Taeyong estuvo pendiente de la ventana todo el día, incluso no tomó en cuenta las palabras que el viejo le decía sobre Doyoung y saltar sobre alguien. Solo esperaba volver a tener un pequeño momento con él.
La noche llegó y nadie apareció, las cosas que su mente inventaba no ayudaban demasiado con el pánico que estaba comenzando a sentir. Creía que algo había sucedido en su ausencia.
Cuando llegaba el alba, pasos descoordinados volvían a oírse. Taeyong sentía que su corazón se le saldría de su caja torácica.
–Lamento venir a esta hora, ¿estás durmiendo? –Doyoung asomó su rostro por la ventana, había llevado un pequeño cajón para hacerlo.
–No, no puedo dormir si no te abrazo –Doyoung se sonrojó–. ¿Por qué viniste tan tarde? Ni siquiera sé que hora es, pero las gallinas comienzan a molestar por la mañana.
Doyoung se burló un poco. – ¿Por qué no te acercas? Estás como a mil metros de distancia. Quiero ver tu rostro.
–Muy gracioso, anda, burlate del ciego.
–No me estoy burlando, de verdad quiero verlo. Tengo diez minutos para mirarlo. El guardia dijo que el viejo apenas se había ido. O sea, espero una hora antes de dejarme venir, por si volvía. Dios, eres tan bonito –Taeyong sentía la voz de Doyoung más cerca, así que acercó su cama a la ventana para poder estar a la altura.
– ¿Por qué estás despierto tan temprano? –Doyoung sintió que podría pasar horas admirando semejante rostro.
–Quería verte y el guardia me había dicho que podría venir a estas horas –acercó una mano al rostro de Taeyong, pasando los barrotes–. Estás más delgado, debes comer. Por favor.
–No me dan ganas de comer en esta celda.
–Taeyong, por favor come, entiendo que no puedas, pero al menos un pedazo, cualquier cosa –Doyoung le acarició el cabello–, si te pones demasiado delgado, te pondrás débil y no podré apretujarte cuando salgas de aquí.
–Tienes un punto ahí.
Doyoung fue iluminado con la linterna, dándose media vuelta. –Debo irme, creo que el viejo volvió –Taeyong no quería alejarse de él, tenían sus manos entrelazadas–. ¿Puedo besarte? –Taeyong asintió. Doyoung acercó su rostro, no podía atravesar los barrotes, pero ambos rostros quedaban a la altura perfecta. Con delicadeza, Doyoung acercó sus labios a los ajenos, rozándolos. Taeyong por inercia cerró sus ojos.
Cuando sintió la calidez de los rayos del sol, los pasos de Doyoung dejaron de oírse. Corrió la cama y comenzó a comer, quería ser apretujado y besado por aquel chico.
El viejo iba cada día por más de dos horas, intentando provocar a Taeyong, quien seguía recordando los labios suaves de su amigo. Kim Dongyoung era sin duda alguna su único punto débil. Eso lo sabía muy bien Yeong y siempre empezaba su discurso de mierda con un "Kim Dongyoung saldrá de aquí antes de que salgas de esta celda". Doyoung era lo único que escuchaba de todas las palabras que decía el hombre frente a él.
Cada madrugada, su amigo iba y con los diez minutos que le daban para verse, lo hacían olvidar cada palabra que Yeong le decía. Sabía que era peligroso estar tan enamorado, sabía que tarde o temprano eso le saldría caro. Pero no le importaba en lo más mínimo.
El beso que había recibido hace días seguía marcado en su piel, difícil de borrar el temblor en los labios ajenos y esa dulce caricia de despedida.
Taeyong no podía dejar de contar los días para volver a su hogar, en la celda 429.
Cuando el invierno hizo aparición, decidieron que era momento de sacar a Taeyong de su castigo. Los guardias lo llevaban desde lejos, con cadenas en sus pies y en sus manos. Una enorme muchedumbre lo esperaba frente a su celda, Taeyong podía percibir que alguno de ellos era su querido Johnny.
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Dragón Negro/DoTae
FanfictionEl día en que él llegó las cosas se tornaron un caos en la cárcel. La mayoría quería verlo arrodillado mientras les hacía un trabajo oral. Aquel muchacho de cabello negro y con apariencia de conejo, se llevó el corazón del rey. 🐰Advertencias🌹 Leng...