Capitulo II

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Un hermoso sol dorado deslumbra los ojos cafés de Isolda, recarga su cabeza sobre la almohada, su largo cabello rizado cubre parte de su rostro. No puede ser que un día más empiece para ella, ¿Por qué se siente tan cansada? Está harta de todo esto, sin embargo, está hermosa vista le hace recordar que aún nada ha terminado, todavía no es el fin para Iso.

Las mañanas son preciosas y las noches aterradoras, no quiere continuar en esta isla solitaria, viviendo sola sin nadie a quien recurrir cuando los temores se apoderan de ella, las olas la aterrorizan y las estrellas mueren al paso de sus días. Esto es todo lo que siempre había querido, no puede simplemente ser feliz, por fin sabe que nada llega al precio de la felicidad.

—Vamos, saldremos a desayunar— anuncia Tahvo, entrando de repente a la habitación de su hermana.

—¿El mundo es mío?— pregunta Isolda.

Tahvo suspira cuando cae en cuenta que los temores de Iso han vuelto. El mundo es para ti sola, las personas te pertenecen y solo tú eres la dueña de quienes dan la vida por ti, aquellos que se dignan a servirte y pertenecerte por el resto de su vida y aunque algunos se arrepienten, muchos siguen dispuesto a intentarlo, nadie como tú sabe preparar ese café.

—El mundo es para ti sola— responde Tahvo haciendo que su hermana se regenere.

Iso por fin decide ponerse en pie, es momento de continuar con la falsa de todos los días. Sonríe frente al espejo, es la actriz más perfecta en el mundo, porqué no puede lograr convencerse a sí misma. Puedes engañar al resto pero jamás a ti. Maquilla cada herida a la perfección, con el rimel de miel puede corregir la tristeza, maquilla la realidad de su color favorito, utiliza esos hermosos lentes rosados que hacen la vida más llevadera y actúa el mismo papel de cada día. Utilizando un hermoso vestido rojo, medias negras y zapatos del mismo color, sale a las calles para robarse las miradas del mundo entero. Aquellas miradas de admiración, alabando el mejor de sus personajes, una muñeca que se controla a sí misma para ser perfecta, un robot programado para que todo sea así. Todo debe ser perfecto, perfecto, perfecto. La palabra que se repite un millón de veces cada día.

En el teatro ya la mayoría de los actores esperan, los diseñadores de vestuario y escenografía se han encargado de llegar temprano, todo debe estar listo cuando su exigente director llegué junto a la actriz principal. No cualquiera está dentro de este equipo; aquellos dedicados, que se entregan al teatro por completo, esos que dejan su alma en él, son los elegidos para trabajar junto a Tahvo. Incluso aquellos que no aparecen en el escenario deben ser los mejores.

—Verona es muy hermosa, pero parece ser muy solitaria— dice Milán hablando con el escenógrafo.

—Solitaria, eso jamás— contesta Dashielle— hablas de ella como cualquier nuevo que llega aquí.

—Tal cuál a cualquier nuevo. Pronto las dos piernas de Isolda estarán mandando en tu vida— habla Nadine. La bella joven de hermosos ojos miel, encargada de interpretar a Octavia.

—Será mejor que no te involucres es nada— opina Dash— para Isolda no hay nada que ofrecer, nada que puedas hacer, nada que la cure, nada que la alivie.

Milán tomó aquellas palabras como una broma pero ambos parecían muy seguros de lo que decían. "Solitaria, jamás" ella se encontraba siempre con algún acompañante, puede ser que de esa manera que todos pueden imaginar, ¿Eso era a lo que se referían?

—En realidad aún no conoces a Verona— comenta Nadine, sentada en uno de los asientos del teatro, trabajando en recordar sus diálogos y sacar su máxima dedicación— Tardarás en descifrar todo. En su parte se encuentra y sobra esa magia que causa observar una pintura del paraíso, ya sabes, esas que no puedes explicarte cómo fueron creadas, de dónde aquellos autores tomaron la inspiración para pintarla.

Para IsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora