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—¿Estás lista? —el hada preguntó mientras se acercaba a la fémina, quien asintió con una leve sonrisa en su rostro.
—¿Ya me puedes decir a donde iremos? —el contrario rió levemente.
—Lo sabrás cuando lleguemos~ —sonrió burlonamente, para después tomar de la cintura a la fémina y elevarse sobre los árboles.
El camino era largo y silencioso, y a pesar de que la fémina no tuviera miedo a las alturas, sus manos comenzaban a temblar y pensaba que en cualquier momento caería.
—Gloxinia —le llamó, a lo que él dirigió su mirada a ella—. ¿Prometes que no me soltarás?
—Lo prometo —respondió sereno, y con eso pudo calmar los temores de la chica.
Después de unos minutos llegaron a aquel lugar, la fémina al verlo quedó asombrada; era un gran campo de flores, con un lago a mitad de éste.
Bajaron lentamente mientras la humana notaba lo que parecía ser una manta y una canasta; un picnic. Sonrió, el hada tenía todo planeado.
—Llegamos —dijo tranquilo mientras tomaba su mano, para después llevarla consigo al picnic que había organizado.
Se sentaron uno frente al otro encima de aquella manta, el pelirrojo se acercó la canasta, sacando con una sonrisa el gran pay de moras azules que había hecho él mismo con mucho amor.
Con serenidad, corto dos rebanadas, para después entregarle una a la fémina, ella la aceptó gustosa, y tan sólo detectó su olor, no pudo hacer otra cosa que probarla.
—Está deliciosa —dijo con la boca llena, saboreando el dulce sabor que tenía, el hada rió, para después acercar su mano al rostro de ella, limpiando levemente unas migajas que se habían quedado en su comisura del labio.
—Me alegra que te guste —respondió con una sonrisa, aún sin apartar su vista de ella, tomó su rebanada y también comió.
Entre risas se terminaron aquel pay, la fémina se sentía bastante bien en ese momento, pero como era costumbre en ella, después de comer mucho, un cansancio se apoderaba de su cuerpo lentamente.
El pelirrojo guardó los restos en la canasta, mientras que la humana comenzaba a moverse de un lado a otro, tratando de mantenerse despierta. El contrario al darse cuenta de esto, se colocó en uno de sus lados y se recostó en la manta, dejando en claro que estaba bien que tomara una pequeña siesta.