06

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Elena

Mis ojos seguían la luz de la linterna del doctor, de un lado a otro, verificando si me encontraba en buen estado.

—Bueno, ya hice todos los estudios y no hay nada raro.— informó el doctor sacándose los lentes.

—¿Seguro? ¿Entonces por qué vomité después?—pregunté preocupada mientras pestañeaba varias veces.

Él río y luego abrió la cortinita con la que dividía los sectores.

—Quizás comiste algo o fue una reacción por ver la cara de este nabo— dijo señalando a Trueno, que se asomaba hacia donde estábamos. Este frunció el ceño al escucharlo.

—¡Ey! No estás sumando puntos por ser el novio de mi mamá— espetó mirando fulminantemente al hombre.
Yo sólo reí ante la situación, levantándome de la camilla.
El doctor solo rodó los ojos ignorandolo y me ordenó:
—Lo único que tenes que hacer es ponerte hielo en el golpe, ahora te voy a buscar— al terminar, abandonó la habitación dejándome con el chico que me miraba con cara de nada.

—¿Qué?—cuestioné mirándolo alzando una ceja. Él salió de su trance y cuando iba a decir algo, su celular sonó. Al ver quién era hizo una mueca extraña y atendió.

—Hola, pa.

—Si, ya estaba yendo. Sólo que hay mucho tráfico.— pronunció rascándose la nuca nervioso y dando cortos golpecitos con el pie al piso.

—Si, si ya voy.—bufó y después cortó.

—¿Problemas en el paraíso?— dije al verlo pasar sus manos por su cara frustradamente.

—El paraíso se llenó de cámaras —murmuró el doctor apareciendo otra vez con el hielo en la mano.—No se que onda, pero la sala de espera está llena de fotógrafos y cámaras. — informó haciendo una mueca de disgusto.

—Uy la puta madre—se quejó Trueno tomando una respiración profundo.—Me encontraron esos molestos.

Yo no entendía nada, estaba con un famoso que no me agrada del todo, en un hospital, sin batería en el celular y ahora en una situación que creo que no era buena.

Después de un momento de silencio por parte de los tres, el morocho sacó algo de sus bolsillos.

—¿Seguis teniendo auto?— inquirió hacia el doctor alzándole las llaves de su súper auto. Lo miré sorprendida, y el especialista también ya que soltó un grito ahogado.

—Si, lo tengo pero es viejo y no aguanta mucho.— respondió, el rapero chasqueo la lengua y dijo:

—Bueno, te lo cambio.—movió las llaves en su mano—Aprovecha las oportunidades de la vida.—concluyó que para después el hombre las tome y las intercambien.


(...)

Estábamos en el "nuevo" auto del chico y nos invadía un silencio bastante incómodo. Yo iba con una mano apoyada en la pera mientras veía la calle aburrida y con la otra sosteniendo el hielo en mi cabeza. Pero cuánto más avanzábamos, la parte de atrás del auto hacían ruidos extraños.

—¿Es segura esta chatarra?— cuestioné saltando en mi lugar cuando volvió a sonar.

—Si, creo.—balbuceó Trueno.

—No parece— me quejé mientras otra vez saltabamos por el ruido.

—Ey, calmate— respondió pero yo me estaba enojado más.

—No me calmo nada, quiero irme a casa ya— dije subiendo el tono y revoleandole el hielo al idiota que tengo al lado.

—Pará flaca, ¿qué te pasa?—contestó de la misma forma que yo, haciendo enojar más.

—¿Que qué me pasa? Nada, solo me voy haciendo la idea del quilombo que me van a hacer mis papás por no estar en mi casa ahora— respondí cruzándome de brazos.

—¿Por eso estas enojada?

—No estoy enojada.—contesté al instante.

—No, estás a la defensiva— dijo moviendo los ojos.

—Ni mucho menos a la defensiva— respondí moviendo mi pierna rápidamente, gesto que era normal en mí cuando me enojaba.

—Ves, nunca te parece nada de los que digo— comentó soltando una pequeña risa.

—¡Que no!

—¡Que sí!

—¡Llevame a casa!—sentencié levantando un poco más la voz.

—¡Ya vamos!— respondió del mismo modo con los brazos tensos sosteniendo el volante.—Pero primero tenemos que ir a otro lugar rápido — dijo bajando la voz haciendo un gesto con la mano.

(...)

—¿Esta es tu casa?—pregunté una vez que entramos admirando el lugar, era una mansión cuatro veces más grande que mi casa, en el salón donde nos encontrábamos había una mesa de pool y unos cuantos sillones.

—Si, bueno...— di una vuelta para seguir observando hasta que me encontré con una foto gigante de él mismo en la pared, abrí los ojos al darme cuenta la inmensidad.

Fua, hay que tener autoestima para mandar a hacer eso. Yo no me podía ver ni en mi celular.

—Vení, cuidado que no te vean—alertó cubriendome la cabeza con la capucha de mi campera.

—¿Qué haces nene?— me quejé mientras intentaba levantar la cabeza pero él no me dejaba.

—Shh, seguime—ordenó tomando mi mano y comenzando a subir unas escaleras.

—¿A donde vamos?—cuestioné intentado seguirle en ritmo, ya que íbamos rápido.—¡Trueno!

—¡Dios! Es que, no se—contestó mirando de soslayo hacia abajo.

—¿De quien me escondes?—intenté averiguar cuando paramos en el descanso de la escalera mientras me corría un poco la capucha hacia atrás.

—No, no te escondo—respondió al instante— Sólo que justo estas personas no quiero que te vean—explicó lentamente mientras miraba otra vez hacia abajo vigilando que no haya nadie.

Rodé los ojos y me crucé de brazos.

—Claro, porque no soy famosa, ¿no?— espeté mirándolo fijamente.

—¡No! porque no quiero que hagan preguntas —explicó —¿Quien es? ¿Donde se conocieron? ¿Son novios?

—¿Nosotros?— hice una mueca mirándolo con asco.

—Si, inventan chismes de vieja y cosas que no son ciertas. Mejor vamos— dijo volviendo a agarrar mi mano e ir por un pasillo.

Entramos a una habitación bastante espaciosa, con una cama matrimonial en el medio, un escritorio y una mesita de luz.

—¿Este es tu cuarto?— pregunté cuando ya estuvimos ahí.

—No, es el de huéspedes— respondió asomándose levemente por el gran ventanal que había, que daba hacia el patio.

—Fua, ni el mío es como este— comenté distraídamente mirando todo.

Me sentía re pobre estando en ese lugar, mi casa no era ni la mitad de lo que había visto hasta entonces y el jodido dormitorio de huéspedes era más grande que el mío, ¡el de huéspedes! No me quiero imaginar lo que debe ser su cuarto. Seguro tenía baño privado, jacuzzi y un pelotero si se le daba la gana.

El chico soltó una leve risa y después pronunció:

—Bueno, ponete cómoda y no te muevas de acá — yo sólo le saqué la lengua y el blanqueó los ojos para después retirarse.


















dios mío cada día escribo peor, perdón por esta kk

𝑺𝑼𝑷𝑬𝑹𝑺𝑻𝑨𝑹; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora