Capítulo 1 "Lee Taeyong"

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Las rejas se abrieron dándole el paso al transporte que llevaba a los nuevos "inquilinos". Aproximadamente seis de ellos eran fanáticos del Dragón Negro, así que habían hecho cosas horribles para poder conocerlo en persona. Kim Dongyoung se sentía como el niño que alguna vez fue y su primer día de clases. Lloró como un bebé cuando volvió a casa.

–Vamos nenazas, es hora de que le entreguen el trasero a la gente. Quizás no los maten y tengan diversión.

Una vez que entrabas en esta prisión no volvías a salir o salías en un cajón, muerto.

–Oye hermoso –alguien detrás de Doyoung lo llamó–. Tienes un olor delicioso, ¿qué tal si te hago mi puta? Así no tendrás que ofrecerle el trasero a nadie más –el único ojo que tenía se cerró en su dirección, quizás estaba guiñando, pero como le faltaba uno, nadie sabrá.

–No, pero gracias. Tentadora oferta –dijo Doyoung alejándose de él, caminando a paso apresurado detrás del jefe de policía.

Mientras caminaban pudo sentir la mirada de los demás reclusos en él, rezaba poder morir antes de siquiera tener que ir a conocer su nuevo hogar.

–Muy bien, quítate la ropa, hijo. Esto será humillante para ambos –el señor que lo revisaría le miró los ojos–. Pareces una princesa.

Doyoung quitó su ropa y la dejó en la silla junto a la puerta, hicieron todo el procedimiento y le entregaron la ropa que usaría a partir de ahora. Verde opaco, quizás musgo. Cuando los demás terminaron de hacer sus cosas, los llevaron hacia las celdas que tendrían.

–Escucha, chico. Lamento que tengas que dormir ahí. Yo –el hombre rascó su cabeza calva–, de verdad no creí que el volvería a tener un compañero de celda... ¿qué flores te gustarían en tu tumba?

Doyoung tragó duro y respondió en voz baja "los girasoles son bonitos en esta época del año". El policía asintió, parecía una broma de mal gusto, pero a medida que se acercaban a la celda, la broma había dejado de ser eso.

–Bien. Celda número 429, señor Kim Dongyoung 22 años. Hora 11:23 a.m. Que descanses.

–Gracias.

Doyoung volvió a tragar duro y entró a la celda. No había nadie por el momento y eso lo ponía aún más nervioso, si iba a morir, deseaba que fuera de noche, quizás morir en un sueño, esperaba no tener pesadillas.

–Hey, chico –alguien fuera de la celda lo hizo saltar en su lugar–. Si que te metió miedo ese imbécil de Lee. Como sea, ayúdame, tengo las manos ocupadas y no puedo abrir mi celda –la voz del chico fuera de la celda se oía bastante amistosa, casi como un oasis en el desierto. Doyoung asintió y luego se percató que el que le pedía ayuda era ciego.

–Si, por supuesto –Doyoung caminó hacia la puerta–. ¿Cuál es tu celda?

–Estás en ella.

Kim Doyoung quería llorar, lanzarse por alguna ventana o cualquier cosa. Frente a él se encontraba la persona que acabaría con su vida. Doyoung no se quejaba, es decir, sentía que su vida era una mierda y que por ahora había tenido suerte en no morir, pero ahora era distinto. Morir en manos de un preso era algo muy diferente. Su epitafio tenía que decir "aquí yace el Robin Hood coreano".

– ¿Vas a ayudarme o crees que me saldrá un brazo del ombligo? –la voz del chico seguía sonando amistosa, eso lo ponía aún peor.

–Lo siento –abrió la puerta temblando, ayudándolo con alguna de las cosas que tenía en sus brazos

Frente a él se hallaba un hombre de más o menos 25 años, con el cabello largo y una bandana en la cabeza. Tenía estilo.

Dejaron las cosas en la mesa que estaba junto a una ventana con barrotes y el silencio hizo una entrada triunfal. Doyoung intentaba no temblar, mirando cada acción que su compañero hacía tan ágilmente.

Dragón Negro/DoTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora