Esta noche las pesadillas llegan a los sueños de Isolda. Hoy es la historia de la chica de iniciales que Isolda quiere olvidarla, ya no necesita más recuerdos de ella. Si el sol en su cabello se ha desvanecido, si su piel de papel se ha maltratado, a Isolda ya no le importa, incluso si el bosque en ojos ha cambiado por un desierto. Las uvas cayeron rodeando el cajón imaginario azul. Que si un nombre secreto oculta, será mejor no descubrirlo. Pequeña clon de bruja madre, afortunada o suertuda.
Es muy temprano, ella se despierta sobre una gigante cama, mira al techo blanco de su habitación, después observa el espejo a lado de su cama, es más hermosa que ayer. Golpes en la puerta. Ya es hora de empezar la vida, miran la perfecta sonrisa, es lo que todos están esperando, de quien todos hablan. Ella es tan encantadora, cada parte de su vida es perfecta, una mujer tan hermosa, talentosa, inteligente, tan tierna. Ella es muy afortunada, es una reina en el mundo de fantasía que llora cada noche en su fría habitación, cada que su corazón vuelve a sentirse vacío, pensando y culpandose a sí misma, "Ya nada hace falta en tu vida. Isolda ¡Deja de llorar! ¿Por qué mis lágrimas llegan por la noche?" Pero no hay nadie que pueda despertarla de la pesadilla, vive cada día dentro de ella y el mundo sigue girando a la par que ella sigue ganando ¿Pero qué pasa cuando se detiene?
No es suficiente, no es suficiente lo que ya está haciendo. No es suficiente con ser perfecta, la mujer perfecta, la mejor actriz en el mundo, la más hermosa. Le hace sentir insegura, esa chica de ojos verdes y mirada tierna. Tan hermosa, puede encantar a cientos de personas y Milán es uno de ellos. Simula la misma sonrisa una y otra vez. Aún cuando él dice que nada es como ella piensa. Isolda no se equivoca jamás y si las mejores historias tienen que tener una infidelidad, aquí está la suya a punto de tenerla.
La presión vuelve a su pecho, duele más que nunca y es imposible poder detenerse una vez que ha empezado. Rasguña su mano derecha, por más que sus uñas presionan su frágil piel, Isolda no puede sentir dolor. Termina con su mano y ahora siguen sus piernas, no puede evitar el llanto, solo intenta hacerlo más bajo, nadie puede escuchar lo que sucede dentro de su habitación. Sus uñas se vuelven rojas por su sangre. Aún no puede controlar todos esos sentimientos.
—¿Verona?— pregunta Milán entre la oscuridad de la habitación.
Ella se detiene, se envuelve lentamente entre sus sábanas fingiendo seguir dormida. Un suspiro termina con la mentira. Milán enciende la luz, la encuentra refugiada entre una montaña de cobijas, con los ojos hinchados, ella se justifica diciendo que solo no podía dormir, pero Milán ha escuchado los sollozos.
—¿Estás bien?
—Perfectamente— asegura Isolda.
—¿Puedo ayudarte en algo?— insiste Milán.
—Solo llama a mi hermano.
Milán asiente con inseguridad y procede a cerrar la puerta de la habitación. Isolda no puede evitar sentirse mal, tonta, alguien más la ha visto llorar, lo que él no sabe es que todo es su culpa. Isolda lo culpa por las lágrimas que ha derramado en su nombre, sin embargo, sabe también que ella puede terminar con ello, da igual, solo quiere luchar sin detenerse.
—¿Me ama?— cuestiona Isolda cuando Tahvo entra, refiriéndose a Milán.
—Te adora. Sus ojos brillan cuando cuando te mira con orgullo, feliz de que una mujer como tú lo haya aceptado— responde Tahvo, provocando una sonrisa en su hermana— No ocultes nada, solo dile lo que sientes.
—Siento vergüenza. ¿Yo? ¿Isolda llorando? La mujer de piedra derramando lágrimas por amor.
—Si te ama en realidad, entonces no hay de que temer— le asegura su hermano.
Isolda vuelve a sonreír a la vez que suelta un suspiro. Sus pies tocan el frío suelo. Toma la mano de su hermano y la aprieta levemente a manera de agradecimiento. Tahvo mira a su hermana salir en busca de quién está muriendo, aún cuando no quiere decir como lo ama, teniendo un grande amor, dispuesta a entregar todo su amor, cuerpo y alma a quien más quiere hacer feliz, pertenecer solo a él y amarlo por siempre, que su único deseo sea ser solo feliz juntos.
Aquel hombre de hermoso cabello café, ondulado, suave y hermosos gruesos labios rosados. El mismo cuyo olor encanta a Isolda, aquel olor que logró reconocer desde el primer momento en que ambos juntaron sus cuerpos en un abrazo, bastó con un pequeño acto de cariño para saber que había encontrado al hombre perfecto en cualquier sentido, aquel que sería su alma gemela. Tan alto que apenas pueden tocarse sus labios cuando ella se pone en puntillas. Tan mágico, tierno y amable como nadie. Ganando el corazón de quién era imposible en tan solo unos segundos. Milán no habla mucho, tampoco se ríe, él nunca ríe aún cuando su sonrisa es hermosa, más hermosa que un amanecer, Isolda ama el sol de cada mañana aún cuando deslumbra sus ojos.
—Me disculpo por mi inmaduro comportamiento— dice Isolda tratando de lucir fuerte. Se sienta a los pies de la cama de Milán.
—Todos tenemos malos días. ¿Hice algo malo?— cuestiona Milán.
—No quisiera que te alejaras. Mírame ser tan frágil como un papel que tiembla por ti— revela Isolda— mírate y mírame. Cualquier mujer estaría feliz de estar contigo. Yo no pido nada más que me ames, si no es así aún puedes irte porque no puedo obligarte a hacerlo. Eres el hombre que siempre pedí, me había rendido suponiendo que jamás llegarías, tan perfecto y la perfección no existe. Pareces un sueño hecho realidad, si este es un sueño no quiero despertar.
—Nadie me ha hecho sentir como tú. Quiero que confíes en mí, puedes hacerlo— afirma Milán— Solo quiero que tú estés feliz de que estemos juntos. Tú eres la mujer ideal. Te amo, Verona. Podría amarte toda la vida y si algún día dejas de amarme yo seguiré aquí para siempre, esperando por ti.
—Debes disculpar a esta tonta con fuertes inseguridades. El amor no es un tema fácil y mucho menos para mí.
—Yo te ayudaré, juntos podremos superar cada obstáculo. Cuando el sol se oculte para ti, yo estaré para iluminarte con las estrellas.
Tras el suspiro y la entrega del secreto, el corazón está seguro finalmente. Incluso cuando para Isolda las palabras no bastan, ella necesita los actos de Milán para confiar plenamente en él, a pocos días ha demostrado ser un buen hombre. Viviendo en el mismo departamento del deseo, Milán solo admira la inteligencia y actitud. Sabe de sus dudas y temores, tan solo espera que ella pueda otorgarle el tiempo necesario para demostrar que su amor es real, si Isolda decide entregar solo una noche, será suficiente para no poder olvidarse de Milán jamás.
No pide nada más que su amor verdadero, el que no entregara a nadie jamás porque solo puede ser para una persona en la vida, aquella que deja marca en la vida y el corazón, un sello difícil de borrar, una mancha que no desaparece ni siquiera con el más poderoso detergente, es estúpido porque no es suficiente. Ni siquiera desea que bajen la luna para demostrar cuánto es el amor o el regalo de una rosa que sobrevivió a la fuerte tormenta de nieve, envuelta con las palabras de ser tan fuerte y única cómo lo es ella, considerará un gesto agradable pero su corazón no sé llenará con la flor más dolorosamente suave, horriblemente hermosa, la dualidad de unos pétalos suaves que celosas espinas protegen.
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Para Iso
RomanceIsolda Verona es considerada la mejor actriz de teatro en el mundo, perfecta por donde se quiera analizar. Parece no tener nada de qué preocuparse y aunque a menudo mantenga una actitud egocéntrica y narcisista con el resto, dentro de su habitación...