. Kisame notó cierta tristeza en su voz, pensó que sería solo porque sonaba como un niño, aún así sentía la necesidad de consolarlo.

Después de media hora que cayó el Sol, los bandidos aparecieron finalmente, se metieron a unas casas y a la alcaldía, salieron solo con bolsas y atacaron con jutsus de estilo de tierra a los pocos que se atrevieron enfrentarse a ellos. Cuando parecía que estaban a punto de retirarse, los ninjas de Akatsuki se pararon y comenzaron a seguirlos. Por suerte, iban a través de los árboles, haciendo más fácil seguirlos sin que los detectaran.

Los estuvieron persiguiendo durante diez minutos hasta que llegaron a una cueva.

Los bandidos entraron, felices por su triunfo y tener más botín. Kisame e Itachi se acercaron hasta el límite y observaban a los individuos quienes se empezaron a embriagar.

—Podríamos solo entrar, matarlos y tomar nuestra recompensa. —propuso el hombre tiburón.

Itachi suspiró y sujetó con fuerza la mochila en sus hombros.

—Bajarán la guardia conmigo, yo me encargo. —antes de que Kisame pudiera objetar, el pequeño Itachi avanzó hasta la entrada en donde, al verlo, los ya borrachos bandidos le gritaron que se largara. En un parpadeo, todos estaban en el piso.  Noqueados.

—Que eficiente —dijo Kisame en cuanto Itachi salió de la cueva como si nada—. Aunque yo los hubiera matado.

—Por eso fui yo —dijo con tono cansado—, llévalo tú. —le lanzó a su compañero las dos bolsas con dinero. Kisame solo rió y fue tras Itachi antes de que se le adelantara.

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No se si les aparece notificaciones de que edite los capítulos anteriores, el II y III, pero quería comprobar una teoría.

Los guiones salían mal, me di cuenta cuando leía los comentarios, pero bueno, ya quedó, igual por eso subí el capitulo para no decepcionar XD

Gracias por leer.

Hasta luego :3

Pequeño UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora