S: Sillón

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· •「 ░╎❝. 𝚂𝚒𝚕𝚕𝚘́𝚗 . ❞╎░ 」• ·

Al momento en que se sentó dentro del coche y cerró la puerta, pudo haberse ahogado en ese silencio incómodo y tenso. El chico comenzó a conducir sin decir una palabra, ni siquiera un saludo.

Aoi tosió. —¿A dónde vamos?

Ishido nunca le decía a dónde la llevaría.

—A su oficina. —pero él usualmente respondía.

Rodaron unas cuadras más antes de que ella volviera a preguntar. —¿Sabes para qué me pidió ir?

—No.

Respuestas cortas, concisas, frías y sin contacto visual. Ella decidió callarse por completo luego de hacer esas preguntas, y descubrió que la parte de atrás no había cambiado para nada desde la última vez que se había subido allí. Se había acostumbrado a ir en la parte del copiloto.

Cuando llegaron al edificio de la empresa de los Katsumoto, Aoi simplemente se dejó guiar por Inosuke. Aunque había ido un par de veces, no se había memorizado el camino por completo. Llegaron a un ascensor, y nuevamente, quedaron en un espacio reducido y sumergidos en un silencio cortante.

Inosuke se dejó llevar por sus más bajos instintos y se quedó mirando, de reojo, cómo su falda de cuadros grises se apretaba en su pierna y marcaba levemente la carne suave y esponjosa de sus muslos. Sus manos hormiguaron ante el deseo de tirar de sus medias veladas negras. Un recuerdo impuro cruzó su cabeza, y aunque lo hizo tragar, no fue lo suficiente para dejar de mirar. Aoi fingió que no se había dado cuenta que era observada. Antes de que alguno de los dos pudiera decir o hacer algo, las puertas del elevador se abrieron en el pasillo donde se encontraba la oficina de Ishido Katsumoto.

Caminaron por el pasillo, se reportaron con la secretaria, y ella les indicó que ambos debían pasar a la oficina. Ambos compartieran una mirada nerviosa. Mientras su corazón comenzaba a latir rápidamente y la adrenalina drenaba por su cuerpo, la respiración de Aoi se entre cortó. Pudo ver una tenue capa de sudor en el rostro de Inosuke, claramente en la misma situación.

¿Ishido descubrió lo que había pasado? ¿Por eso los había citado allí? ¿Qué les harían los Katsumoto después de lo que habían hecho? Y si era así, ¿cómo los había descubierto?

Inosuke le abrió la puerta y Aoi pasó primero, luego la siguió dentro. Ishido ya los estaba esperando en su escritorio. Era un joven de 22 años, alto de contextura delgada, pero un poco ancho de hombros. Su rostro era delicado y de rasgos finos. Su cabello negro estaba pulcramente cortado, pero cualquier rastro se gentileza moría con sus ojos dorados, que parecían dos brazas de carbón hirviendo y los miraba con cautela.

—Buenos días, Aoi-chan, Hashibira-kun. —ambos respondieron al saludo y él les permitió sentarse en las sillas frente a su escritorio. —¿Cómo han estado?

   ⃟ ཹ։❀ ፧ 𝐈𝐧𝐨𝐀𝐨𝐢 - ̗̀ ː͡₊ˀ⌦𝙰𝙱𝙲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora