-' Colours ♡ yoonseok '-

Soixante Douze

Sus enredaderas brotaron para protegerse, haciéndose agujeros en el pavimento para que las ramas crecieran libres y furiosas, su color brillando una vez más y su tatuaje parpadeando en luces de color celeste que le dieron fuerza para seguir. Mientras su adversario intentaba atraparlo para así poder acabar de una vez con él y que así ya nada protegiera a su bendito error.

Todos parecían ocupados, defendiéndose y haciendo lo posible por no recibir golpes o manifestaciones de los poderes malos que los otros poseían y que pudieran dañar tanto su cuerpo como su alma. Y Hoseok no podía dejar de llorar mientras tensaba sus manos para que su poder lo ayudara, solo quería que todo terminara de una vez. Y pareció lograrlo cuando sus enredaderas pudieron envolver casi en totalidad el cuerpo del ser oscuro, inmovilizando cada extremidad y dejando que eso le quitara poder a los demás que por suerte, sus amigos pudieron efectuar su misma técnica.

ㅡ Por favor, detente, no hagas esto, no... no quiero que causes más daño y nosotros no queremos hacerte daño a ti.

SeokJin se acercó después de, con sus poderes, haber logrado que uno de los del séquito del mal se rindiera y cayera inconsciente al poner su mano en su pecho y haber unido las piezas de su corazón que estaban rotas, de su alma. Ahora ese joven parecía escurrir aquel líquido que le daba tonalidades oscuras, descubriendo así un lechoso color amarillo que parecía ser su verdadero color.

¿Sería posible que todos estuvieran bajo una especie de control mental maligno?

Hoseok quería que él hiciera lo mismo con la criatura que mantenía inmovilizada, quería que lo curasen y que pudiera entrar en razón, y el de tonalidades rosas podría haberlo hecho a tiempo, de no ser porque la distracción colectiva que generó el último hecho, logró algo que ni siquiera Jimin pudo predecir.

El ser maligno que mantenía JungKook entre sus brazos se soltó, esfumándose como humo para, desde las alturas, liberar sombras con fuerza que, ante la rapidez con la que se movieron, lograron atravesar el cuerpo del anaranjado, escuchándose solamente el impacto antes de que él cayera al piso.

El último aliento de vida del joven de la euforia se dispersó en el aire.

Y las flores se marchitaron a su alrededor.