f i v e 🐾

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En las tantas giras y viajes al extranjero por trabajo, se habían hospedado en lujosos y extravagantes hoteles. Jimin siempre decía que cada uno tenía ese algo que lo hacía incomparable con el anterior. Pero, en cuanto colocó un pie en aquella habitación matrimonial, las expectativas inconscientemente creadas; se quedaron absolutamente pequeñas ante tan deslumbrante lugar.

— ¡Ésto es el cielo! —chillaba, recorriendo y impresionandose aún más con cada pequeño detalle.

Empezando por la pulcra decoración, los refinados muebles, el brillo de cada rincón y utensilio de la cocina, los suaves sillones, la textura esponjosa de la gran cama a la que no dudo saltar y hundirse en ella de primer momento, y por último pero no menos increíble; la preciosa vista de la ciudad que revelaba la pared de cristal, compartida entre la sala y dormitorio.

Sí, quizás la emoción y la alegría de estar cumpliendo uno de sus más grandes sueños, y además de la mano de quién consideraba el amor de su vida, quizás estaba exagerando un poco... pero sin duda ese lugar era lo que algunos llaman «paraíso»

— Wow—Ya estaba a un nivel altamente elevado de impresión, pero cuando vió el irreal cuarto de baño, estuvo al borde de una sobredosis de serotonina— ¡Tiene una cortina corrediza que descubre la pared de cristal unida a el dormitorio! ¡Jungkookie, ven a ver ésto! —además, había una tina en medio y un cubículo de cristal que encerraba la ducha de lluvia artificial— ¡Repito, ésto es el cielo! —no había otra forma de describirlo, hasta los retretes eran encantadores.

— Hmm... —La manos del azabache se amoldaron a la pequeña cintura desde atrás, atrayendolo hacía él y colocando su barbilla por sobre el hombro del mayor— Da muchas cosas a fantasear... Tus manos apoyadas en el cristal, yo tomandote por detrás, el vapor empañando todo, tus gemidos y el choque de nuestros cuerpos haciendo eco —siseó— Si, definitivamente, tenemos que hacerlo aquí antes de regresar a casa.

Jimin rió, girando para quedar frente a él, divisando una pequeña manchita en el borde de su labio inferior. No tenía que ser precisamente adivino, para saber que se había comido los clásicos chocolatitos de bienvenida que el personal dejaba sobre la almohada o mesa de luz, sobretodo porque Jungkook era un fanático de ellos y se podía decir que era su parte favorita de hospedarse en un hotel.

— Espero que tus planes no sólo incluyan tener sexo conmigo en cada rincón... —quitó el rastro de chocolate con su pulgar, lamiendolo provocativamente bajó los ojos del menor.

— No del todo... —empujó la cintura del rubio, haciendo que caminase hacia atrás, finalmente apoyándolo bajo el marco de la puerta— En primer lugar... pienso en hacerte el amor en aquella cama —se inclinó para dejar un beso en el filo de su mandíbula, provocando una corriente eléctrica que lo sacudió de pies a cabeza— luego te llevaré a la bañadera y haré que te corras con sólo caricias —por inercia elevó su rostro, y Jungkook aprovecho para hacer un chupetón en su cuello.

— Hmm! —mordió su labio con fuerza, conteniendo un gemido.

Las grandes manos tomaron con delicadeza su rostro, Jimin se colocó de puntitas para lograr unir sus labios en un cálido, tierno y suave beso.

— Voy a marcar cada centímetro de tu cuerpo —las mejillas del mayor se tiñeron de un sonrojo intenso, sintiendo un cosquilleo en su abdomen producto de aquel sensual murmullo sobre sus labios.

— No me quejó, ni me opongo a nada de ese plan... pero no me haría ningún mal que antes pidas mucha comida deliciosa —mordisqueo su labio inferior, dando una miradita inocente al azabache que desencajo el ambiente— ¿Olvidas el pequeño detallito de que tu bebé queda muy hambriento luego de la acción?... Y lo del avión fue demasiado a decir verdad.

Tal vez fue por el pequeño y adorable puchero que floreció en los gruesos, rosados y esponjosos labios del pelirubio al terminar la oración. O el hecho de que se había auto-llamado su bebé. Como sea, se lanzó a besarlo hasta quedar sin oxígeno y con sus labios hinchados.
Y luego de un buen ataque de pequeños besitos por todo el rostro del mayor, Jungkook llamo a servicio a la habitación y gozaron de un gran banquete de ensueño.

Jimin fue el primero en tomar una cálida ducha y por siguente meterse a la cama, decidió jugar algo en su celular en lo que el menor tardaba en bañarse y acompañarlo. Sin darse cuenta, pasó unas cuantas horas sin despegar su atención de la pantalla.

Jungkook no tenía intenciones de molestarlo pero... no podía conciliar el sueño con el sonidito un poco irritante de su videojuego.

— Amor

— Hmm?

— ¿No haz jugado demasiado ya?

— Taehyungie se conectó para que juguemos en línea, no puedo abandonar cuando apenas comienzo —No era cierto, era la octava o quizás décima partida que estaban jugando.

Intento convencerlo para que descansará, tenían un largo día por delante, el plan era salir temprano y disfrutar lo máximo posible en paseo, y otras tantas sorpresas, pero... Bueno, Jimin continúo diciendo— 5 minutos más, y lo apagó —hasta que fueron las 4, casi 5 de la madrugada.

Y ninguno de los dos descanso lo suficiente.

Jimin por estar inducido en el videojuego, y Jungkook por quedarse observándolo hasta perder el sentido del tiempo.

No podían culparlo, en sus ojos era la persona más perfecta del mundo.

Podía pasarse mil horas admirando la belleza sin comparación de Park Jimin, y nunca en la vida cansarse.

Y es que cada mínimo detalle, cada gesto, e incluso esos granitos, líneas de expresión, manchitas en su piel, el dientecito torcido, o todo lo que un ordinario llamaría "imperfección", todo lo que conformaba su pequeño Hyung, sin omitir nada; todo lo hace ante sus ojos el ser más precioso sobre la tierra.

— Gguckie... —murmuró el mayor, acurrucandose a un lado del azabache y colocándo su rostro junto al cuello de éste— Te amo —susurro en un hilo de voz, cayéndo lentamente dormido.

Jeon lo envolvió entre sus brazos, entregándole calidez y seguridad a su pequeño novio— Y yo a ti, Jiminnie, descansa —con un cariñoso beso en la frente, dio caricias en el cabello rubio hasta que el cansancio lo venció.

Y haciendo su lugar seguro el uno en el otro, pudieron descansar plácidamente, con el comienzo de un nuevo día...

El paseo y las sorpresas debieron de esperar hasta pasado el mediodía.

〃GCF In Tokyo〃KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora