Capítulo 13 "Juicio"

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Taeyong regresó a su celda esa misma noche, cabreado y con ganas de vomitar, su cuerpo reaccionó de mala manera a su manera de hablarle a Yeong. Pero algo en su cerebro le decía que seguir aquella orden, le costaría la vida y por alguna extraña razón ya no sentía ganas de morir.

Doyoung respiraba profundamente mientras que abrazaba una almohada, la almohada de Taeyong. El pelirrojo se sentó junto a él, escuchando la pacifica respiración de su compañero de celda.

No sabía o no recordaba nada sobre él, sin embargo, su corazón si podía, porque la primera noche que pasó sin Doyoung fue un martirio. Cuando el menor volvió a la celda, grabó en su memoria aquellos descoordinados pasos. Al recordarlos, sonrió divertido. Kim Dongyoung, su compañero de celda, era sin duda algunas, el mejor ladrón que ha conocido en su vida. Porque al parecer en cualquier intento del viejo por hacerlo olvidar, él podía robarle el corazón enseguida.

–Al fin regresaste... ¿por qué estás llorando? ¿Sucedió algo? –Taeyong lloró aún más.

Negó mientras se recostaba junto al menor y lo abrazaba. Taeyong lo abrazó toda la noche, durmiéndose casi al mismo tiempo que el primer rayo de sol golpeaba la celda 429.

La mañana siguiente, Taeyong despertó sin Doyoung a su lado, casi en modo automático salió de la celda, en busca del conejito. Lo buscó por todas las secciones y las celdas de sus amigos, pero no podía encontrarlo. Casi comenzaba a hiperventilar. En un momento se encontró en la habitación de castigos exclusivos para él, donde lo hacían oír cada mierda que el viejo preparaba para lavar su cerebro. Cada memoria que compartió con Doyoung podía verla, la primera noche, su primer beso, la primera vez, cada momento que rieron, cada vez que discutieron y cada vez que su persona lo hacía dormir plácidamente.

Sintió que volvía a vivir aquellos momentos en los que se sintió amado y deseado; cada momento junto al lindo conejito era como un día en el paraíso. Aquellas pesadillas no llegaban y los dolores desaparecían. Ningún castigo le dolía más que el hecho de que Yeong lo había hecho olvidar cada momento que tuvo junto al amor de su vida.

– ¡Taeyong! ¡Yongie! –desde lejos podía oír la linda voz de Doyoung llamándolo– ¡Despierta!

En un segundo, volvía a respirar.

Lágrimas caían de sus mejillas, sus ojos hinchados y temblaba como un pequeño cachorrito. Doyoung lo abrazaba mientras lloraba en silencio.

– ¿Qué mierda pasó? ¿Por qué gritabas? –Johnny apareció, con el cabello desordenado y el uniforme a medias.

–Taeyong estaba llorando y de repente –Doyoung hipó–, dejó de respirar. Me asusté como la mierda.

Johnny miró al mayor, quien se mantenía abrazado al menor como un koala, justo como cuando Doyoung volvía del hospital. Taeyong se veía pequeño e indefenso, casi le daba pena, pero Johnny sabía quien era ese hombre de cabello rojo, así que solo le acarició el cabello.

–Ambos están bien, no hay necesidad de... –Taeyong negó, temblando.

–Lo recuerdo, recordé todo. Es la primera vez en la que ese hijo de perra lava mi cerebro y logro recordar desde la más pequeña interacción que tuvimos. Johnny siempre ha tenido que hacerme recordar y se siente como la mierda hacerlo, creí que mi cerebro se partiría en tres.

– ¿Ya me recuerdas? –Taeyong asintió, apretujándolo aún más en el abrazo–, ¿me extrañaste, cariño?

–No tienes idea de lo mucho que te extrañé.

