Capítulo 33

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—Ellos acabarán juntos —habló Kai a mis espaldas tras cerrar la puerta de mi departamento.

Al parecer, y no me sorprendía, Brynn y Bash habían congeniado demasiado bien. Habían pasado toda la noche bailando, dándose algún que otro beso y cantando las canciones a todo pulmón. Puede que incluso estuvieran hechos el uno para el otro.

—Creo lo mismo —añadí mientras me dirigía hacia el cajón donde se encontraban todas las cartas de mi madre.

—Espera, espera... —él se acercó a mí un tanto alarmado al ver lo que estaba a punto de hacer —, ¿qué haces?

Tragué grueso.

Algo en mí me decía que una forma de cerrar el ciclo con mi madre era leyendo sus cartas y responderle con una en forma de despedida.

No necesitaba más recuerdos de su parte.

—Debo hacerlo —dije —. Es así como la enfrentaré.

Él permaneció en silencio por unos segundos y, cuando estaba por abrir el cajón que sólo desprendía olor a alcohol, me detuvo.

—¿Estás segura? —preguntó y asentí. Sabía que cosas buenas me esperaban tras deshacerme de ambos. Él suspiró y bajó su mirada —¿Quieres que te deje sola?

No, ya no quería volver a estar sola nunca más.

—Necesitaré a alguien que me otorgue su hombro para llorar y limpie mis lágrimas —él rió por lo bajo y se acercó a mí para depositar un corto beso en mi frente —. Por cierto... —llené mis pulmones de aire y me aparté un poco de él. No había forma de suavizar lo que estaba por decir —, tengo una cita mañana.

Él frunció su ceño y, como por arte de magia, pareció caer en cuenta. Su estado inicial de confusión ahora era uno de sorpresa, nuevamente.

—¿Con el médico? —soltó, rápidamente —¿Sí estás embarazada?

Rompí a reírme mientras negaba con mi cabeza.

No me agradaba la idea de convertirme en madre tan joven, pero supongo que habría sido un mejor plan que el que ya había arreglado.

—En la prisión.

Su vista se encontró clavada en mí. Sabía que era una locura incluso para mí, pero hacerlo era algo necesario para cerrar mi ciclo con él.

—Necesito saber por qué hizo lo que hizo —expliqué.

—¿A qué hora?

—A las 7 a.m. —sus ojos se abrieron como dos grandes platos.

—Piper, eso es en cuatro horas y estás a punto de leer las cartas de tu madre. ¿Acaso eres masoquista? —chilló y reí.

Debía disfrutar de este momento porque ya nada sería igual para mañana en la tarde. Todo podía salir muy bien o muy mal.

—La vida está llena de sorpresas —repetí lo que alguna vez él había dicho —, pero no todas son gratas.

Me acerqué a su rostro y besé sus labios con delicadeza.

—Tú sí lo eres —hablé tras apartarme y sonrió.

—Sé que no me permiten adentrarme sin autorización, pero estaré esperándote afuera.

Aquello era más de lo que hubiese pedido, pero me alegraba tener a alguien al final del día.

Abrí el cajón con determinación y, como era de esperarse, la mezcla de las distintas bebidas alcohólicas invadió mis fosas nasales, provocando ponerme algo mal del estómago.

Hasta la Última Pieza ✔️©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora