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El rubio se levantó perezosamente al escuchar que alguien tocaba la puerta de la taberna. No quería separarse de su amada, pero tampoco quería despertarla. Bajó las escaleras todavía escuchando el sonido de la puerta siendo golpeada levemente.
Se peinó un poco y después abrió la puerta, mostrando una gran sonrisa, sonrisa que desapareció al ver de quien se trataba.
—Sabía que mi hermana no se levantaría tan temprano —rió de manera sofisticada mientras veía al de menor estatura.
Sí, aún no le caía bien. Recordó la escena de celos que tuvo al verlo por primera vez, sintió la vergüenza recorrer su cuerpo rápidamente. Se aclaró la garganta, ordenando sus pensamientos.
—¿Vienes a visitarla? —preguntó con un tono amable, tenía que intentar llevarse bien con él.
—Quisiera, pero sólo estoy de paso, tengo cosas que hacer —suspiró de manera dramática, intentando causar lástima—. En fin, tendré que dejarte esto a ti —dijo, para después levantar una caja grande que estaba en el suelo, apenas el rubio de había dado cuenta de su existencia—. Se lo entregas a mi hermana, por favor —sonrió de manera ladina, para después dar media vuelta—. Le dices que vendré en otra ocasión, ella lo entenderá.
Una vez que lo perdió de vista, suspiró cansado. No quería lidiar con él, por lo que agradeció que sólo estuviera unos minutos ahí. Entró a la taberna con la gran caja en sus manos, dejándola en una de las mesas. Se dirigió a las escaleras, dispuesto a volver a dormir abrazado de su amada, cuando comenzó a sentir un poco de curiosidad.
Tratando de ser discreto se acercó a la mesa donde había dejado la caja, mirando de reojo la etiqueta que tenía:
"Feliz cumpleaños hermana, espero que este regalo muestre lo mucho que me importas."
Meliodas soltó un sonido de asombro, sin saber cómo tomarse el mensaje. Al final estaba firmado por su hermano, quien al parecer tenía un nombre igual de 'elegante' que él.
¿De verdad era el cumpleaños de su amada, y él no lo sabía? Ahora comenzaba a sentirse mal con el mismo. Pero, ¿y si era otro día, y su hermano lo había traído antes? No, entonces no se hubiera atrevido a venir tan temprano.
Comenzó a caminar por todo el comedor, pensando qué hacer pues no tenía nada planeado para la mujer. Sus ojos brillaron al tener la idea perfecta.