El tiempo pasó tan veloz que mayo llegó sin ser esperado, Doyoung cada día que pasaba se sentía más deprimido por dejar a su querida familia atrás. Johnny intentaba animarlo, mientras Taeyong se pasaba horas abrazado y respirando el aroma del conejito. Renjun y Donghyuck le habían escrito una canción de despedida y Jeno junto a Jaemin le habían dicho que interceptarían su teléfono una vez se consiguiera uno. Jaehyun y Sicheng le prometieron enviar cartas y fotos de como pasaban sus días en aquella cárcel.

–Señor Kim Dongyoung, es hora –Taeyong no quería separarse de él, pero Johnny y Jaehyun lo hicieron por él. Con un último adiós, Doyoung se alejó de aquel grupo tan peculiar.

Pasos conocidos se acercaron veloz al conejito, quien fue sujetado de su muñeca con mucha delicadeza. Doyoung se dio media vuelta, mirando a Taeyong, con sus gafas oscuras en su cabello y lágrimas de dolor corriendo por sus mejillas. –Olvidé decírtelo y espero que no sea demasiado tarde –le besó el dorso de su mano–. Te amo, Kim Dongyoung –Taeyong besó sus labios, mientras seguía llorando, haciendo el beso húmedo y salado, pero lleno de amor y desesperación–. Te amo tanto –suspiró en medio del beso, Doyoung quiso parecer fuerte, así que lo abrazó fuertemente y le besó la frente.

–También te amo –susurrando aquellas palabras, Doyoung siguió su camino.

Doyoung junto al guardia caminaban en silencio, mientras los reclusos que pasaban lo miraban casi sin poder creerlo. El conejito del dragón negro sería puesto en libertad.

Al subir al pequeño autobús, Doyoung comenzó a recordar cada momento que pasó junto a Taeyong y los demás.

"Hey, chico... Si que te metió miedo ese imbécil de Lee... como sea, ayúdame, tengo las manos ocupadas y no puedo abrir mi celda"

"¿Por qué no lames mi trasero?"

"La mayoría de las personas que me conocen, me llaman dragón negro"

"¿Cómo es que por esa linda cabecita tuya se te ocurre hacer una promesa con un asesino en serie"

"¿Es cierto que pareces un conejito?"

"¿Ambos?"

"No puedo dormir si no te abrazo"

"Deberías dejar de coquetearle a Johnny" "no pienso pelear por el pene de nadie"

"¿Estás coqueteando conmigo o quieres besarme?"

"Gracias, Ddoing. Por todo"

"¡No soy quien para reclamarte nada! ¡Solo soy un ser pasajero en tu vida! ¡¿Qué debo hacer?! ¡Me duele! ¿Qué debo hacer, Kim Dongyoung? Por favor dime"

"¿Te molesta que sea ciego o alguna mierda así? Yo no pedí nacer así. No es como que yo quisiera esto..."

"Solo vete, ¿de acuerdo?"

"¿Quién mierda eres? ¿Por qué me haces enfadar?"

"Te amo, Kim Dongyoung"

Lágrimas caían por sus lindos ojos, mientras hipaba en silencio. Le había entregado su corazón a un asesino en serie, a un "caso perdido", había perdido todo hace muchos años, pero jamás espero que también perdería una parte importante de su corazón. Aquel hombre de 30 años apodado dragón negro le había arrebatado la vida, se apoderó de su alma e hizo lo que quiso con su corazón.

–Te amo más, Lee Taeyong.

Al llegar al edificio donde se daría a cabo el juicio, millones de periodistas lo esperaban en la entrada. "¿Es cierto que te llaman el Robin Hood coreano?" "¿Es cierto que estuviste en la misma cárcel que el dragón negro?" "¿Es cierto que aquel hombre no tiene alma?"

Doyoung caminó empujando a cada periodista que se cruzaba por su camino, no tenía ganas de nada. Quería llorar la vida entera y tal vez otra más.

"Kim Dongyoung queda en libertad..."

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Dragón Negro/DoTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora