|•| Capitulo II |•|

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Mavis estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaba Rapunzel y Moana, y en el puesto de al lado de la mesa de la maestra se encontraba Jackson

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Mavis estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaba Rapunzel y Moana, y en el puesto de al lado de la mesa de la maestra se encontraba Jackson.

Había pasado un año desde que él llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que jack era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Ariel haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Anna las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Jackson se comportaba como el hermano mayor de mi hermana. Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpo con Anna, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra sólo cuando era necesario y trataba lo posible de no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal?¿Era fea?¿O no le agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí pero no lo podía ver. Era un niño despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera a qué haya tenido, salvó por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esa galletas frente a mi puerta, cada vez que hacía una pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.

La maestra leía un aburrio poema. Puse la cara de concentrada, pero en realidad estaba pensando en cómo convencer a mi mamá para que me dejara ir a la casa de Rapunzel está tarde con Olaf.
Seguramente me diría "lleva a Jack". Antes me molestaba que me obligará a ir a todos lados con Anna, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que el niño peliblanco podía ser mi amigo. Error, el jamás lo será.

No me gustaba la idea de que él fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaban la educación a Jackson y a Emma. Para navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que a nosotros y eran libres de las reglas y listas de alergias y cosas que se debían de hacer.

- Elizabeth, podrías decirle a la clase de que se trataba el poema- salté en mi asiento y me aparté un mechon rubio del cabello que caía sobre mi frente. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo sonriera y me echará el cabello hacia atrás con delicadeza.

Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cua di me iba a echar el cabello atrás, se me enredaron los dedos entre estos.

Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Toothiana, que estaba sentada junto a Jack. Ella le susurro algo al oído y se rió más fuerte, pero a Jackson no pareció hacerle gracia.

- Te estamos esperando, Elsa- me dijo la maestra, caminando hasta mi puesto con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental. Eso me molestó.

Cásate Conmigo -Jelsa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora