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—¡Sabía que te habías quedado con el remordimiento! —exclamó el rubio al ver entrar a la mujer del otro día por la taberna.
No había nadie en el establecimiento, pues estaba cerrado, sólo que ella entró tocando la puerta mientras miraba al suelo, aún sin entender porque había vuelto a ese horrible lugar.
—Escucha, estaba un poco molesta ese día, y tus clientes me hicieron enojar un poco más, por eso estoy aquí —explicó aún sin mirar al de menor estatura, quien se acercó a ella con una sonrisa—. Aceptaré tu propuesta, pero no trabajaré como camarera, seré tu cocinera. Tal vez así los clientes no odien tanto la comida del lugar.
El rubio se quedó callando, pensando si era buena idea o no. Después de unos minutos, le extendió un mantel blanco con las letras "Boar Hat" a la mujer quien se lo colocó mientras caminaba hacia la cocina.
A partir de ahí, la comida de la taberna comenzó a mejorar, por lo que comenzó a ser más conocida por los hombres del lugar.
—Eres muy linda, ¿qué te parece si salimos de este apestoso lugar y hacemos cosas divertidas? —preguntó uno de los hombres a la mujer mientras hablaba con ella en la barra.
Meliodas le había pedido ser amable con los clientes y no hacerlos enojar, por lo que rechazarlo bruscamente no era una opción.
—Bueno, lo haría pero tengo que trabajar aquí —sonrió falsamente mientras cortaba algunos vegetales.
—Vamos, me encantaría conocerte más, me pareces alguien muy bella la verdad —en ese punto comenzó a sonrojarse, nunca había escuchado tantos cumplidos dirigidos hacia ella, el hombre tampoco estaba tan mal, por lo que comenzó a replanteárselo.
—Creo que no me vendría mal un descanso, pero ¿puedes esperar un poco más? Sólo terminaré estos platillos y podremos irnos —dijo mientras le sonreía amablemente.
—Esperaré pacientemente.
El rubio había escuchado toda la conversación, y no le gustaba la idea de que alguien se quisiera llevar a su linda cocinera. No lo permitiría.
Llamó al hombre para que se acercara a él. Éste lo hizo sin problema y sin que nadie se diera cuenta, lo bajó a su altura y susurró algo en su oído, algo que sólo él pudo escuchar.
Después de eso, el hombre salió de la taberna horrorizado. La mujer se acercó al rubio molesta, para después darle un leve golpe en la cabeza.
