Al adentrarnos a mi departamento, cerré la puerta y Mowgli se acercó a nosotros. Kai se acuclilló para acariciarlo pero a mi amigo felino no le agradan las compañías masculinas.
—No le gusta que lo... —al mínimo tacto, Mowgli comenzó a ronronear y se arrojó al suelo, pidiendo más caricias — ...toquen —mis palabras quedaron en el aire.
Él jamás se había comportado así ni siquiera con Brynn.
—Creo que le agrado —rodé los ojos.
¿Cómo no? No podía creer que Kai no sólo tuviera aquel efecto sobre las personas, sino que también sobre los animales.
Caminé hacia mi habitación y cogí el último manuscrito que había escrito hace un año atrás. Quería acabar con todo esto y que se marchara de mi departamento.
Kai fue a lavar sus manos al tocador y reí por lo bajo. Al parecer, compartíamos la manía por la limpieza.
Tomó asiento en la silla de mi escritorio, le entregué el manuscrito abierto en el capítulo seleccionado y tomé asiento en los pies de mi cama.
Sus expresiones faciales iban de la sorpresa a la risa. Su ceño se fruncía, mordía su labio inferior y sus manos se aferraban a las hojas. La luz del escritorio iluminaba su cautivador rostro; sus ojos enfocados en las letras, sus labios moviéndose al compás de la lectura... Aquellos labios que me negaba a volver a probar o caería en la tentación absoluta.
Me preguntaba qué estaría pensando sobre lo que había escrito. Por supuesto, mucho estaba fuera de contexto porque no conocía a los personajes ni sobre sus vidas, pero tampoco tenía tiempo como para que leyera el libro completo.
Me encontraba jugando con mis dedos mientras esperaba que acabara de leer. Los suyos se deslizaban suavemente sobre las hojas sin quitar su vista y sólo quería ayudarlo a avanzar más rápido con su lectura.
Tener frente a semejante obra de Dios no era justo. Él probablemente se encontraba excitado por lo que estaba leyendo y yo me encontraba excitada por lo que estaba viendo. Apreté mis piernas y tragué saliva.
¿Cómo es que nunca me había dignado a observarlo con detenimiento? No tenía ni un gramo de error; él había sido creado con las dosis perfectas de absolutamente todo.
Kai posó el manuscrito sobre el escritorio y aclaró su garganta. Había finalizado.
Volteó a verme y me dio una sonrisa de lado. «No me hagas eso...», rogué. Bajé mi mirada y me digné a hablar.
—¿Honesta opinión? —exigí, ya que era lo único de lo que me sentía capaz de hacer. No podía mirarlo a la cara, no podía moverme o pedirle que se marchara. Sin siquiera intentarlo, ya me tenía a sus pies.
—Es muy... explícito —no pude evitar reír.
—¿No era eso lo que querías? —alcé la mirada y me puse de pie.
«Respira, Piper. Ya no queda mucho...», me incentivé a mí misma.
—Sí, has superado mis expectativas —sonreí. Esa era una buena crítica; con eso ya me era más que suficiente —. Definitivamente, compraría tu libro —me acerqué a la puerta de mi habitación para abrirla y que por fin se marchara —. Sin embargo, en mi imaginación te veías más sensual —frené mi paso y mi piel se erizó.
«Estamos tan cerca, Kai. No me hagas esto...»
Juro que podía sentir su respiración en mi nuca, lo cual no sabía si me alteraba los nervios en el buen o mal sentido. No sabía si su cercanía causaba estragos en mí o, profundamente, lo deseaba.
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Hasta la Última Pieza ✔️©
Genç Kurgu¿Quién hubiese dicho que rechazar su beso bajo el muérdago le traería tantos problemas? Socializar estaba muy lejos de sus planes; este le daba dolor de cabeza. Sin embargo, obligada por su hermana a asistir a un evento, su más grande dolor de cabe...