La era de los héroes ha terminado, los que aun sobreviven ahora se esconden o traicionan lo que alguna vez creyeron.
Ahora, ya con sus mejores años detrás y sumido en su miseria, es como el primer Robin se vera envuelto en una nueva aventura, a pes...
Una noche en ciudad Gótica, realmente nunca han existido noches tranquilas en este lugar, pero lo que ocurre hoy esta a otro nivel.
La lluvia y el granizo caen del cielo, golpeando el cuerpo de un motociclista, a quien no le importa en lo más mínimo que su cuerpo reciba ese pequeño castigo, así como tampoco parecen importarle los gritos y explosiones en el ambiente, los edificios en llamas o la tan característica señal en el cielo. No, en este momento, para el solo existe un objetivo.
-"Debo llegar, debo llegar"- se repetía en pensamientos. Lo único que logro captar su atención fue el paso de una futurista armadura sobre su cabeza, pero no en vuelo, en caída libre. No logro observar, pero escucho como se estrello en algún lugar cerca suyo, para mala suerte de quien portara la armadura, no era prioridad -Barbara, derribaron a Luke, no puedo parar necesito que envíes a alguien- hablo por su intercomunicador, pero no hubo respuesta -¿Bárbara?... ¿Barb? ¡¿Oráculo?!- no hubo respuesta.
Con un nudo en la garganta siguió su camino, mientras la esperanza en su interior poco a poco desaparecía.
Tras unos eternos minutos llego a un orfanato, mismo donde vivió un tiempo hace algunos años. Tenía pensado usar su moto como ariete para abrir la puerta principal sin perder tiempo, pero el gran portón esta destrozado, por lo que bajo de su vehículo y atravesó de costado la dañada madera.
Dentro se notaba que una batalla campal había tomado lugar, todo estaba destrozado y el fuego cubría algunas partes. Y los cuerpos no faltaban, una minoría estaban solo inconscientes, pero el resto estaban muertos. Y entre los cadáveres de matones y mercenarios convencionales resaltaban, Bullseye, Víctor Zsaz, Araña Negra, King Shark, Red Robin y Huntress.
El recién llegado camino hasta los cadáveres de estos dos últimos, el chico parecía haber sido asesinado a golpes, golpes de fuerza bruta. Pero ella, era el traje lo que evidenciaba su identidad, pues su cuerpo estaba desgarrado y hasta cierto punto devorado, mientras que su cara estaba irreconocible. Un par de lagrimas se deslizaron bajo el antifaz del héroe, quien luchaba contra si mismo para no caer de rodillas y llorar a su familia.
Un poco más alejado de esos dos, estaba una espada, clavado en el suelo con su filo ensangrentado atravesando los restos desgarrados de una capa. En ese momento un trozo de vidrio cayo del techo, rompiéndose frente al vigilante, quien volteo y encontró un tragaluz destrozado. Algo se había llevado al joven y ultimo Robin, su hermanito.
Más lagrimas brotaron y el nudo en su garganta le impidió hablar, dejando los sollozos como únicos sonidos capaces de emerger de su boca. Esta vez nada se lo impidió, cayendo al suelo, apoyando codos y rodillas en la tierra con la mirada al suelo, gritando y llorando en soledad.
La tristeza y el dolor se apoderaron de el, dejándolo en el suelo por un par de minutos, hundiéndose en su miseria. No fue hasta que unos gruñidos rápidamente silenciados por disparos se hicieron presentes que dejo de llorar.
Con el ultimo atisbo de esperanza corrió hasta donde se escuchaban los signos de pelea.
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