—¿Te gusta lo que estudias o lo haces por tu padre? —por mucho que quisiera, no podía comenzar por el tipo de preguntas que realmente quería hacerle. No me quería mostrar desesperada por saber sobre sus compañeras o vida sexual.
—Aunque te cueste creerlo, realmente me gusta. Mi padre nunca me ha obligado a hacer algo que yo no quisiera —wow, eso hablaba muy bien de su padre. Me gustaría saber cómo era realmente bajo aquel rostro serio y actitud autoritaria que me había topado una vez.
—¿Apellido? —él rió por lo bajo. Sí, podría haber cogido alguna de las facturas de la cafetería que llevaba el nombre de su padre, pero siempre parecía olvidarlo. Esta era mi oportunidad.
—McCoy —respondió. Kai McCoy... Sonaba tan... Obvio.
—¿Cuándo fue la última vez que follaste?
—Vísperas de Año Nuevo —eso no me lo creía. Alguien como él no podría estar dos semanas sin sexo. De cualquier forma, lo dejé pasar.
—¿Cuántas novias has tenido? —ya que tenía la oportunidad de preguntar lo que fuera, eso estaba haciendo. No me quedaría con ninguna duda, e incluso haría hasta la pregunta más absurda de todas.
—Ninguna —debí suponerlo... Alguien tan mujeriego como él era difícil que pudiera entablar una relación seria.
—¿Miras porno? —ante mi pregunta, Kai se partió de la risa — ¡No hay nada de qué avergonzarse! Yo no lo miro porque me es suficiente imaginarlo al escribir mis libros —él volvió a reír a carcajadas y yo no pude contenerme. Su risa era contagiosa y embriagadora. Debería de hacerlo más seguido.
—No te lo negaré, y no me avergüenza —respondió, ahora ya más calmado de aquel ataque de risa. Acabó de limpiar todas las mesas y se acercó a mí.
—¿Con cuántas personas has dormido? —él entrecerró sus ojos y sonrió.
—Sólo responderé a tu pregunta si adivinas —lo fulminé con la mirada. Él era quien se suponía debía darme las respuestas.
—Eso no es justo. Jamás adivinaré el número exacto —él negó.
—Si es un aproximado y estás cerca, te lo diré. ¿Trato? —alargó su mano para que la cogiera y acabé aceptando.
Que él sí supiera el número exacto me respondía la próxima pregunta que iba a hacerle: "¿Tienes una lista con todas las mujeres con las que te has acostado?" La respuesta era un gran SÍ. Acabé de limpiar lo que quedaba de la máquina y me acerqué a él.
Kai McCoy, hijo de un rico empresario. Suponía que había empezado su vida sexual a los dieciséis, puede que incluso antes. Hasta el día de hoy, eso me daba siete años de diversión absoluta. Supongamos que, con suerte, sólo tenía nueva conquista dos veces a la semana. Si por mí fuera, creería que todos los días, pero tampoco quería ofenderlo. Entonces, eso me daba ocho encuentros al mes. Si tenía en cuenta la cantidad de meses que había en siete años -ochenta y cuatro meses- y eso multiplicado por ocho, me daba seiscientos setenta y dos. Sin embargo, no podía pretender que todos aquellos encuentros hubiesen sido con mujeres distintas, por lo que elegí un número redondo.
Vaya, tener sexo seiscientas setenta y dos veces parecía una verdadera locura. Mi número sólo había sido siete veces... Una vez por año.
Maldición, Brynn tenía razón. Sí necesitaba algo de acción urgente.
—Seiscientos —emití segura y él suspiró.
—Lamento informarte que no es la respuesta correcta —debería de haber dicho el resultado final... —. Te quedarás con la duda —bufé. Ni modo, tampoco es que me no saber aquel número no me dejara dormir por mas noches —. ¿Ya has acabado con tu interrogatorio? —sabía que tenía muchas otras preguntas más por hacerle, pero había quedado absorta en aquel número. Asentí, sin más. Él sonrió descaradamente y se acercó a mi rostro. La mesa entre nosotros, la misma que había atravesado aquel primer día, era lo único que nos mantenía apartados. Sin embargo, aquello no parecía ser ningún tipo de impedimento para él —. Es tu turno. Estoy ansioso por oír tu sueño conmigo —suspiré y lo aparté de mí.

ESTÁS LEYENDO
Hasta la Última Pieza ✔️©
Подростковая литература¿Quién hubiese dicho que rechazar su beso bajo el muérdago le traería tantos problemas? Socializar estaba muy lejos de sus planes; este le daba dolor de cabeza. Sin embargo, obligada por su hermana a asistir a un evento, su más grande dolor de cabe...