Capítulo 11

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Último día de trabajo y tendría el fin de semana para descansar. Eso también significaba descansar de ver su atractivo rostro por dos días.

Como todos los viernes, la cafetería hoy estaba siendo una locura. Cuando la gente dejó de adentrarse, Brynn se acercó a mí para ayudarme con la preparación de los pedidos.

—Aún no puedo creer que abandones a Liv tan descaradamente —le dije y ella rió. Mi mejor amiga me estaba abandonando, y también a mi hermana, por una cita a ciegas.

—Me encantaría cancelarla pero, ¿y si es el futuro padre de mis hijos? —por más que intentara mostrarme enfadada, sus palabras me hicieron sonreír — Nunca sabes cuándo puede aparecer o en qué circunstancias.

—No olvides actualizarme cada hora. Una cita a ciegas no me brinda nada de confianza, pero sé que no puedo convencerte de hacer lo contrario —una curva se formó en sus labios, dándome a entender que la conocía lo suficiente como para saber exactamente cómo actuaría.

—Bomba sexual a las nueve —me informó y alcé mi rostro. Tanto Kai como su grupo estaba esperando a ser atendido. Brynn se acercó a ellos para tomar su pedido. Su mano se encontraba en la cintura de aquella tal Birdie y aparté mi vista. Me daba auto-palmadas en el hombro por no haber caído en sus garras. Los tipos como Kai siempre serán casanovas, e incluso su compañera me daba algo de lástima, ya que parecía como si buscara con desesperación ser parte de su lista. De hecho, así era. Kai me lo había confirmado y se notaba a mil leguas. Bash se encontraba tan encantador como siempre y aquel tonto de Atlas con la compañía de la pelirroja a su lado.

Brynn me entregó su pedido y volvió a marcharse para atender a los nuevos llegados. Al acercarse a mí, el único que me saludó fue Bash. Le dediqué una expresión amigable y observé a los demás. Atlas andaba de detective, buscando con su lengua la faringe de la pelirroja, y las manos de aquella morena toqueteaban a Kai como si no hubiera un mañana. Él parecía ser el hombre de las mil personalidades; cada hora se mostraba distinto.

Les entregué sus pedidos y todos cogieron lugar en una mesa vacía, menos Bash. Él se encontraba viéndome con una sonrisa de lado en su rostro. ¿Y a este qué le sucedía?

—¿Sucedió algo entre tú y Kai?

Ante su pregunta, me eché a reír. Más de lo que había sucedido en mi sueño erótico, no.

—¿Qué cosas dices? ¿Acaso he puesto algo en tu bebida para que te haga delirar? —él suspiró, aún con aquella mueca latente en su rostro.

—Sé que no son los mejores amigos, pero ahora te ignora —explicó. «No me digas...» —. Debe de haber sucedido algo>

—No más que rechazarlo algunas veces. Creo que le he dado en su ego —él asintió.

—Me alegra oír eso. Por un momento, pensé que había venido aquí por ti —detuve la preparación de uno de los cafés de mi pedido y clavé mi mirada en él.

Si Kai venía por mí, era sólo para lograr su único objetivo conmigo; tener sexo de una noche y luego escaparse.

—¿Qué tonterías dices? —le pregunté. Alguien como Kai no era digno de hacer algo por alguien más que por él mismo.

—Kai no ha venido por ti, vino a recoger un poco del ego que perdió contigo —respondió y se marchó con su café.

Aquello no me sorprendía ni un poco. Kai era como la arena en el trasero; un maldito fastidio.

Al alzar mi vista, una de sus manos se encontraba ligeramente cerca del seno de su acompañante. Nuestras miradas se cruzaron y, por mucho que quisiera acercarme a él y decirle que lo que estaba haciendo no estaba permitido dentro de la cafetería, tampoco es que se la estaba follando sobre la mesa. No tenía razón alguna para hacer eso, así como tampoco tenía explicación alguna que aquello me molestara. Era fácil culpar a aquel sueño que me había creado una imagen distinta de él, por lo cual haría eso. Kai no era más que un gilipollas que gozaba llevar a distintas mujeres a su cama, y debía grabarme eso en la cabeza.

Hasta la Última Pieza ✔️©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora