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Había sido un buen día.

Kisame se divirtió mucho con Itachi en el tiempo que tuvo aquellas orejas de gato. Desgraciadamente, éstas desaparecieron misteriosamente al día siguiente. El Uchiha dijo que no sabía nada de eso, así que el ex-ninja de la Niebla lo dejó pasar, ya había conseguido lo que quería, así que dejaría en paz a su pequeño compañero.

Ahora caminaban tranquilamente por el camino del bosque, en unas pocas horas se haría de noche y querían descansar en una posada luego de días de acampar en la interperie.

Inusualmente estaban platicando, más que nada del camino que debían tomar luego de llegar al poblado que se encontraba más adelante. Sin embargo, a unos pocos metros, divisaron a dos personas, una mujer joven y una niña. Estaban recogiendo unos objetos y los guardaban en una bolsa.

Ambos ninjas de Akatsuki siguieron caminando, sin darle mucha importancia a las personas en medio del camino. Siempre se topaban con gente así cuando iban de un lugar a otro.

—¡Disculpen! —llamó la mujer joven. Kisame quiso ignorarlas y casi pasa de largo, pero, al ver que su compañero se detenía, lo imitó algo extrañado—. Lo siento, pero, ¿serían tan amables de ayudarnos? —pidió, señalando la bolsa de tela y unos objetos que parecían rocas, solo que rojas.

El Uchiha identificó aquellos objetos como las piedras que se usan en los saunas.

—Claro. —Itachi se acercó y ayudó a la mujer a meter las rocas en la bolsa. Al terminar Kisame se acercó y levantó la bolsa.

—¿A dónde se dirigen? —preguntó Kisame.

—Al pueblo, más adelante.

—Oh, qué coincidencia, nosotros también íbamos hacia allá. Las acompañaremos, si no les molesta.

—Muchas gracias. —respondió sonriente la mujer joven, la niña también sonrió.

Comenzaron a caminar, las damas iban unos pasos adelante de los ninjas.

—¿Qué haces, Kisamen-san? —preguntó Itachi en un susurro, pero su compañero pudo escucharlo perfectamente.

—Esa es mi línea, ¿por qué te paraste a ayudarles? —le cuestionó. El Uchiha se encogió de hombros.

—Tenían problemas, y probablemente seríamos la únicas personas que se iban a topar. Solo necesitaban algo de ayuda.

—Son palabras demasiado dulces viniendo de un asesino y criminal clase S. —dijo con algo de burla. Itachi lo miró algo molesto.

—Podría decirte lo mismo a ti —replicó—. Tú eres quien alargó esto.

Hubieran seguido así de no ser por que la mujer los interrumpió.

—Entonces, ¿qué los trae a nuestro pueblo? —preguntó, iniciando una conversación que ambos ninjas esperaban no se extendiera demasiado para seguir discutiendo.

—Nada en particular, sólo estamos de pasada, para mañana nos habremos ido. —respondió sin interés Kisame.

—Vaya, es una pena. —dijo algo desepcionada la chica.

La niña volteó y miró a Itachi.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó con mucha energía, se acercó para caminar al lado él—. El mío es Kyomi. —dijo sonriente. El Uchiha la miró con indereferencia, incluso frialdad. Volteó a ver un segundo a su compañero y éste sólo hizo un movimiento con sus hombros, indicándole que no importaba si daban sus verdaderos nombres.

—Itachi. —contestó al final.

—Espero que podamos ser amigos. —dijo con una gran sonrisa. Kisame aguantó las ganas de reír y su compañero notó esto, mirándolo con algo de enojo.

Pequeño UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora