|•| Capitulo X |•|

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-Pásame el azúcar

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-Pásame el azúcar.

-Lo tienes a diez centrímetros de tu brazo, tómala tú.

-¡Que me des el azúcar, Jack!

-¡No!

-¡Listo, no me caso, pido el divorcio absoluto, contrataré a alguien para que llegue a la mitad de la boda y diga "Yo me opongo"!- le grité a Jackson en el desayuno.

Las cosas no iban bien, tal vez Frost estuviera considerando el matrimonio ahora que éramos novios oficiales. Había pasado una semana desde su cumpleaños y nuestro compromiso, pero más allá de parecer la pareja feliz que fuimos en el parque de diversiones con los chicos, volvimos a ser los mismos de antes. Y de alguna manera eso me gustaba.

-Toma- me extendió el frasco de azúcar con la cabeza agachada y la voz cansada, esto de las peleas lo estaban estresando, aunque para mí eran un respiro de tantos besos y cariños que me daba en la escuela.

Si creía que la peor parte había pasado cuando les contamos a nuestros amigos que nos casaríamos, es porque había olvidado que aún iba a clases.
Todas las chicas comenzaron a dedicarme miradas aterradoras, los chicos nos molestaban con la luna de miel y Ares...él era el primero en iniciar las burlas.

-Elsa,¿me puedes acercar la miel?-me pidió Anna. La miel estaba más lejos que el azúcar, así que me levanté y la tomé para entregársela.

-¡¿Te paras por la miel y no por el azúcar?!- exclamó Jack, su cuello iba acolorándose por la frustración y no paró de bufar hasta que terminamos de desayunar.

Mi padre que ya se había ido a trabajar, Mamá desayunaba en la cama cuando se despertaba-al medio día- Ariel no se encontraba en casa porque ahora vivía en la universidad y Elena comía en la cocina. Nuestros desayunos sin la supervisión de un adulto eran un caos total.

-Iré a lavarme los dientes, espérenme-nos avisó Anna mientras corría escaleras arriba.

Nos quedamos solos en la entrada, listos para irnos a la escuela. Miré de doslayo a Jackson, nunca logró usar el uniforme como se debía: la chaqueta arrugada, la camisa afuera, los pantalones por debajo de lo normal y la corbata suelta alrededor de su cuello.

Me acerqué a él y comencé a anudar su corbata, al menos se vería un poco más presentable. A veces me preguntaba que había pasado con el chico que todos adoraban de pequeño.

-Tienes que pasarla por abajo, la pones por aquí y ya está- mientras le arreglaba la corbata le daba indicaciones para que aprendiera. Él me dedicó una sonrisa y besó mi mejilla.

Cásate Conmigo -Jelsa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora