Narra Elena
—Doble hacia la izquierda —la voz de la tipa del GPS resonó nuevamente entre nosotros. En cualquier momento revoleaba el celular del cantante a la mierda.
—¡Eso ya me lo dijiste, pelotuda! —Trueno le gritó al aparato golpeando el volante.
Verlo enojado con el ceño fruncido y sus manos apretando fuertemente el volante era todo un espectáculo, sólo me faltaban los pochoclos.
No pude evitar que se me escape una risa, lo que hizo al morocho fulminarme con sus ojos.
—¿¡De qué te reís vos!?
Epa, epa, flaco a mí me bajas el tonito, eh.
—¿No era que vos caminabas por el barrio sin el shi pi es? —me burlé, lo escuché bufar por lo bajo lo que me hizo sonreír.
La cuestión era así: básicamente estábamos hace media hora doblando de un lado a otro sin encontrar el mirador que tanto quería enseñarme Mateo. De un momento a otro dejamos de estar en la ruta para pasar a una carretera (si es que esto se puede llamar así), donde lo único que podía ver desde la ventanilla era tierra, pastito, piedras, y un poco más de tierra.
Nos perdimos del verbo no se donde estamos.
Y el GPS no ayudaba con la voz de la mina que parece un robot y repite las cosas miles de veces, sumando que descubrí que el rapero a mi lado no cuenta con mucha paciencia.
Sinceramente no se como me daba el atrevimiento de bromear en este momento si en realidad por dentro estaba casi por entrar en pánico.
Primero que nada; otra vez me fui con un extraño a un lugar donde terminamos por perdernos.
Segundo; abandoné a mi hermana y robé el auto de mi abuela.
Tercero; cuando llegue a casa me van a matar.Genial, creo que ya podría ir cavando mi propia tumba.
—¿Podrías ayudarme un poco con ese aparato en vez de mirar la ventana? —espetó el rapero lanzándome su celular. Lo atrapé de pedo y me giré a verlo con una ceja alzada.
—¿Y vos podrías calmarte un toque? Me parece que te estás zarpando. —me defendí, lo escuché tomar aire y exhalarlo lentamente, espero que así se calme o le va a agarrar un acv.
Por mi parte me dispuse a buscar en el bendito Google Maps donde carajo estábamos y cómo podríamos salir de acá.
Y adivinen qué. ¡Ni siquiera esa cosa sabía dónde estábamos!
En la pantalla sólo saltaba error y no se qué cosas más. Miré de reojo al morocho y me planteé para decírselo de la mejor manera, pero estaba con una cara de estresado y malhumorado...
O mejor no.
Debía destacar que se veía sexy con esa expresión, sus labios estaban apretados y la mandíbula se le marcaba ligeramente.
Me mordí el labio inconscientemente hasta que volví a la Tierra otra vez.
¡Diu, es el boludito que le gusta a mi hermana!
Con ese pensamiento le dije:—Umh, doblá acá —señalé la calle que salía de la nada. Honestamente no se si fue buena idea pero da igual.
—¿Segura que eso dice el mapa? —dudó Mateo mirándome de reojo.
—Obvio que si, ¿acaso no confías en mí? —me llevé la mano al pecho haciéndome la ofendida. Tenía que distraerlo un poco. Lo vi negar con la cabeza y se dispuso a hacer lo que le dije.
Pobrecito, encima me hace caso...
Avanzamos unos segundos hasta que de repente el auto no se movía más. Fruncí el ceño confundida y miré a Mateo.