III

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Kisame estaba preparado para una nueva emboscada, la última vez no los había sentido porque no los esperaba y se había confiado, pero ahora estaría con la guardia alta en todo momento, sin importar lo que pasara o lo que el tipo dijera.

En cuanto el grupo estuvo lo suficientemente cerca de ambos ninjas de Akatsuki, el del frente se quitó el sombrero que le cubría la cara, revelando a un hombre de una edad no muy avanzada, tal vez cuarenta o cincuenta, tenía varias canas, no era muy alto y parecía ir desarmado, pero sus escoltas parecían bien preparados.

—Veo que lograron conseguir mi pergamino. —dijo con una sonrisa que no podía ser más falsa. Extendió la mano, pero Kisame no le entregó nada.

—Antes de eso, quisiera preguntarle sobre esos ninjas, no parecían simples mensajeros. —ahí estaba el tono divertido del hombre tiburón. El otro borró su sonrisa a la vez que quienes lo respaldaban se pusieron en guardia, preparados para pelear de ser necesario. Kisame no le prestó atención, mientras que el pequeño Itachi solo veía la escena.

—¿De qué hablas? —por el tono, ambos notaron que sabía perfectamente lo que querían—. Miren, no me interesa en qué problema se hayan metido, yo les dije todo lo que sabía. —se excusó. Itachi notó que les hizo unas señas a los ninjas detrás de él.

Kisame estaba a punto de replicar, pero su compañero se le adelantó.

—No parece muy sorprendido de ver a un niño. —observó.

El viejo rechistó.

—Entrégame el pergamino o no les pagaré nada. —los amenazó. Los ninjas que lo respaldaban se separaban poco a poco a la vez que colocaban sus manos sobre sus armas. Querían rodearlos.

—Sabe que no le conviene amenazarnos. —dijo Kisame, sacando a Samehada.

—Sé que mis escoltas los matarán si no cooperan, ¡son ustedes los que no deberían de amenazarme! —gritó, muy seguro de que acabaría con ellos dos. 

Los ninjas se lanzaron a la carga, todos hacia Kisame, quien por poco logró esquivarlos, pero gracias a Itachi, quien ya había anticipado sus movimientos, lanzó unos shuriken que los incapacitaron y Kisame, aprovechando que estaban confundidos y los mató sin pensarlo dos veces.

El hombre quedó tan impactado que solo pudo caer de rodillas, mientras lagrimas salían de sus ojos.

—P-Por favor, n-no me maten, solo hacía lo que me ordenaron, yo no quería participar en esto pero me habían prometido buen dinero, ¡tengo familia! —decía entre sollozos. Kisame solo lo miraba, esperando a que terminara de rogar. Itachi se acercó y se colocó de frente al viejo.

—¿Quién se lo ordenó? —preguntó, Kisame notó cierta irritación en su tono que sonaba aparentemente cordial.

—N-No estoy seguro, un sujeto se me acercó, me ofreció el dinero a cambió de que le llevara a un niño que me entregarían un grupo de ninjas, también dijo q-que si en lugar de un grupo de ninjas era uno solo debía decir algo de un pergamino y-y después hacer que los escoltas los mataran, e-es todo lo que sé, ¡lo juro! —gemía tristemente. Itachi activó su Mangekyo Sharingan y entró en la mente del viejo, cinco segundo después, el viejo cayó desmayado.

—Dice la verdad, no tiene más información. —comentó con algo de decepción y cansancio.

—Y parece ser que quien lo contrató tenía un plan de repuesto en caso de que matásemos a todos sus ninjas. —añadió el ex-ninja de la Niebla.

—Si, fue muy astuto de su parte... dame el pergamino. —le pidió Itachi. Kisame se lo entregó y antes de que le dijera nada, lo abrió, solo para encontrarse que estaba en blanco.

—Supongo que era obvio ya que desde el principio era una trampa. —opinó Kisame, la verdad es que no le importaba mucho, Itachi estaba con vida y era lo único que le importaba, aunque él ex-ninja de la hoja no estaba feliz con su estado actual. Lo único que le molestaba a Kisame es que regresarían con las manos vacías y sin duda Kakuzo no les repondrá el dinero, pero si que les daría un buen sermón.

—Si, pero es lo único que tenemos para encontrarlos. —replicó. Miró atentamente el pergamino—. No son ninjas del la Aldea del Sonido, son de la Aldea de la Niebla —esa información dejó impactado a Kisame—. Parece que no cometieron un error, si querían atraparte a ti.

Esas noticias no eran buenas para el ex-ninja de la Niebla, esa aldea era muy conocida por no dejar que los traidores salieran con vida. Sabía que si ponía un pie en el lugar, sería su fin, pero pensar que idearon ese plan solo para llevarlo de vuelta y para, probablemente, ejecutarlo.

—Si son de la Niebla están muy lejos de casa —dijo con una risa seca—. Supongo que deberíamos ir entonces. —Itachi lo miró unos segundos, lucía un poco preocupado.

—Puedo ir solo, Kisame-san, tú deberías volver e informar al líder —dijo y se dio vuelta, dispuesto a irse, sin embargo, algo lo tomó y lo alejó del suelo. Era Kisame—. ¿Qué haces? ¡Suéltame!

Kisame sostenía a Itachi por la cintura con un solo brazo y con el otro tomó con fuerza sus manos para evitar que le pegara. El Uchiha intentaba soltarse, sin mucho éxito, el agarre de su compañero era muy fuerte, además de que estaba cansado después de usar el Mangekyo.

—Lo siento, Itachi-san, pero no te voy a dejar solo. Ambos iremos a hablar con el líder y después a la Aldea de la Niebla —sentenció—. Y de ser necesario, te cargaré todo el camino para que no te escapes. —esas palabras hicieron sonrojar levemente al penúltimo de los Uchiha.

—¿Q-Qué cosas dices? —balbuceó con un tono avergonzado mientras que su sonrojo seguía creciendo. Al notar que Kisame no cedería, no le quedó más opción que aceptar—. Bien, solo, ¡bájame ya!

Kisame lo bajó con cuidado y lo soltó, nunca lo había visto con ese comportamiento, era algo nuevo. Itachi estaba disgustado por que lo pudieran cargar tan fácilmente, lo hacía sentir vulnerable, pero con Kisame más bien se sentía un inútil, no le agradaba la idea de poner en peligro a su compañero, regresar a la Aldea de la Niebla era muy peligroso para él, a pesar de saber que se podía defender, seguía sin estar de acuerdo con eso, sin embargo, no le quedaba de otra, en ese momento, su compañero era más fuerte que él.

Comenzaron a caminar. La guarida estaba lejos y les tomaría alrededor de una semana llegar. 

—Es una lástima que ese jutsu te volviera un niño, justo cuando habías cumplido dieciocho. —mencionó Kisame luego de un rato caminando.

—¿A qué viene eso? —preguntó confuso Itachi.

—Solo digo que espero que vuelvas pronto a la normalidad. —comentó sonriente. Itachi no entendió a lo que se refería, pero ese comentario lo hizo sonrojar por alguna razón.

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Gracias por leer.

Hasta luego :3

Pequeño UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora