narra Mateo
Que mala onda que era la piba ésta. Soltando un suspiro de cansancio arranqué el auto una vez que entró a su casa y me dispuse a volver a la mía.
Al hacer al rededor de tres cuadras distinguí por el retrovisor unas camionetas negras que se me hacían bastante conocidas.-La puta madre- maldije al darme cuenta que eran los típicos fotógrafos y paparazzis que me estuvieron jodiendo durante las últimas semanas.
En los últimos meses mi vida había cambiado un poco ya que mi carrera como artista estaba subiendo cada vez más, y con eso, la gente estaba más pendiente de mí y mi vida.
Ya casi no podía ir a un lugar público en paz porque se llenaba de gente grabandome y sacándome fotos olvidando el concepto de espacio personal y privacidad.
Esto también estaba relacionado con mi "relacion" con Victoria. Ella era una modelo que también su carrera había despegado en el último tiempo, por lo tanto, vernos juntos era atracción para los chismes.Doblé en una cuadra perdiendolos de vista. No sabía que hacer. Si volvía a casa iban a estar en la puerta para bombardearme de preguntas, y si no volvía y me iba a un hotel, corría el riesgo de que difundieran la información de que me encontraba ahí.
No sabía dónde podría ir sin que me reconozcan.Ya fue.
Volví el camino atrás y estacioné una vez que llegué. Salté el pequeño portón y me adentre en la quinta.
Dios, ¿qué estoy haciendo?
Fua, si que el lugar era grande. Tenía mucho terreno ocupado por plantas de todo tipo.
Siguiendo el caminito de piedras, llegué a la casa y me asomé a una ventana que daba al living supongo. A través de una parte que no estaba tapado por la cortina vi a Elena tomando agua.Di un par de toques a la ventana para llamar su atención. Después de unos segundos me encontré con su rostro.
Al darse cuenta de mi presencia, me miró alarmada y confundida.-¿Que haces acá?- susurró acercándose más a mí mirando hacía los lados.-¿No te dije que no quería volver a verte?- me miró con su característica cara molesta.
Solté una risita nerviosa removiendome en mi lugar, estaba arrepintiendome de haber venido.-¿Me podrías hacer un pequeñísimo favor?- pedí haciendo una seña con mis dedos. Le sonreí inocentemente para que acepte. No tendría que fallar.-Te doy cinco mil pesos si me dejas entrar el auto y pasar la noche acá.
Ella alzó las cejas mirándome fijamente.
-No sería un favor si me lo pagas.-dijo cruzándose de brazos.
Que chica difícil.
-¿Eso significa un sí?- pregunté dudoso.
Su respuesta fue cerrar la ventana en mi cara. Por unos segundos pensé que sería un no y tendría que irme pero, antes de darme la vuelta, ella salió sigilosamente por la puerta, evitando hacer ruido.
Iba a decirle algo cuando ella me calló.
-Shh, mis papás están durmiendo- susurró caminando hacia mí.- Acompañame.La seguí hasta que estuvimos frente a un mini galpón que probablemente no lo vi por la oscuridad de la noche. Intentando no hacer ruido abrió la puerta y los dos pasamos.
Encendió las luces y quedó a la vista unos estantes y muchas cajas.-Bueno, respondiendo a tu pregunta: Si, te podes quedar. Pero tenes que irte a primera hora del día, no pueden verte y menos porque no hay garage, o sea, tenes para estacionar en el patio.
-Así será- respondí de inmediato mientras la seguía, hacia donde sea que estuviera yendo.
Se subió a una escalerita y tomó algo de una caja para luego tirarlo sobre mi cabeza.-Auch-me quejé agarrando, lo que descubrí que eran unas sábanas. -Gracias.
Ella asintió en respuesta y luego nos fundimos en un silencio medio incómodo por unos segundos.
-Y... ¿por qué se supone que haces esto?
Negué levemente con la cabeza y respondí -No lo entenderías...
-Y si no me lo decís entonces como querés que entienda- dijo cruzándose de brazos.
-Los fotografos están por todos lados persiguiendome y sacandome fotos- expliqué rascandome el ojo frustado.
-Mhm, ¿no estarás un poco paranoico?- preguntó sonriendo un poco. Rodé los ojos.
-Ya fue, no importa. Olvidalo.
-Olvidado- me burló con voz cantarina.
-Como sea, ¿tendrás algo acá que me sirva para que mañana no me reconozcan?- pregunté señalando las cajas.
Ella se rascó la nuca y señaló unas cajas de la izquierda.
-Si, creo que en unos de esas cajas habrá algo.-Bien- abrí una y me encontré con un gorro de pescador de jean. Me lo puse y caminé hacia ella.
-Y, ¿cómo me queda?- dije dando una vuelta. Pude imaginarmela blanqueando los ojos, seguro no me equivoqué. Pero cuando fijé mi vista en ella me miraba nostálgica.
—Ese gorro era de mi abuelo—comentó sonriendo levemente mientras parecía perderse en su mente.
Me lo saqué rápidamente y se lo tendí.
—No, no pasa nada, quedátelo. Te queda bien.—respondió —Ahora vamos que hay que entrar el auto.— los dos salimos del galpón.que hay de nuevo viejo ahre
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