╰►¿Cómo reaccionarían al saber que estás embarazada?
❝Meliodas❞
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Estaba bastante preocupado por ella aunque no lo demostrara. Se había dado cuenta de que de vez en cuando salía y vomitaba, además de que cuando era hora de comer, comía más de lo normal.
No sabía la razón, pero de verdad quería ayudarle. Probablemente estuviera enferma o tendría un parásito en su estómago que causaría eso, pero no sabía donde pudo obtenerlo.
Todas las noches se iba con la preocupación de que algo le pudiese pasar y él no pudiera ayudarle en nada. Estaba bastante asustado.
Aunque la mujer ya se había dado cuenta de la razón por la cual había estado actuando así últimamente, no quería aceptarlo, pues le daba miedo la reacción que pudiera tener el rubio.
Decidió enfrentarlo, no podía ocultarlo para siempre. Se paró justo frente a él y lo miró a los ojos a pesar de que tuvieran diferentes alturas. Pudo notar un poco de preocupación en su mirada.
—Meliodas, debo confesarte algo —habló tomando una gran bocanada de aire—. La razón por la cual he actuado así últimamente es porque... estoy embarazada —dijo aunque lo último lo susurró lo más bajo que pudo, pero él pudo escucharla.
Se quedó callado unos segundos, tratando de asimilar lo que había dicho. Después de procesarlo abrió los ojos como platos mientras miraba con un sonrojo a la mujer.
—No estás jugando, ¿cierto? —preguntó mientras una leve sonrisa comenzaba a aparecer en su rostro.
—¿Por qué bromearía con algo como eso? —contrarrestó la fémina mientras colocaba sus manos en su cadera.
—¡Seré padre! —exclamó con una gran sonrisa de oreja a oreja, mientras esa preocupación de sus ojos se convertía en un brillo de esperanza.
No pudo controlarse y cargó a la contraria mientras le daba algunas vueltas de felicidad, ella simplemente rió por su linda reacción. El rubio antes de bajarla estampó un apasionado beso en sus labios, mostrándole lo agradecido que estaba de tenerla a su lado.
—¡Seré el mejor padre del mundo! ¡Y tú estarás ahí para verlo! —dijo señalándola una vez que estaba tocando el suelo.
—Por supuesto, Meliodas —dijo la mujer mientras el nombrado se acercaba de nuevo en ella, pero ésta vez depositaba un beso en su barriga, la cual comenzaría a crecer en poco tiempo.
